El jueves 25 de agosto de 1921 se inaugura en Riberas la escuela unitaria de niños construida, según consta en la lápida conmemorativa que preside su porche, a expensas de Don Marcelino González y García, de cuyo periplo vital nos ocuparemos más detenidamente en un próximo artículo. También colaboró altruistamente en la consecución de la obra Don Gumersindo García, americano, natural de Riberas, que cedió parte de los terrenos.
El coste de la obra ascendió a 160.000 pesetas[1]. Recordaba José Ramón Suárez (Mon de Gerarda),de oírlo a Celestino Galán que “D. Marcelino González venía a ver las obras, ya anciano,( tenía 75 años), muy bien vestido , de oscuro, del brazo de Don Leoncio Suárez que fue quien encauzó la idea que tenía Marcelino, de hacer algo por el bien del pueblo, hacia la construcción de una escuela y quien administró los dineros”. Coincide este relato, en cuanto a la vestimenta, con el que hace Juan Gómez y Gz de la Buelga en el libro que dedica a su abuelo: “D. Marcelino acudió con frecuencia a vigilar la construcción. Llegaba con su hija Finita o con Marcelino y Julio, que con sus pocos años viajaban encantados en el Panhard-levasor de su padre, de conducción exterior […].Iba Marcelino vestido con una levita gris y su inevitable corbatín negro bajo el cuello duro, se cubría con un canotier y se ayudaba con un bastón de puño de hueso.”
Foto de la Revista La Construcción Moderna, 15 de mayo de 1924 |
El coste de la obra ascendió a 160.000 pesetas[1]. Recordaba José Ramón Suárez (Mon de Gerarda),de oírlo a Celestino Galán que “D. Marcelino González venía a ver las obras, ya anciano,( tenía 75 años), muy bien vestido , de oscuro, del brazo de Don Leoncio Suárez que fue quien encauzó la idea que tenía Marcelino, de hacer algo por el bien del pueblo, hacia la construcción de una escuela y quien administró los dineros”. Coincide este relato, en cuanto a la vestimenta, con el que hace Juan Gómez y Gz de la Buelga en el libro que dedica a su abuelo: “D. Marcelino acudió con frecuencia a vigilar la construcción. Llegaba con su hija Finita o con Marcelino y Julio, que con sus pocos años viajaban encantados en el Panhard-levasor de su padre, de conducción exterior […].Iba Marcelino vestido con una levita gris y su inevitable corbatín negro bajo el cuello duro, se cubría con un canotier y se ayudaba con un bastón de puño de hueso.”
Croquis extraido del libro de Covadonga Alvaez Quintana Indianos y Arquitectura en Asturias. Pag. 323 |
Se encargó la obra al arquitecto Enrique Rodríguez Bustelo[2]. El edificio, de estilo montañés, está formado por dos alas perpendiculares. En una se sitúa la vivienda de dos pisos y buhardilla, con cubierta de faldón quebrado. Con posterioridad, y dando prioridad a criterios utilitaristas sobre los valores estéticos, se le adosó un baño exterior, soportado sobre columnas de hormigón, que restan belleza y desentonan con la armonía del conjunto originario. El ala longitudinal está ocupada por el aula, de unos ciento cinco metros cuadrados útiles, con grandes ventanales a ambos lados que le dan gran luminosidad y un pórtico lateral sobre columnas. La figura de L de la planta se distorsiona por el pórtico y se aproxima a la U debido al emplazamiento del despacho. De entre todas las escuelas censadas en Asturias de promoción indiana ésta es la única que cuenta con chimeneas de ventilación. Destacan los remates decorativos formados por pirámides y bolas de piedra sobre los vértices del tejado, el escudo que jalona la fachada de la vivienda, al que le quitaron la corona, y la placa que en el patio dice así:
Las primas y las bolas son elementos característicos del estilo montañes. En la escuela de Riberas los vemos repetidos en el techo y en el muro perimetral |
ESCUELA DE NIÑOS
EDIFICADA A EXPENSAS DE
D. MARCELINO GONZALEZ Y GARCIA
NACIDO EN RIBERAS (UCEDO)
DONACION QUE HACE A SU PUEBLO NATAL COMO
RECUERDO Y PRUEBA DE AMOR A LA ENSEÑANZA
A LOS 61 AÑOS DE SU EMIGRACION A CUBA
AÑO 1920.
La escuela en construcción: 1 Margallo, 2 Mingón, 3 José la Isla, 4 José Sista, 5y 6 Anton de Carola e hijo, 7 Guardado, 8 Eladio Elisa, 9 El maestro, 10 El marido Soledad de Venacia (Foto cedida por Quique Margallo)
Fotografía de la escuela el día de su inauguración |
El acto de inauguración estuvo presidido por D. José Manuel Pedregal (1871-1948), Diputado al Congreso de 1907 a 1923, hasta que se establece la dictadura de Primo de Rivera. Poco antes del golpe fue durante cuatro meses Ministro de Hacienda en el gabinete de crisis formado tras el desastre de Annual en el gobierno de Manuel García Prieto. También presidió la Institución Libre de Enseñanza.
El Diario el Noroeste se hacía eco de la noticia con la siguiente crónica:
“La labor de un filántropo en pró de la cultura
Acto de entrega de la nueva escuela de Riberas de Pravia
Con motivo de la entrega de la nueva y magnífica escuela de Riberas de Pravia, se celebró ayer en dicho pueblo un simpático y hermoso acto, que si bien entonado dentro del más discreto ambiente de serenidad y sencillez, revistió todo el carácter de un efusivo y conmovedor homenaje al donante del ya referido centro de instrucción y conocidísimo benefactor asturiano don Marcelino González y García.
En uno de los pasados números, ya reseñamos a nuestros lectores la labor que el señor González y García ha realizado en favor de su pueblo natal de Riberas de Pravia. Y acaso consecuencia de nuestras palabras, fuera el que al homenaje que a su protector preparaban los vecinos de dicho pueblo, se unieron también numerosos elementos de la región y algunas distinguidas personalidades de la colonia americana que han dado con su asistencia mayor brillantez al acto.
Para el día de ayer estaba señalada la entrega oficial del nuevo edificio de escuelas construido a expensas de don Marcelino González, y con objeto de tributar el merecido recibimiento, ya desde fechas anteriores los vecinos de Riberas de Pravia habían hecho sus debidos preparativos.
Tanto en el paso que conduce desde la carretera al edificio de las escuelas, como a la entrada al recinto o patio de estas habían sido levantados dos artísticos arcos de follaje, que ostentaban expresivas dedicatorias, viéndose también todo a lo largo del camino gallardetes con banderolas.
EL RECIBIMIENTO
Hacia las nueve de la mañana y en numerosos coches que formaban una caravana automovilista salió de nuestra villa el señor González y García, acompañado de uno de sus hijos y de representaciones de diferentes entidades y de numerosos amigos, entre los que figuraban el ex concejal del Ayuntamiento gijonés don José María Rodríguez, don Alberto Lara, don José Tande, don Luis de Santos y otros señores.
En el trayecto hasta Riberas de Pravia fue engrosando la referida caravana con coches que conducían a otros comisionados y amigos, entre ellos el diputado a Cortes por el distrito de Avilés y Soto del Barco, don José Manuel Pedregal.
A su llegada al pueblo de Riberas fue recibida la comitiva automovilista con el mayor entusiasmo, escuchándose aclamaciones al benefactor de Riberas, entre el estampido de cohetes y los acordes de la banda municipal de Pravia contratada para este acto.
A ambos lados de la carretera se hallaban formados los niños de las escuelas, que llevaban banderas. Allí se encontraba también el celoso y virtuosísimo cura párroco de Riberas de Pravia don José María Julián Rubiera, el coadjutor de la parroquia don José María Rodríguez Fernández, el inspector de primera enseñanza don Macario Iglesias, el maestro de la nueva escuela don Matías Alonso Ortega, y una comisión del Ayuntamiento de Soto del Barco, a cuyo concejo pertenece Riberas, comisión que presidía el alcalde en funciones don Francisco Álvarez, y de la que formaba parte el secretario de dicho Municipio don Jenaro Fernández.
Además de estos señores habían concurrido al recibimiento muchos maestros de las escuelas de los alrededores, personalidades del pueblo y numeroso público.
Muy agradecido a los obsequios de que era objeto, el homenajeado saludó a los allí reunidos, trasladándose todos a las escuelas, cuyas dependencias visitaron detenidamente.
EL ACTO DE ENTREGA
Detalle del "faldon quebrado" y escudo (despojado de la corona) |
El edificio del nuevo centro de enseñanza, del cual ofrecemos un fotografía a los lectores, es obra del competente y cultísimo arquitecto don Enrique Rodríguez G. Bustelo. Consta de una sala de estudio, un espacioso atrio, otras varias dependencias, entre ellas las que han de servir de habitación al maestro, lavabos y retretes. Todo está montado verdaderamente a la moderna, hasta el punto de que pueda presentarse como modelo de escuela.
En la sala de estudios, que preside sobre el estrado un severo crucifijo y un artístico retrato de S.M. el Rey, y en la que también aparecía un cuadro del donante del edificio, don Marcelino González y García, y que ha sido costeado por suscripción pública, tuvo lugar el acto de cesión de la nueva escuela al Ayuntamiento de Soto del Barco. Firma el acta de donación como notario autorizado don Alejandro García Álvarez. El edificio está valorado en 150.000 pesetas. También contribuye a este donativo el rico hacendado, vecino de Riberas, y también perteneciente a la colonia americana don Gumersindo García, quien cedió gratuitamente varios terrenos de su propiedad.
El edificio que es hermosísimo y constituye un verdadero acierto como construcción, ostenta en una lápida la siguiente inscripción:
Concluido el acto de entrega de la nueva escuela, se trasladaron todos los asistentes al depósito de agua del pueblo, que también se debe a la esplendidez de don Marcelino González. De regreso de esta visita, e invitados por el respetable sacerdote y estimado amigo nuestro don José María Julián Rubiera, estuvieron contemplando la antigua iglesia del pueblo.
Al regreso a la escuela donde se había de verificar el banquete, tuvimos la ocasión de tomar la fotografía que acompaña a esta información.
Mientras la banda de música ejecutaba variadas composiciones, se fueron sentando a la mesa los invitados del acto.
Al concluir el almuerzo en el que reino la más franca y efusiva alegría, el maestro de la nueva escuela dio lectura a unas discretas cuartillas. También fue leída una carta de la maestra de niñas que quiso de este modo tomar parte en el homenaje.
Después, con palabra frágil y en expresivos y cordiales términos, en los que se fundían la sinceridad y el acierto unió su elogio a los que allí se dedicaban al homenajeado por su obra altruista.
Se levanta después a hablar el inspector de primera enseñanza, quien aludiendo a las frases de los anteriores oradores, dice que en actos como en el que en la mañana han presenciado los asistentes se crece y fortalece el ánimo. Elogia las condiciones de la nueva escuela, de la que dice “que hace digno “pendant” con el paisaje magnífico. Dedica calurosas frases de encomio al homenajeado y donante; canta a la cultura y añade que siendo la ayuda y la asistencia a la causa de la enseñanza lo que se propone don Marcelino, a ella debe concurrir el pueblo entero, y él mismo, que para eso se ofrece.
Tanto este orador como los anteriores fueron muy aplaudidos.
Finalmente se levanta a hablar el diputado a Cortes don José Manuel Pedregal.
Globo "Dalmau Carles Pla Editores" |
Para ello es preciso que todos pongan su fe y su entusiasmo en el trabajo que realicen, ya que ese es el medio de aprovechar este instrumento de educación que se llama escuela, que ahora pone don Marcelino en sus manos.
Consagremos a este –concluye- un homenaje entusiasta; y ese homenaje será el de aprovechar su labor, mostrándose todos como hombres cultos e intachables.
Una salva estruendosa acoge las palabras del orador. Seguidamente, el inspector de enseñanza vuelve a levantarse para proponer que se envíe un telegrama al ministro de Instrucción Pública, dando cuenta del acto. Así se acuerda por aclamación, levantándose el acto y regresando al poco tiempo en sus coches todos los comisionados, representaciones, etc. lo mismo que el homenajeado, a sus respectivos puntos de referencia.
Y así lo describe el cronista de El Comercio[3]:
“ la impresión que recibe, por tanto, el visitante de este lugar no puede ser más grata, pues es difícil encontrar en las ciudades, edificio más bello y mejor acondicionado para templo de la enseñanza infantil.”
Seguidamente pasaba a describir la “modernísima instalación hidráulica de inodoros lavados y fuentes, con todos los servicios relacionados con la limpieza y el aseo de los niños” Y el agua corriente para estos menesteres, por supuesto que no existía por entonces en Riberas y hubo que ir a captarla de unos manantiales alejados, y realizar la captación y la conducción correspondiente hasta las escuelas, igualmente a costa del “generoso donante”
En este punto añadir que según relato del ya mencionado Mon de Gerarda el agua para la escuela se cogió de un manantial que había a la orilla der río Fuentes, debajo de la plazoleta del cementerio, que se llamaba El Pozin. Todavía quedan restos visibles del depósito que unos metros más abajo almacenaba el agua.
Finaliza la crónica del comercio con las palabras del señor Pedregal:
“y por eso diré que D. Marcelino no busca con este donativo el halago ni la satisfacción de su vanidad, porque don Marcelino, que no ha querido ser nada, que no ha pedido nunca honores, lo que quiere es hacer fácil el camino de la vida a aquellos que han nacido en su pueblo. D. Marcelino González, que ha tropezado con grandes obstáculos en el sendero de su vida, ha querido que en esta escuela encuentren un camino más apropiado en su lucha por la vida los hijos de Riberas”
Fotografía extraida del libro de Benito Castrillo Sagredo |
En 1926, escribe Benito Castrillo Sagredo, inspector de Primera Enseñanza en Oviedo, el siguiente texto sobre la figura de Marcelino González:: “ [...]La bellísima escuela de Riberas construida por D. Marcelino González. Hay hombres representativos a los que trataremos de cuerpo entero, y este es uno de ellos. Nació D. Marcelino en Ucedo, Aviles, de familia humilde, y a los 14 años emigró a Cuba, ejercitándose como dependiente de almacén, donde pasó muchos trabajos y privaciones. Aun hoy a los 90 años se estremece al hablar de aquella época de su vida. Merced a su laboriosidad, se le admitió como dependiente socio de la misma casa. En este ascenso le sorprenden las guerras coloniales e ingresó como voluntario en la 7ª Compañía del 6º Batallón de Cazadores, demostrando su pericia y valor. Con el esfuerzo diario y su tesón para la lucha se redimió económicamente, y desde miembro de la Lonja de la Habana llegó a presidente de la misma entidad. Bajo su Exclusiva dirección se formó el Batallón de voluntarios movilizados para salir a campaña, demostrando una vez más el patriotismo noble y desinteresado que ponía en todos sus actos; desde los cargos de alférez hasta el de teniente coronel, fue desempeñándolos todos con una competencia y diligencia a toda prueba, sin otra recompensa que el deber cumplido. Fue en aquellos momentos de angustia una expiación para los españoles estigmatizados aún hoy por su indiferencia ante la lucha fraticida, y un estímulo para los que daban su sangre por la patria.”
Primeros alumnos de la nueva escuela con el maestro D. Matias |
BIBLIOGRAFIA
“Gran Atlas del Principado de Asturias”. Pag. 18 Ediciones Nobel
“Escuelas de Indianos y Emigrantes en Asturias”. Cosme Cuenca, Mª Fernanda Fernández y Jorge Hevia. Ediciones TREA 2003
“Indianos y Arquitectura en Asturias (1870-1930)” Alvarez Quintana, Covadonga. Ed. Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Asturias. Asturias, 1991
“El aporte de los Indianos a la instrucción pública a la Beneficencia y al progreso en general de España y su historia” hecho en LA PRENSA de Buenos Aires por Benito Castrillo Sagredo. 1926
“Marcelino González García (Vida de lucha y triunfo de un asturiano en la Habana)”. Juan Gomez y Gz. De la Buelga. 1998
Hemeroteca del diario ABC: "Los fundadores de las escuelas" (02-04-1922) y "Promotores de la enseñanza" (16-06-1929)
Hemeroteca del diario ABC: "Los fundadores de las escuelas" (02-04-1922) y "Promotores de la enseñanza" (16-06-1929)
[1] Dato sacado de Indianos y arquitectura en Asturias, p.262 de Covadonga Alvarez Quintana. En el artículo publicado en El Noroeste y que aquí se reproduce habla de 150.000 pesetas
[3] Estractos de la crónica de El Comercio de 26 de agosto de 1921 recogida en el libro ya mencionado de Juan Gomez y Gz. De la Buelga.
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