Nuestras Horas en Cuba (II)
LA SINGLADURA VOLANTE.
Desde que llegamos a Barajas, entre el general barullo con la misma vulgaridad, sus mismo equipajes, el nerviosismo y las absurdas esperas, hasta que te metes en el finguer y te sitúas en tu asiento, casi todo el mundo pone cara de suficiencia y de experimentado trotamundos entre el confuso bullicio de voces, llamadas y ruidos de gavetas, pero que produce una molesta sensación de aborregamiento, sobre todo al sufrir en clase turista, el íntegro aprovechamiento del espacio.
Luego cuando tras los saludos del comandante, el aparato inicia el recorrido por la pista con su progresiva velocidad, se produce un silencio que parece te aprieta más aún contra el asiento cuando se eleva repentinamente, con un fuerte ángulo de inclinación y hace un notable giro. Poco después, ya vuelve el murmullo general, el saludo, la alegría y como en casi todo el recorrido, un continuo ir y venir de pasajeros hacia los aseos, solo cesado cuando se anuncian turbulencias o las azafatas están sirviendo sus refrigerios. Después de un rato de conversación y de ver nubes por la ventanilla, mi mujer se puso a leer, pues a pesar de los intentos de distracción con la televisión o con los canales de música, el viaje nos resultaba tedioso y aburrido, pareciéndonos incluso que el tiempo pasaba con una aparente lentitud, inversa a la velocidad del avión. A base de arreglármelas como pude y cambiando de postura en el angosto asiento, conseguí dar una buena cabezada durante unos miles de kilómetros, a mas de 20.000 pies de altura A despertarme, ya no había película en los televisores y en la pantalla se veía una mapa en el que se indicaba la situación del aparato, que ya había cambiado el rumbo Oeste, para tomar el Sur, prácticamente paralelo a las costas de Florida.
Así pues, entre la música, las películas que visionan, alguna cabezada corta y las diferentes colaciones que son mas curiosas que apetitosas, logramos pasar esas ocho horas, sin movernos mas que para ir al servicio, pasando por un estrecho pasillo, en el que, si te encuentras con otro pasajero, hay que hacer contorsiones y tambaleantes piruetas.
Poco después de consumir una sucinta y plástica cena, nos avisaron que estábamos acercándonos a nuestro destino y que podíamos cambiar la hora de nuestros relojes, al tiempo que íbamos notando la bajada de altura del avión y el acercamiento a la isla, pudiendo contemplar claramente el archipiélago de Varadero y la costa Norte, y poco después, bastante mas bajos, la Bahía de la Habana y la Ciudad, cuando ya empezaba a decaer la tarde. El pasaje permanecía en un tenso silencio, escuchando las últimas advertencias del piloto y el anuncio de la eminente llagada al Aeropuerto de José Martí.
Como es costumbre, sobre todo cuando abunda la gente joven, al posar las ruedas en la pista, se escucharon los agradecidos y satisfechos aplausos, por el feliz aterrizaje. Al detenerse el aparato y después de las recomendaciones clásicas, nuevamente las prisas, las voces, el atasco en los pasillos con la lenta procesión hacia las puertas. Nada mas salir al exterior, notamos el calor y la humedad ambiental, maltratado por el olor del keroseno quemado y el asfalto caliente. En desordenada estampida, nos dirigimos hacia el edificio principal y nos fueron llevando hasta la sala de inmigración, que estaba ya abarrotada de gente, con un sofocante ambiente de calor, sudor y humo de tabaco de los ansiosos viajeros que llevaban unas horas sin fumar. Allí de pié, moviendo lentamente los equipajes de mano, fuimos avanzando en varias filas, hacia las cabinas en donde los funcionarios sometían aisladamente a cada viajero, a un pequeño interrogatorio, mientras observaban detenidamente pasaporte, visado y otros documentos.
Tras casi dos horas de espera, llegó nuestro turno, pasando primero mi mujer y a los pocos minutos penetré ya en la garita de cristal, en donde una madurita mulata me saludo cordialmente y me pidió mis documentos. Los examinó lentamente, me miró unos segundos y me preguntó por el motivo de mi viaje y su duración y entonces mirándola directamente le dije que pensaba estar solamente ocho días, que venía a buscar las huellas de mis antepasados que habían estado allí y de paso, a conocer su país para contemplar todas sus bellezas, añadiéndole una sonrisa de viejo picaron. Ella, a su vez me sonrió, selló mis documentos lentamente, me dio las gracias y me deseo una muy feliz estancia en Cuba., no si advertirme que para la salida del país, había que abonar previamente 25 €
Nada mas salir de la cabina y entrar en la sala de recogida de equipajes escuche unas voces, que se dirigían hacia mí, provenientes de tres sonrientes jóvenes con un uniforme tipo scout, sentadas delante de un pequeño pupitre: -Caballero. Sería tan amable de hacer un donativo para la campaña infantil de bla, bla, bla., soltando una graciosa perorata, con un marcado acento criollo y una estudiada coquetería. Con mas sentimiento de engañado que de generosidad, saqué del bolsillo el primer billete de 5 euros que palpé, que fue recibido con agradecimiento y nuevas muestras de bienvenida. Mi mujer, que me estaba esperando muy intrigada, al verme llegar con cara de mosqueo, jocosamente comentó: Qué…¿ya te han fallado tus primeros intentos de ligar ?.
Conseguimos encontrar nuestros dos carritos, dentro de un barullo de voces y un caótico revoltijo de maletas y bultos. A las puertas del aeropuerto, estaba un gran grupo de personas ansiosas buscando caras conocidas entre los pasajeros, algunos portando papeles o cartones, con nombres de personas o información de agencias y hoteles.
Localizamos al representante de la agencia, que también nos dio la bienvenida, indicándonos el bus y presentándonos a el driver Richard, un negrito algo mayor y con un puro apagado en la boca, quien a su vez también nos hizo un cumplido de bienvenida, pero sin hacer la menor intención de ayuda nos señaló la parte baja del autobús en donde deberíamos dejar nuestras valijas. Dentro del vehículo, había como unos 8 o 10 pasajeros y un alto volumen de música salsera.
Minutos después y tras llegar dos viajeros mas, arrancó el vehículo y se interrumpió la música: Señores viajeros, les habla Thomas González. Iniciamos el viaje desde el aeropuerto José Martí hacia la Ciudad de la Habana. Su duración será de unos 40 minutos aproximadamente. Primeramente haremos parada en el Hotel Nacional y posteriormente los haremos con el resto. En nombre propio y en de mi compañía les deseamos que tengan una feliz estancia en nuestro país. Muchas gracias.
Y de nuevo la rítmica música, mezclada con los quejidos del autobús y unas oleadas a naftalina, procedentes del fuerte aire acondicionado. Durante el trayecto, apenas se veían luces a ambos lados de la carretera y nos cruzamos o adelantamos a muy pocos vehículos.
Cuando ya llegamos a los alrededores de La Habana, se veían algunas luces mas y un poco de animación; poco después pasamos por la fácilmente reconocible Plaza de la Revolución con la gran efigie del Che y la Torre que tantas veces habíamos visto en los mítines del Fidel; pasados unos minutos, tras una rotonda y sobre una pequeña colina, ya vimos el iluminado Hotel Nacional, al que accedimos por una corta avenida bordeada de palmeras, con unos jardines centrales y unos cuantos automóviles y taxis aparcados en los laterales.
Cuando ya llegamos a los alrededores de La Habana, se veían algunas luces mas y un poco de animación; poco después pasamos por la fácilmente reconocible Plaza de la Revolución con la gran efigie del Che y la Torre que tantas veces habíamos visto en los mítines del Fidel; pasados unos minutos, tras una rotonda y sobre una pequeña colina, ya vimos el iluminado Hotel Nacional, al que accedimos por una corta avenida bordeada de palmeras, con unos jardines centrales y unos cuantos automóviles y taxis aparcados en los laterales.
Nueva bienvenida del portero y los mozos, que tomaron nuestro equipaje y nos dirigimos a la recepción, situada en un largo y amplio vestíbulo, con un aire muy de los años 40, con azulejos, asientos y plantas y una variopinta muestra de personajes turísticos, gente de color, rubios, morenos, altos y bajitos , con un flotante olor a tabaco de habano. Otro saludo de bienvenida y tras comprobar los documentos y darnos las tarjetas de la habitación, nos ofrecieron sus servicios y nos desearon igualmente una feliz estancia, con amable cordialidad y un discreto trato respetuoso.
Poco mas delante de la recepción y a ambos lados del vestíbulo, nos encontramos con los ascensores, muy clásicos, de madera de caoba barnizada, con hermosos herrajes y cancelas de hierro en cuya frontis superior, tenían un semicírculo y una flecha de bronce con la numeración de los pisos. Llegamos a la planta tercera, siempre precedidos por el mozo y los equipajes y tras pasar por un largo pasillo de crujiente parquet, nos abrió la habitación, introdujo la tarjeta posteriormente en una ranura y se encendieron las luces. El mozo dejó el equipaje sobre una mesa baja, intentando encender sin resultado una lámpara de pié y nos indicó la mesa de escritura, el bar nevera, el aseo y la situación del armario, tipo closset, en el que estaba empotrada una pequeña caja fuerte. Nos deseó una feliz estancia y aceptó agradecido y sonriente nuestra propina de 5 euros, pero sin hacer aspavientos.
Eran las 10,45, hora local y estábamos bastante cansados, pero mi mujer quiso abrir las maletas, colocando la ropa en las perchas y gavetas del closet, mientras yo abría la gran ventana que daba al jardín delantero del hotel. Al fin, pude percibí la brisa caribeña, plena de olor a mar, a flores y con cierta cálida humedad ambiental, acompañada de un sonido de bongós y tumbadoras, que venía de una cercana sala de fiestas. Se veía el largo Malecón iluminado y a los lejos se adivinaba la Habana Vieja. Dejé la ventana abierta, apagué el aire acondicionado y me di una reconfortante y larga ducha, mientras mi mujer acababa sus tareas y esperaba su turno. Le di un beso de las buenas noches y me acosté placenteramente en la amplia cama, quedándome casi al momento, profundamente dormido.
EL DESPERTAR EN LA HABANA.
Al día siguiente, después de aseados y vestidos, bajamos a la planta sótano, en donde estaba el buffet de desayunos; un gran espacio con varias ventanas a un jardín, con muchas mesas y en el centro una gran meseta llena de alimentos calientes, además de otros pequeños puestos con abundancia de distintas bebidas, bollería, zumos, etc. y en donde flotaba un variado olor de cafetería.
Como pasa en todos los buffet, al principio tienes cierta confusión, das muchas vueltas y no acabas de decidirte por algo concreto, condicionado por los normalmente sencillos desayunos españoles.. Buscamos una buena mesa y dejando bolsa y cámara fotográfica en ella, nos lanzamos a la búsqueda de una bandeja y a pertrecharnos de zumo, café, tostadas, mantequilla, etc. El café, como todos los cafés de hotel, malo y recalentado, pero el zumo de mango, resultaba tan deliciosamente fresco que me tome dos vasos mas, aparte de otros pequeños caprichos, con el negativo movimiento de cabeza de mi mujer. Después de consumido el abundante ágape, nos dedicamos a observar el ambiente de nuestro entorno, comprobando que había una gran mayoría de españoles de edad mediana y madura, pero al contrario de lo que pasa en España, no hablaban en voz alta y se comportaban todos con discreción, distintos de un grupo de canadienses fofos y coloradinos, que daban un poco la nota discordante y tenían la mesa llena de múltiples platos con bacón, huevos y mantequilla a medio consumir. Los camareros, blancos, mulatos y de color, estaban muy atentos a cualquier demanda y trataban de retirar rápidamente todo el servicio usado para dejar las mesas nuevamente dispuesta. Cuando pocas horas después, nos dimos cuenta de la escasez de muchos productos, sobre todo los de tipo caprichoso o lujoso, comprendimos la razón por la que están tan solicitados estos puestos de trabajo, puesto que aunque su salario no sea nada elevado, parece ser que tienen derecho, un día al mes o algo así, a poder ir a comer o cenar, junto con su familia mas directa, en una cafetería que hay en la misma planta. Un par de veces, tuvimos ocasión de comprobarlo, sobre todo en los niños, que vestidos con sus mejores galas y con los ojos muy abiertos, consumían alimentos, que aún siendo de gran sencillez, eran casi desconocidos para ellos.
Nada mas salir del comedor, nos encontramos con un simpático cubano, llamado Rigoberto, que estaba juntando a otros grupos de huéspedes, para darnos una explicación de rutas, itinerarios, costumbres, moneda, etc. Este amable guía, atendió a todas nuestras preguntas, consultas y dudas, siendo en todo momento muy correcto y bastante acertado, en cuanto a la percepción de la psicología de cada turista. De momento, nos quedamos apuntados para el viaje a Pinar del Río, pues no nos recomendó, como era nuestra intención, el alquilar un coche, mas que nada por la razón de que las carreteras de Cuba prácticamente no tienen señalizaciones y que quizás también pudiera ser molesto, las continuas peticiones de botella, es decir auto-stop. También nos previno de las múltiples ofertas de puros, ron, guías, etc. advirtiéndonos de su posible falsificación así como del peligro de ciertos servicios o contactos íntimos.
EL CONTACTO DIRECTO.
Nos decididos a conocer la ciudad y empezamos por hace el cambio de euros por los pesos convertibles cubanos, especiales para turistas. Después, llamamos por teléfono a una familia que unos amigos nuestros habían conocido cuando estuvieron en Cuba al pasado año. Estos señores, casualmente vivían muy cerca del hotel, en la calle Linea y quedaron en que se presentarían en el hotel en menos de una hora.
Mientras los esperábamos nos dimos una vuelta inicial por el vestíbulo y luego salimos al exterior, por la puerta Norte, que daba a una zona de porche cubierto, en el que había varias sillas y sillones de mimbre de cómodo aspecto. A continuación se desarrollaba un sencillo jardín con un pequeño declive, con abundante arbolado, y sobre todo palmeras entre las que picoteaban y graznaban una serie de pájaros y pavos silvestres, viéndose al final, el Mar Caribe con su particular color mientras íbamos descendiendo suavemente hasta que nos encontramos con un par de antiguos cañones de costa que dispararon contra el USS Montgomery en 1898, en plena guerra Hispano Cubana.
Cuando regresamos al vestíbulo, ya nos estaban esperando dos caballeros y ambos nos reconocimos rápidamente por los datos físicos y de vestimenta que nos habíamos intercambiado. El mayor de ellos, se presentó como licenciado Luís Fernández y nos señaló a su hijo, como el arquitecto Luís Fernández Júnior. No tuvimos problema alguno en iniciar una cordial conversación, primero hablando de nuestros amigos comunes, pasando posteriormente a temas más personales, en cuanto a familia, lugar de residencia, etc. Curiosamente, el único inconveniente que teníamos en nuestra conversación, era el referente al tuteo, que no admitían por falta de costumbre, usando siempre el ustedes. El Sr. Fernández, se os ofreció a enseñarnos la ciudad y aunque nuestra intención era el movernos con total independencia, nos pareció un poco grosero el rechazarles tal oferta, sabiendo además que era una de las maneras habituales de ganarse la vida, conservando su dignidad.
Puestos pues, de acuerdo, el hijo se despidió de nosotros y su padre llamó por teléfono a su casa, comunicándole con su mujer para que se acercara al hotel para irnos los cuatro juntos. Salimos a su encuentro por la parte Sur del hotel y nos acercamos hacia una especia de explanada, que es la que marca el principio del Vedado y en donde mas abajo, cerca del mar, se encuentra el monumento al Maine o lo que queda de él, pues parte fue llevado a otros lugares, al cambiar las relaciones con USA. Esta especie de gran plazoleta, tiene bastante animación de vehículos de todo tipo, motocicletas, taxis, pues es uno de los puntos o cruces importantes que delimitan los distintos barrios de La Habana.
Al poco rato, apareció Olga, la mujer de Luís. Era una mujer más bien entrada en carnes, con cara muy simpática, sonriente y de piel sensiblemente más oscura que la de su marido y enseguida se mostró muy cariñosa y expresiva, acompañándose siempre con mucho movimiento de manos.
Tomamos un taxi, que nos llevó por todo el Malecón dejando a la izquierda la entrada a la Bahía y el Castillo del Morro. Como íbamos hablando y mirando mas hacia el mar, casi no prestamos atención a la edificación que se desarrolla a la derecha, hasta que llegamos a la Plaza de Armas. Dejamos el taxi y allí empezó Luís a contarnos la historia que se desarrolló alrededor de esta zona, la motivación de su nombre, etc. con referencia a la época colonial española, paseando lentamente por todo aquel conjunto de calles de la Habana Vieja, como Mercaderes,. Obispo, O´Lorey. Aguiar, San Ignacio, etc. En cada lugar y en cada esquina, había una anécdota o una historia que Luís y su mujer comentaban con toda sencillez, sin presunción ni pedantería y sobre todo, sin agresividad hacia los españoles, aun cuando hacía referencia a algunos abusos y privilegios que gozaron en épocas pasadas.
Luís, decía ser nieto de españoles y estaba muy satisfecho de tener esa consanguinidad. Durante todo el largo recorrido por la Habana Vieja, en todo momento ambos rehusaron el tomar algún refresco o alimento, Entramos en salas de exposiciones de pintura, pasamos por delante de La Bodeguita de En medio, Floridita, el Hotel Ingles, La Catedral, etc. siempre acompañada de su correspondiente historia. Quizás fuera por notarse que íbamos guiados por unos nativos, casi nadie nos molestó en todo nuestro lento recorrido.
Cuando ya llevábamos más de tres horas de paseo y visiteo, las fuerzas y el calor, aunque no era muy fuerte, se hicieron notar. Le pregunte a Luís, por un lugar en donde pudiéramos comer y él me pidió esperásemos un poco más, que ya nos llevaría a un lugar especial.
Poco después nos dirigimos a la Calle Empedrado, entre Compostela y Habana y subimos a un primer piso, en donde nos presentó a su hija Beylin, una bella mulata cuarterona y a parte de sus nietos que vivían allí, en donde llevaban, lo que allí llaman un paladar, es decir una especia de restaurante familiar, pequeño y de cocina casera, que está teniendo mucho éxito entre los turistas, por ser una manera mas entrañable y menos seria que en otros establecimientos.
En el pequeño apartamento, nada mas entrar, había un sofá unas sillas y una mesa con mantel y platos puestos y estaban también esperando allí una pareja de edad media, que nos presentaron y con quienes cruzamos los saludos de rigor. Baylin, nos, indicó que nos sentáramos frente a estos señores y nos anunció que nos iba a ofrecer una comida típica cubana. Nuestra sorpresa fue, que tanto Luís como Olga, se habían quedado sentados aparte en el sofá y tuvimos que insistirles para que comieran con nosotros y que se considerasen invitados, puesto que parecía que su hija no les había incluido en el programa.
Con la familia Fernández en el Paladar |
Mientras esperábamos a que nos sirviera los primeros platos, los seis entablamos una diplomática y variada conversación, con una curiosa mezcla de idiomas, puesto que la pareja aquella, ella era francesa y él georgiano y no hablaban español, pero a pesar de todo logramos un clima familiar y distendido, mientras íbamos consumiendo ensaladas, moros y cristianos, ropa vieja, filetes de vaca en incluso una langosta algo insípida, prodigando las alabanzas a la cocinera, mas por educación que por convicción, pero nos dio una gran satisfacción el ver comer a Olga y Luis con verdadero apetito. Después de la fruta y el café, Baylin nos mostró una serie de tabacos (puros), asegurando su autenticidad y un precio mucho mas bajo que el oficial. La pareja franco-eslava, adquirió unos cuantos cigarros a los que Baylin les colocó posteriormente la correspondiente vitola o anillo, que tenía en otra caja aparte, pero me limité a decirle amablemente que no eran productos que me interesasen, incluso para ninguno de nuestros hijos.
Sabiendo que pensábamos permanecer en La Habana, y por sugerencia de sus padres, Baylin nos ofreció también sus servicios de automóvil con conductor incluido, para desplazarnos por los alrededores, pero pretextando diversos compromisos personales que teníamos que realizar, rechazamos también tal oferta. Nos hicimos una fotografías junto con toda su familia, nos dio una tarjeta y nos despedimos, después de pagar una cantidad equivalente a unos 60 euros, sin recibo alguno Su marido, que parece ser, era como una especie de agente de la policía, no apareció en ningún momento, pero acumulando datos, me di cuenta de que esta mujer gozaba de una serie de privilegios nada corrientes, puesto que además del paladar, disponía de carro propio (automóvil), podía conseguir alimentos poco frecuentes y tenía ordenador.
De nuevo en la calle, con Olga y Luís, nos propusieron regresar de nuevo hacia el hotel, pero caminando despacio, para bajar un poco la digestión y ver mas de la ciudad. Cruzando una serie de calles intermedias, nos fuimos acercando hacia el Malecón, en donde la brisa del mar alivió en parte nuestro sofoco. Mientras caminábamos algo separados, mi mujer con Olga y yo con Luís, fuimos entrando en una conversación un poco mas particular y enseguida me di cuenta de que, Luís no estaba nada conforme con el sistema revolucionario, pues en bastantes ocasiones manifestó su lamentable situación actual, en comparación con tiempos pasados. Me confesó que recibía una pensión de jubilado de 200 $ y luego hizo un listado de precios de productos de primera necesidad, para que viera la imposibilidad de consumir algo que no fuera, arroz, frijoles, ensaladas y de vez en cuando, algo de carne de puerco o pollo; por todo ello, se tenían que buscar la vida, como casi todo el mundo, aprovechándose de que había bastante turismo. Aparte de su labor como cicerone, su mujer y su hija, de dedicaban a elaborar y posteriormente vender, unas figuritas en barro de negritas ataviadas con la típica ropa del país, pintadas de unos colores muy llamativos así como también hacían otras artesanías con conchitas y caracolillos de mar, mariposas, abanicos e incluso llaveros, con un pequeño bongó o una maracas.
Luís, con cierto énfasis, fue haciendo una dura crítica del régimen y del comunismo, poniendo sus esperanzas en que todo llegase a cambiar con la colaboración de los EE UU, envidiando, (lo repitió varias veces), el ejemplar cambio de la transición española. Decía que actualmente Cuba estaba totalmente prostituida y aunque yo le recordé la corrupción de le época de Batista, el aseveraba que eso había ocurrido solo era en La Habana y exclusivamente en los ambientes relacionados con el juego, pero decidí dejar a un lado el matiz político y seguimos comentando otros temas; yo le conté parte de la historia de mi familia y amigos en relación con mi interés en conocer Cuba, comentando también como se desarrollaba nuestra vida en Madrid, el tipo de aficiones, etc. sin mostrarle en ningún momento ningún aspecto que pudiera parecer contrastadamente ofensivo o humillante para su propia situación. El me habló muy poco sobre su trabajo, refiriéndose muy enojado, a la época en la que tuvo que cortar caña, por obligación colectiva. A pesar de ser sumamente correcto y amable, me pareció que eludía prudentemente alguna manifestación más personal.
Mientras seguíamos caminando por El Malecón, yo iba observando las casas y edificios por los que pasábamos, principalmente bajo los clásicos soportales de la época colonialista, que realmente se encontraban en un estado lamentable, salvo una media docena que estaban en restauración. Desconchones, humedades, ventanas y persianillas rotas o huecos con tablones, era lo mas corriente, acompañado de un casi continuo olor a orines y heces. Entré a ver uno de los portales de una vivienda, que era muy estrecho y oscuro y me quedé horrorizado de ver los contadores y fusibles en un estado caótico, con cables chamuscados y llenos de empalmes de todo tipo. Un poco disimuladamente, saqué una fotografía de aquellas instalaciones, de las que ya había oído comentarios de nuestros hijos, cuando estuvieron en Cuba.
En el mismo Paseo del Malecón, aunque tiene algunas partes de su muro bastante deteriorado por los huracanes, imprime indudablemente un especial encanto y es un lugar de casi obligada asistencia nocturna para refrescarse. Su brisa suave, el cielo estrellado y el rumor del agua, proporciona a partir del atardecer, esa languidez y esa calma que alivia los avatares del día. A esas horas, en donde nunca falta el acompañamiento de un bongó o una tumbadora, los habaneros, se comunican y se relacionan, manifestándoseles más aún la pasión en los movimientos pausados, las miradas y piropos. Son las horas en las que se comenta, se cuchichea, se intercambian secretos y hasta se llora con nostalgia, mirando hacia el Norte, mientras numerosas parejas se arrullan y algunos turistas (come bollos) buscan el amor barato, de quienes ya tienen mas necesidad que pudor.
Poco a poco, nos fuimos acercando al Hotel Nacional. Les comenté que habíamos traído una serie de pequeños artículos para regalar, preguntándoles cual era el lugar mas conveniente para entregarlos puesto que nosotros habíamos pensado en donarlos en alguna escuela pública, pero Luís, me disuadió de nuestra idea, puesto que podían tomarlo como una especie de confirmación de que el gobierno no les proporcionaba el material escolar suficiente, sugiriéndonos que ellos mismos harían el correspondiente reparto, entre las amistades mas necesitadas y que todo ello era mas conveniente que lo hiciéramos en su casa, que estaba muy cerca.
Así pues, Olga y mi mujer, se fueron por delante, Luís se quedó esperándome en el vestíbulo, puesto que a los cubanos no les está permitido pasar de allí y subí rápidamente a la habitación para recoger uno de los dos lotes que tenía preparados para regalar. A mi regreso, me comentó con cierta amargura, que sin embargo los miembros del gobierno y del partido, entraban y salían cuanto querían y que en ese mismo hotel, se fraguaban muchas intrigas, contactos y negocios.
El lugar en donde vivían, era un edificio que indudablemente debió de conocer tiempos mejores, puesto que, como casi todos, estaba muy descuidado, con abundancia de desconchados, herrumbre y carpintería en mal estado. El ascensor, tenía el suelo con varios parches de distinto tipo de material vinílico y numerosos rayas, escritos y dibujos en sus metálicas paredes. Me sorprendió el ver que todas las viviendas, tenían una doble puerta de entrada, una de ellas, la interior de madera corriente y la otra, una especie de reja de hierro, con cadena y candado.
A la puerta de su piso, estaba esperando Olga, acompañada de su hija Carmita y su nietecilla, una preciosa mulatita muy educada y correcta. Olga, enseguida le comunicó a Luís que mi mujer les había comprado en el supermercado cercano, aceite, pasta, sopas y cremas, que era prácticamente lo único que allí había, pero que no estaba normalmente a su alcance. La parte que vimos del interior de la casa, que parecía ser bastante pequeña, tenía unos muebles sencillos de mucho brillo, un par de sofás de plástico y muchas baldas llenas de figuritas de bailarinas, altarcitos, animalillos y llaveros, hechos por Olga y su hija, que según dijeron vendían por las calles, a los turistas.
Les entregamos cierta cantidad de dinero, como unos cien bolígrafos y lápices, gomas de borrar, pastillas de jabón, gel de baño, champú, pasta de dientes, camisetas cortas, etc. y una media docena de gafas de graduación media, con su correspondiente funda, todo nuevo y gran parte de ello procedente de donaciones de amigos y familiares que sabían de su escasez y necesidad.
A pesar de la satisfacción que nos producía el aliviar sus carencias, sentimos un gran bochorno por las continuos bendiciones y exclamaciones de agradecimiento que Olga profería, que nos parecían desproporcionados para tan sencilla aportación, mientras Luis, con mas dignidad, nos echaba unas expresivas miradas. Nos ofrecieron un refresco, pues rechazamos otras bebidas y luego asomados a la terraza, estuvimos bastante tiempo charlando y comentando nuestras respectivas vidas. Entre otras cosas, Luís, me informó de la observación a que estaban sujetos todos los ciudadanos y me puso al tanto de que no me fiara de nadie, pues había muchos tipos de confidentes en las calles, locales e incluso en cada casa,, asegurando que en la suya misma, a estas horas ya habría hecho un informe de que habían recibido una visita de turistas españoles.
Nos despedimos de ellos, con la promesa de volver a vernos y nos dirigimos el Hotel, cuando ya estaba cayendo la noche y cambiaba el sentido de la brisa. Dimos una vuelta por el jardín, y en un pequeño kiosco, nos tomamos un refresco que hacían allí mismo, pasando trozos de caña de azúcar por unos rodillos movidos a mano y aunque dicha maquinita era primitiva, antihigiénica y mal conservada, la bebida era realmente deliciosa. Como no teníamos muchas ganas de cenar nos tomamos un sándwich y un vaso de leche y nos fuimos a la habitación. Ducha, pijama un poco de TV y caímos como leños, en la cama.
PASEANDO LOS DIAS.
Al día siguiente, después del desayuno en el buffet, algo menos copioso que el día anterior, pero con muchos zumos y poca bollería, salimos del hotel dispuestos a movernos por nuestra cuenta. Tomamos un taxi, un antiguo Mercedes que parecía estar en mejor estado, cuyo conductor, Jacinto Rivero, enseguida no dijo que había nacido en Lugo y por el camino nos fue contando algo de su vida. Nos dejó frente al Palacio de los Capitanes, posiblemente el centro más emblemático de la Habana Vieja y le prometimos volver a contratarlo, pues estaba siempre a la puerta del Nacional. Visitamos este Palacio y luego, a la salida, anduvimos charlando y viendo libros antiguos entre los numerosos puestos que había en la Plaza; yo tenía mucha sed y casualmente vimos una local decorado con azulejos, La Tinaja, La casa del Agua, junto al Restaurante La Mina.
Allí dentro, detrás de un sencillo mostrador de mármol, estaba un gallego, que ahora no recuerdo su nombre, que nos atendió tan amablemente que me tuve que tomar mas de cuatro vasos de la fresca agua, que según dijo, provenía de un manantial descubierto muchos años atrás. Nos sacamos unas fotos juntos y quedamos en volver otro día por allí. No nos imaginamos el daño que me iba a producir esa agua, que si bien es totalmente potable, parece que tiene algunas bacterias que no caen bien a todo el mundo y que a mí, quizás por mi problema renal, me causaron un tremendo trastorno gástrico.
Allí dentro, detrás de un sencillo mostrador de mármol, estaba un gallego, que ahora no recuerdo su nombre, que nos atendió tan amablemente que me tuve que tomar mas de cuatro vasos de la fresca agua, que según dijo, provenía de un manantial descubierto muchos años atrás. Nos sacamos unas fotos juntos y quedamos en volver otro día por allí. No nos imaginamos el daño que me iba a producir esa agua, que si bien es totalmente potable, parece que tiene algunas bacterias que no caen bien a todo el mundo y que a mí, quizás por mi problema renal, me causaron un tremendo trastorno gástrico.
Continuamos nuestro recorridos por calles y plazas, totalmente metidos en el ambiente de la vieja Habana, con sus ruidos, olores y colores. De vez en cuando, se nos acercaba algún muchacho a ofrecer sus servicios de guía o pidiendo discretamente algún peso. Cualquiera que fuera nuestra reacción, siempre mostraban una exquisita educación y un trato hasta expresivamente cariñoso. Creo que fue en la calle Mercaderes, en donde estaba un personaje, muy popular, Graciela, una mulata entrada en años, sentada en el quicio de un portal y a quien conocen casi todos los turistas, pues ella te pide un peso con gran educación y después de dar las gracias, sigue dándole chupadas a un gran tabaco.
Entramos en el museo de la Revolución, que es bastante interesante si se toma con cierta calma, pero sus salas están en bastante mal estado de limpieza y conservación. En los pasillos de comunicación, siempre te encontrabas con unas mujeres, sentadas en una silla, que mientras parecía que leían un libro, ejercían una nada disimulada vigilancia. Estuvimos prestando especial atención a las salas en donde explicaban las diferentes batallas, enfrentamientos o intentos de invasión, como el de Bahía Cochinos, muy bien detallado, así como fotografías de la época de Sierra Maestra, la entrada en La Habana, etc. En una vitrina de la parte histórica, me encontré con la sorpresa de ver un machete de gala, que perteneció a Maceo y que según indicaba el cartel adjunto, había sido donado por una familia cubana. Inmediatamente pensé si podía ser el mismo que le fue regalado a mi abuelo y que posteriormente, durante nuestra guerra civil, alguien se lo llevó y en un acto de patriotismo, lo cedió al Museo.
Aunque sin mucha esperanza, estuve repasando la lista de caídos por la Revolución por si encontraba el nombre de mi amigo José Manuel Quiñónes, pero como tengo entendido que había sido fusilado por disconformidad con el sistema, lógicamente, no figuraba entre los héroes. Nos enseñaron el despacho que tenía Batista, la sala de reuniones del gobierno y la puerta de escape por la que huyó disimuladamente el dictador. Ya en el exterior del edificio había un carro de combate ruso, un avión de caza y uno de los famosos misiles, que tanto revuelo armaron en los tiempos de Kennedy y una especie de yate, el Gramma, que tuvo su protagonismo en la época de la Revolución.
Nos llamó la atención la numerosa presencia de la bandera de Cuba en casas, establecimientos y vehículos, además de la evidente devoción popular por la figura del Che en murales, paredes, escaparates, camisetas, bolsas, carteras, etc., con mucha mas proliferación que las de Fidel. También son numerosos los bustos del político y poeta José Martí en jardines y calles.
El recorrido a pie por la Habana Vieja, que es de obligado cumplimiento y desde un punto de vista profesional, al que uno no puede renunciar, puede producir una serie de vivencias y situaciones bastante contradictorias, puesto que en general, el aspecto externo de calles, casas y establecimientos es bastante negativo y deprimente, salvando en muchas ocasiones, la vistosidad de algunos monumentos edificios o rincones de gran calidad y belleza, casi todos procedentes de la época de la colonización y la restauración que se va haciendo y que, aunque lenta, está llevada con mucho respeto, sin encontrar alguna construcción que rompa con la armonía arquitectónica, como pasa en nuestro país, pero de todas formas se nota una gran falta de conservación y mantenimiento de las casas, dada la precariedad de medios y la escasez de material de construcción, con numerosos edificios con grietas, apuntalados y con desconchones, la mayor parte de las ventanas faltas de cristales y muchos tendederos de ropa y cubos de basura atestados. En algunos edificios antiguos, derribaron las grandes escaleras existentes, sustituyéndolas por otras mucho mas estrechas, para ocupar ese espacio y hacerlo habitable.
Parece ser que, los lugares mas solicitados son las azoteas y terrazas de los edificios, dadas sus mejores condiciones de ventilación, ya que en muchas de las casas y portales, por los cambios de distribución y aprovechamiento de espacios, la circulación de aire es muy escasa y va plena de olores de todo tipo. En estos áticos, (que aunque son ilegales, están descontrolados) se forman varios cuartos o habitaciones de 12 y 15 metros cuadrados, en las que encajan una cocinilla de keroseno, unas colchonetas, disponiendo de un aseo común para varios inquilinos y teniendo que subir el agua a cubos. La guasa y el humor cubano, unido a su ácida crítica de la situación, suele denominar a estas viviendas como pent house.
Igualmente, en apartados o barrios como Vedado, en el que abundaban las mansiones, casas, villas y solares, se fueron anexionando a su entorno otras construcciones y tinglados muy elementales, para ubicar aseos, garajes o chamizos, en las que no falta la barbacoa.
Algunas calles de la Habana Vieja, tienen regueros de aguas fecales y el pavimento de aceras y vías en mal estado, siendo de notar, la cantidad de postes y cables telefónicos o eléctricos que cruzan calles y paseos. Los puestos de verduras y refrescos, así como los locales de alimentación, carnicerías o pescaderías, muestran un aspecto oscuro y realmente poco atractivo. Prácticamente, no hay anuncios luminosos y la iluminación nocturna, es realmente escasa, salvo en el Malecón y algún monumento singular. Hay bastantes cafés y restaurantes turísticos, en los que se ha cuidado bastante su aspecto decorativo e higiénico y en ellos es muy corriente encontrarse con un conjunto musical, interpretando diversas melodías cubanas, entre las que no falta nunca, como remate, la canción dedicada al Ché Guevara.
Entre los siempre atestados transportes públicos (guaguas), se ven numerosos tipos de vehículos: Camellos, camiones de transporte con trailer, que lo han adaptado para llevar pasajeros; bicitaxis, arrastrando un carrito con un pequeño sillón o sofá de sky con toldillo y flecos, llevado por un siempre delgadísimo ciclista. Veloces Coco Taxis, que son Vespas con una carrocería en forma de medio coco o media naranja, en el se sitúan dos asientos. Cubataxis,, con viejos Lada rusos llevando hasta cuatro viajeros que se van incorporando a lo largo de una ruta y cada uno de este tipo de transporte, tiene colores, características y precios distintos. También hay carros con burritos, amen de camionetas, camiones, autocares y extrañas guaguas, con destinos y distancias diferentes. Los autobuses escolares, de color amarillo, aun mantienen los rótulos de entrada y salida en francés, dado que fueron comprados o regalados por Canadá. Todos los alumnos de primaria de las escuelas públicas, van uniformados y muy limpios, gozando del beneficio de una alimentación diaria extra.
Aparentemente no se ven paradas de autobús señaladas, pero se sabe donde están, por el confuso numero de viajeros que esperan, en el que se observa un educado desorden con un picaresco y calculado acercamiento preparatorio de los varones hacia las jóvenes mas lustrosas. Entre los vehículos particulares, bastante escasos, se ven pocos coches europeos, mas que nada escarabajos WW y los pesados automóviles Lada rusos compitiendo, con los llamados almendrones, Fords, Pontiacs, Chevrolets, de los años 60, tan mezclados de mecánica como de llamativos colores.
Pero lo que más domina en toda la parte de la Habana Vieja, junto con su colorido y su bullicio general, es un fondo musical, múltiple, variado y continuo, ya que casi todos los establecimientos, puestos callejeros, carritos o cualquier tipo de vehículo, tienen altavoces en los que se emite música caribeña, todo lo cual, imprime a los habaneros un cierto caminar entre cadencioso y rítmico con un semblante más bien sonriente y amable, no siendo normal ver a nadie con prisa. Su vestimenta y aspecto es sencillo pero limpio; los jóvenes, como en casi todos los lugares, lucen generalmente pantalones vaqueros y camisetas o polos con anuncios de universidades, banderas cubanas, la efigie del Che y toda una variedad de anuncios. En contra de lo que esperaba, se ven pocos caballeros con guayabera, salvo en lugares de cierto ambiente más exigente. Las mujeres llevan ropa de vivos colores, bastante ceñidas y blusas con amplios escotes y muchas llevan turbante. Cualquier tipo de prenda es muy solicitada a los turistas, lo mismo que la ropa, lencería femenina o los cosméticos, desodorantes o champús, pues el pueblo cubano, esta muy pendiente de su pulcritud personal.
Los colmados o tiendas de alimentación, tiene las estanterías prácticamente vacías, con solo algunos productos sencillos como pasta, arroz, frijoles, aceite de palma, etc., prácticamente los correspondientes al escaso racionamiento. Las ferreterías, apenas tienen material alguno y no hay interruptores, cable, aparatos eléctricos, pinturas o herramientas, todo lo cual hace que la escasez, ha producido un alto desarrollo de la imaginación del cubano, mostrando una gran habilidad y un aprovechamiento de cualquier tipo de material, sobre todo en algunos pequeños establecimientos, cuyo propietario tiene ingenio y disposición y que se dedica a reparar o adaptar cualquier tipo de aparato casero, con elementos de lo mas insospechado. Yo me acordé de lo que podrían hacer estos hábiles mecánicos, con la cantidad de material desperdiciado de todo tipo que se encuentra en nuestros contenedores, recelando que algún día lamentaremos ese provocativo derroche.
Desde luego que no se ven ni grandes almacenes, ni tiendas o boutiques, salvo unas pocas destinadas exclusivamente a turistas. La ilusión mayor de todo vecino, aparte del problema alimentario, es la de disponer de un frigorífico, ventilador o mayormente, de aire acondicionado, pero siendo muy corriente el tener ventiladores de techo.
Al día siguiente, tomamos un autobús de agencia, en el que iban unas quince personas de nacionalidad distinta, con destino a Pinar del Rió. En el viaje, intercambiamos algunos comentarios con unas chicas catalanas, sobre nuestras respectivas impresiones, coincidiendo en muchos aspectos, especialmente sobre las inevitables criticas que se llegan a ver en todas las dictaduras.
Pinar del Rió, es la provincia mas occidental de la Isla y a su capital, que está como a unos 180 Km. de La Habana, se llega por una de las autopistas que tiene Cuba, la A4, una doble carretera de tres carriles separada por una pequeña mediana y cuyo pavimento es variable y con algunos tramos en mal estado; no vimos mas que un par de gasolineras y existen muy pocas indicaciones de lugares o de distancias kilométricas, a pesar de que te puedes encontrar bastantes carteles de gran tamaño con consignas revolucionarias, frases con efigies de Fidel o con planes educativos.
El paisaje es bastante agradable, con pocas diferencias de nivel, mucha vegetación, sobre todo palmeras de diferentes tipos, formas y alturas y te cruzas con una gran variedad de vehículos, a los que se les pasa por derecha e izquierda, tales como carretas de bueyes con neumáticos, motocicletas con sidecar casero, caballerías, automóviles de colores llamativos, bicicletas con tres personas, etc. y realmente no observamos policía ni control alguno. Por el camino, también vimos un gran embalse de agua, que estaba formado por una especie de talud de unos 5 metros de altura, que contiene las aguas, posiblemente dedicadas a regadío. Esta provincia, es posiblemente la mayor productora de tabaco de la Isla y parece que también producía bastante caña de azúcar.
Como a mitad de recorrido, creo que fue en Taco Taco, nos paramos en una especie de lugar de descanso hecho para el turismo, con unas construcciones bajas de piedra, madera y techos de palma, típicas de la zona, además de un bar y unas tienditas de souvenir bien instaladas, en las que se vendía, como siempre, camisetas con el Che, cajas de tabaco, banderitas cubanas y objetos artesanales hechos can palma, madera o cerámica. Había un conjunto de guitarras, maracas y bingos, interpretando música del País; después de tomarnos unos frescos garapos y un rico cafetíco, compramos algunas pequeñas cosas. En los alrededores, de una belleza muy tropical, proliferaban los bohíos, entre palmeras y cultivos, viéndose también algunos ejemplares vacunos de extraña cornamenta.
A poco de recorrer la segunda parte, el paisaje iba cambiando, viéndose a la derecha un conjunto montañoso muy interesante, al tiempo que el terreno se hacia mas sinuoso y mas verde, incluso con algunos desniveles bastante fuertes y amplios valles (hoyos) El trafico era mas bien escaso y de vez en cuando nos cruzábamos con algún autobús de turismo, con gran intercambio de bocinazos. Poco después llegamos al Poblado de Viñales, pequeña población campesina de casitas bajas, muchas de ellas de madera, con una calle principal con pórticos y columnas en la que se encontraba casi todo el pequeño comercio, correos, ayuntamiento, etc, y mucha gente sentada o en hamacas, bajo sombrajos, a la puerta de sus viviendas. Casi todos los hombres llevaban la clásica ropa blanca de los guajiros, tocados con sombrero y muchas mujeres con graciosos turbantes.
El autobús, tuvo que hacer maniobra para tomar una carretera secundaria, que nos llevaría hasta el Valle de Viñales por un recorrido sinuoso y en donde se nos iban apareciendo, cada vez mas cerca y mas claros, los clásicos mogotes, tan característicos de esta zona; los mogotes, son redondeadas formaciones de rocas calizas antediluvianas, actualmente cubiertas de vegetación, que surgieron de la tierra como burbujas gigantes, por lo que en su interior abundan las cavernas y cuevas, algunas incluso con pequeños riachuelos que las atraviesan. Toda esta zona, esta considerada como Parque Nacional, siendo zona protegida y considerada como Reserva de la Naturaleza.
Llegamos al Valle de las Dos Hermanas, en donde se nos ofreció el espectáculo de un gigantesco mural, de unos 200 mts. de anchura, en el que se representa la evolución biológica de la Sierra de los Órganos, desde la prehistoria cubana.
Allí mismo visitamos una representación de un poblado indígena, en donde estaba un fornido y moreno joven, encendiendo una pequeña hoguera y que causaba la admiración de las turistas, dada su escasísima vestimenta de tradición india. Después pasamos a visitar la Cueva del Indio, con interesantes formaciones de estalactitas y oquedades, que se recorre en parte en una barca que circula por unas clarísimas aguas subterráneas, el Río S. Vicente, siendo una pena que esta embarcación no fuera propulsada por un motor eléctrico, en lugar de un apestoso y ruidoso motor de gasolina, que hacia perder el encanto de tan relajante espacio.
Cuando me encontraba con algún empleado que era vecino o habitante de la zona, les hablaba de mi primo Ángel y de su rancho, pero prácticamente nadie lo conocía; solamente un viejo guajiro, me habló de un gallego que vivió cerca del Rancho San Vicente y del que se dijo que se había muerto por un disparo de su escopeta, lo cual me imaginé que se trataba de la misma persona, pero este buen hombre no supo añadir mas, lógicamente, puesto que habían pasado mas de 40 años de ese suceso.
Pasado el recorrido por la caverna y una vez en el exterior, volvimos a una pequeña zona de venta de souvernirs, bebidas, cocos y piñas después nos llevaron a una especie de rancho, formado por varios edificios bajos, con terrazas y porches, en donde se nos ofreció una típica comida criolla, de frijoles con arroz y cerdo curado, que se nos sirvieron en unas grandes mesas con bancos corridos y que resulto ser una especia de reunión internacional muy distendida y agradable, en la que se escuchaban conversaciones en varios idiomas. Nosotros estábamos rodeados de dos parejas de ingleses de edad madura, una de los cuales, nos comentó que se pasaban grandes temporadas en Alicante, gozando de las bonazas del Levante y haciendo grandes elogios de la calidad de vida en España y de nuestro abierto carácter.
Escuchando una vieja melodía cubana |
Terminada la comida, dimos un paseo por los alrededores, por unas suaves pendientes con hierba y pequeños matorrales, con una temperatura bastante agradable y un silencio animado por algunos graznidos de pájaros tropicales. Poco después, nos montamos en el autobús y nos dirigimos hacia la capital de la Provincia, Pinar del Río, una antigua ciudad fundada en 1700, que muestra algunos interesantes edificios del siglo XVIII y es cuna de la producción del mejor tabaco del mundo, el de Vuelta Abajo.
Es una ciudad bulliciosa por el turismo, pero no muy animada de una población aun más lenta y pausada que la de La Habana. Nos paramos delante de la factoría de Cohíbas y nos llevaron a su interior, en donde algunos de nosotros, sentimos un desagradable sensación de intranquilidad y desasosiego pues nos hicieron dejar, todos nuestros objetos de mano, bolsos, carteras, cámaras, etc. , en una destartalada consigna, para pasarnos a continuación a un lugar que nos sorprendió por su temperatura elevada y un denso y sofocante olor a tabaco, humedad, suciedad y sudor; la llamada galera, que es una especia de nave, en donde trabajan como unas 50 o 60 operarias, (las torcedoras), con una escasa y sudada vestimenta, sentadas en unos rígidos bancos ante unas mesas corridas, en donde elaboran los cigarros, con escasas herramientas, pero con una impresionante habilidad manual produciendo unos puros de una gran igualdad y perfección. Un lector, narraba alguna extraña historia, mientras las operarias, al pasar junto a ellas, nos pedían disimuladamente algún peso, chicle o caramelo.
Fábrica de tabaco Francisco Donatien en Pinar del Río Foto: |
Me negué a seguir viendo aquel deprimente espectáculo y junto con alguno otros mas, nos fuimos hacia la salida, en donde mi mujer me estaba esperando, ya que ella se había resistido a entrar, pero al encontrarme a una especie de vigilante uniformado, ante su sorprendida cara, le manifesté mi opinión de que aquellas visitas, me parecían absolutamente negativas, para la imagen revolucionaria que pretendían difundir. Se encogió de hombros y se dio media vuelta.
En la puerta de la factoría, estaba mi mujer hablando con dos jóvenes empleadas y les hice el mismo comentario, a lo que ellas, en tono confidencial, nos ampliaron mas detalles sobre tal profesión, justificándola como que era uno de los pocos trabajos que se puede conseguir allí, si se esta capacitada y se compromete a elaborar unos 100 o 110 cigarros al día, por un sueldo, que no especificaron, pero que es absolutamente desproporcionado al precio unitario de cada puro, que suele estar en el mercado a una media de unos 5 o 6 $, por ser quizás, la marca mas famosa y solicitada, incluso en USA. Ellas mismas, ofrecieron venderme algún cigarro a precio menor, cosa que rehusé, dándoles unos pesos a cambio de sacarles una fotografía como recuerdo. Igualmente estaba programada una visita a una fábrica de ron, pero como tampoco nos interesaba adquirir tal licor, rehusamos a tal invitación.
Ya caída la tarde, retornamos a La Habana, en un viaje que se nos hizo larguísimo y pesado, dada además la falta de visión alguna en todo el trayecto, salvo algún que otro vehículo que adelantábamos. Conversamos y comentamos algunas facetas del día con las catalanas, pero como había que hablar bastante alto, dado el volumen de la música salsera de fondo, lo dejamos enseguida. Un cierto cansancio físico, el ronroneo del motor y la charanga matancera, me hicieron caer en un sueño placentero.
Cundo me desperté, ya muy cerca de La Habana, me sorprendió el fuerte olor a humedad, naftalina y desinfectante que me llagaba de la cabecera de mi asiento, en donde tenía apoyada mi cara; el aire acondicionado, excesivamente frío, también exhalaba un tufo a polvo acumulado, con lo que mi estómago, ya bastante deteriorado por el agua del día anterior, empezó a dar signos de rebelión y extraños movimientos internos.
Cuando llegamos al Hotel, yo estaba bastante deteriorado y sentía bastante pesadez, por lo que nos tomamos una ligera cena, con zumo de frutas incluido y nos fuimos a descansar, casi sin hacer comentarios sobre la jornada. Mi mujer se puso a ver la televisión y yo me dormí en poco tiempo.
PATEANDO LA HABANA.
Al día siguiente, después de desayunar, volvimos a dirigirnos hacia la Habana Vieja. Por aquello de experimentar algo nuevo, tomamos un Coco Taxi y le pedimos que nos llevar hasta el Castillo del Morro.
El muchacho conductor de aquel artefacto, emprendió una marcha endemoniada por todo El Malecón, serpenteando entro los demás vehículos, mientras nosotros, dentro de aquel cascarón, soportábamos malamente el aire que se revolvía de una manera molesta, cargado además de un espantoso olor a gasolina quemada. El joven aquel, tenía más morro que la fortaleza, pues cuando pasamos El Prado, dobló por la Plaza de Armas con intención de seguir su ruta a través de toda la Bahía de La Habana, lo que supondría un recorrido de muchos más kilómetros. Le advertimos de su aparente error parar y le pregunté porqué no nos llevaba directamente a través del túnel por el que solo se tardaba unos 5 minutos y él algo avergonzado y temeroso por si le denunciábamos, argumentó confusamente que no le estaba permitido tal paso. Le pagamos y a continuación tomamos un taxi que nos llevó hasta el mismo Castillo.
Alquilando un coco-taxi |
Esta fortificación, clásica de la arquitectura militar colonial del siglo XVI-XVII, junto con el Castillo de San Salvador de la Punta, controlaba la entrada a la Bahía. Esa hermosa construcción, recia y bien armada con sus dos baterías, tiene con un pasadizo portentoso, muchas troneras, polvorines, bastiones y dependencias muy interesantes, comunicados mediante largas galerías. La vista desde lo alto, junto a ese faro tan conocido en postales y películas, es realmente hermosa y no es extraño el ver entrar o salir algún gran barco, rodeado de gaviotas, con la cercan fortaleza de La Cabaña de triste historia como cárcel. Todos los días, al anochecer se dispara un cañonazo, tradición seguida desde la época colonial, con cuyo aviso se indicaba que se cerraba la entrada al puerto. Este romántico acto es seguido siempre por multitud de turistas y nosotros sentimos bastante no poder haber asistido a él por una mala organización de itinerarios y mi incomoda situación física.
En otro taxi, regresamos a la Ciudad y volvimos a deambular por la Plaza de Armas, charlando y comentando con los libreros que allí están ubicados al aire libre, resultando muy interesante el mantener un dialogo con ellos, pues son personas de gran educación, profundo conocimiento de libros y una amabilidad exquisita, sobre todo con los españoles, pues incluso nos permitieron ojear y rebuscar libros, catálogos y álbumes, pues yo iba en busca de unos anuarios que sabía habían sido editados, con la relación de familias y negocios españoles en Cuba, pero precisamente los años que me interesaban, es decir desde 1960 a 1962, incluso hasta las guías telefónicas estaban mas que agotadas, puesto que fue la época de inicio del gobierno revolucionario y todos ellos fueron muy solicitados, precisamente por los primeros que se fueron de la isla, con lo cual, no logré encontrar dato alguno, sobre mi amigo Jesús ni de su familia. No se puede sacar de la isla ningún tipo de libro que haya sido editado por el gobierno, por considerarse propiedad del pueblo…
Casi por casualidad, me indicaron el lugar en donde habían estado las Bodegas de Marcelino González y El Baratillo en donde también trabajó mi amigo. Este tipo de negocio que fueron las autenticas tiendas de ultramarinos de la época, eran casi todas llevadas por “gallegos” y sus familiares. Hay casi como una leyenda tradicional con respecto a ellos, asegurando que “trabajaban mucho, cargaban sacos y fardos, gastaban poco y dormían bajo el mostrador,… y todo ese esfuerzo por regresar algún día a su tierra natal, como indiano triunfador, cargado de pesos, un aparatoso haiga, unos buenos trajes de alpaca y sin faltar un grueso diamante. Estos locales, como generalmente eran de grandes dimensiones y estaban situados en las esquinas, prácticamente desaparecieron después de la Revolución y fueron ocupados por salas de exposiciones, librerías, restaurantes, etc.
Una vez más y un poco desorganizadamente, dimos unos largos paseos por la Habana Vieja, descubriendo por nuestra cuenta los lugares o edificios más populares o emblemáticos y cruzando las calles Empedrado, O´Reilly, Obispo, Obrapía, nos íbamos topando con La Catedral, La Iglesia de San Francisco en donde esta una escultura en bronce a tamaño natural del Caballero de Paris, con diversas galerías de arte, La Bodeguita de En medio, etc., siempre con un constante encuentro de turistas y ciudadanos, apareciendo de vez en cuando algún grupo de danzantes mulatos sobre zancos, ataviados con la clásica vestimenta folclórica, con bongos, maracas y tumbadoras. Por mera curiosidad, entramos en Floridita y mi mujer se tomó un daiquiri, servido por el famoso Roly con su chaqueta roja, llena de condecoraciones e insignias, mientras contemplamos su ambiente decorado de estilo Regency y se me antojó que me hicieran una foto en el rincón preferido de Hemingway.
Seguimos por aquellas calles, hasta que llegamos a la Calle Sol, buscando la casa en donde vivían unos señores con quienes previamente nos habíamos citado por teléfono desde el hotel. Llegados al portal, llamamos a un timbre y después de explicarles quienes éramos, nos abrieron la puerta desde arriba por medio de una cuerda que pasaba por el centro de una empinada escalera, bastante penosa de subir hasta llegar al último piso, en donde fuimos recibidos con gran alegría por la joven y guapa abuela Luz Miriam, prima hermana de Elma González Tamargo, nuestra querida vecina y mejor amiga de Riberas, que nos había dejado un sobre para que se lo entregáramos a ella.
Estuvimos un buen rato charlando de diversos temas, explicándoles los motivos de nuestro viaje y hablándoles muchas cosas de Asturias y su familia de Riberas, sin rozar demasiado el tema político y también les dejamos también una serie de pequeñas cosas, que sabíamos eran escasas y de difícil adquisición. Uno de los hijos, Julio, mostraba gran interés por saber las posibilidades de trabajo que habría para un profesional como él, técnico en ordenadores y hablando un buen ingles, aunque le informamos de la realidad sobre la avalancha de inmigrantes casi continua la que llegaba a nuestro país, añadido a los problemas de la carestía de vida, la vivienda etc. para unos sueldos no demasiado altos, aunque estuvieran bien preparados.
En el poco tiempo que estuvimos juntos, mantuvimos un contacto muy cordial y con gran naturalidad, nos dieron muestras sinceras de cariño y gratitud y antes de despedirnos, nos sacamos unas fotos en la terraza y quedamos en mantener contacto por medio de E-mail.
Pocos años después Luz Miriam estuvo un mes en Asturias gracias a un viaje de añoranza que patrocinaba el Principado para las familias de emigrantes. Su hijo Julio, también consiguió entrar en España y encontrar un trabajo, estando unos días hospedado en nuestra casa.
Después de la visita, entramos a comer en un restaurante llamado Zaragozano, que resultó bastante flojo de calidad y lento de servicio y luego seguimos pateando calles y plazas, viendo palacetes y casonas, alternando con casas semi ruinosas, andamios y apuntalamientos, llegando hasta el Capitolio ante el que ya mis fuerzas flaqueaban de tal manera, que la escalera de acceso me parecía la de una pirámide maya; nos acercamos hasta la entrada al Barrio Chino y nos lanzamos a la búsqueda de un taxi, para regresar al hotel.
A las 6 de la tarde me metía en la cama, con algo de fiebre, un estomago hinchado y un cansancio de siglos en mi cuerpo y mientras yo descansaba, mi mujer, se dedicó a ver a Fidel en la TV, con motivo de la inauguración de un Congreso Internacional de Educación, aguantándose un discurso de mas de tres horas del comandante, que estuvo todo el tiempo de pié. Ella asegura, que se enteró más de la ultima historia de Cuba, que en todo lo que había oído hasta ahora.
En los días sucesivos, continuamos pateándonos y dando vueltas y revueltas por la parte de la Habana Vieja, El Prado, el Castillo de la Real Fuerza, Plaza de S. Francisco, La Catedral, El Palacio de los Capitanes Generales, La Plaza Vieja, el Hostal Valencia, etc., sin olvidarnos de ver los magníficos edificios del Centro Gallego y Centro Asturiano encontrándonos en un momento dado y casi casualmente, con la Óptica Almendares, en la Calle Obispo, en la que trabajaron mis tíos. Es un local que conserva gran porte, con carpintería y estanterías de madera de caoba barnizada, todo muy limpio y bien conservado.
Calle de Los Oficios |
Allí, me puse al habla con el gerente del local y le expliqué la causa de mi interés. Lógicamente, él no tenía la menor idea de aquella época, pero amablemente nos hizo pasar a su despacho, también muy bien conservado, mostrándome un par de fotografías fechadas en 1923, en las que se veían como a unos ocho caballeros, muy rígidos detrás del mostrador, todos vestidos de levita, cuello de pajarita y corbata de lazo, pero por más esfuerzos visuales que hice, no pude distinguir a mis tíos, que entonces tendrían alrededor de los 35 años, puesto que todos me parecía iguales y mucho más mayores, aparte de que las fotografías eran muy contrastadas. Le comenté un poco lo que sabía de las actividades de aquella época, en la que mis tíos Istín y Félix solían hacer frecuentes viajes a Europa para adquirir material óptico. Actualmente la actividad de este negocio esta prácticamente limitada a la venta de gafas (espejuelos).
También en esos días posteriores, con nuestro ya amigo Jacinto, el taxista gallego que siempre estaba a las puertas del hotel, nos dedicamos en parte a recorrer los barrios o apartados de Vedado, Marianao, Miramar, etc. intentando verificar si en alguna de las direcciones que me habían proporcionado, lograba encontrar la casa de mi amigo Jesús, pero ninguna coincidía con la escasa descripción de que disponía, aparte de que habían pasado ya cuarenta años y hasta era muy posible que hubiera cambiado mucho su fisonomía externa. En el barrio de Miramar, pasando el río Almendares, pudimos contemplar numerosas y buenas construcciones, palacetes y casonas con hermosos y bien cuidados jardines, que parece ser pertenecían a personal diplomático o técnicos especiales extranjeros. Jacinto nos explicaba o aclaraba casi todas las dudas o preguntas y hasta se arriesgó a pasar por algún lugar no autorizado, como fue el pasearnos por el Marina Hemingway, un lujoso club con grandes embarcaciones, hoteles, e instalaciones de uso restringido.
El señor cubano residente en Miami, con el que comunicaba por Internet con cierta frecuencia, me había pedido que le fotografiara un pequeño monumento, popularmente llamado la Copa, que perteneció al antiguo conjunto dedicado al Maine que estaba instalado en una calle del Vedado. Cuando llegamos al lugar, un policía mulato me preguntó que es lo que yo iba a hacer allí con mi cámara, pero al momento, se acercó Jacinto y hablando muy deprisa le debió de aclarar algo, de modo que me permitió hacer las fotografías por los cuatro lados, pero evitando el encuadrar una embajada o consulado que había en un lateral de la calle. Al pasar por la 5º Avenida, nos encontramos con una serie de apartamentos recién terminados, que yo había proyectado hacia un par de años por encargo, pero que no se parecían casi nada a lo que yo había concebido, además de que habían “comprimido” el conjunto de una manera un tanto agobiante, para obtener mas superficie de edificación.
Otro detalle del taxista fue, que siendo ya tan evidente mi mal estado físico y que tenía una especia de tos compulsiva bastante molesta, se dirigió a una farmacia y me obsequió con tres pomos de Aloe Vera, que según decía, era el curalotodo en Cuba, pues prácticamente era la única medicina que existía y se vendía sin receta.
También en un momento dado, me llevó a un par de comisarías de policía, para que denunciara la desaparición de mi DNI. En la primera de ellas no sabían que hacer y me enviaron a otra, en la que un agente bastante amable pero nervioso, me hizo esperar un tiempo puesto que no encontraba los papeles de denuncia, dejando finalmente constancia de mis datos en un pequeño block de notas que le dio un compañero, que curiosamente estaba manejando un ordenador. Me llamó la atención de aquella comisaría, la suciedad del suelo y un barullo que provenía de un pequeño grupo de agentes, que estaban hablando entre ellos, con voces muy altas y haciendo muchos gestos con brazos y manos, En las desconchadas paredes, había algunos carteles, alusivos al comportamiento cívico, la educación y la solidaridad. Por descontado que no tuve noticia, confirmación de la denuncia o comunicado alguno sobre mi DNI, que pasada un cierto tiempo, tuvo un desenlace curioso.
Centro Asturiano en La Habana |
La última tarde, cuando estábamos descansando en el patio del Hotel con la vista del Caribe, leyendo un rato y tomándonos unos refrescos, una mujer de color y edad media, pidió permiso para sentarse a nuestro lado. Llevaba una pequeña bandeja con un bocadillo y una bebida y se justificó diciendo que formaba parte de un grupo de maestros que estaban manteniendo una reunión oficial en el hotel y que en el descanso, les habían proporcionado un pequeño refrigerio. Después de averiguar que éramos españoles, nos dijo muy satisfecha y con mucha naturalidad que por sus venas también corría sangre española, pues “era nieta de una cubana y un esclavista catalán”. Durante un buen rato, mantuvimos una conversación en la que, sucintamente pero con mucho entusiasmo, nos contó parte de su vida, sus vicisitudes y su agradecimiento a la Revolución, por las oportunidades de obtener una formación y una cultura y así lograr salir del ingrato y miserable ambiente campesino en el que vivía en la época de Batista. Ella era una representación de esa etapa de autentica emancipación de la raza negra en la Isla, posterior a la teórica abolición de la esclavitud de finales del siglo XIX que aunque ya eran supuestamente libres, durante mucho tiempo no tuvieron oportunidad de separarse de la pobreza y de la marginación social y cultural.
CONCLUSIONES FINALES
Amaneció el último día de nuestra estancia y como mi situación física se iba deteriorando y mi mujer estaba preocupada, nos apetecía ya regresar a nuestro país, con lo cual y con toda tranquilidad nos despedimos de nuestras fugaces amistades, repartimos los últimos pequeños regalos entre las camareras del hotel y ya con menos equipaje, tomamos el autobús que nos llevó hasta el aeropuerto.
Pasamos por la Aduana sin mas problema y después de abonar los 25 Euros obligados, nos embarcamos en un avión, en el que viajaban numerosos españoles, jóvenes, la mayor parte de ellos luciendo camisetas, gorritas y garrotas del Che, además de maracas, bongós y hasta tumbadoras, intercambiando comentarios jocosos sobre sus aventuras y conquistas. Quizás alguno no se sentiría tan contento, si supiera que, muy posiblemente, llevara ya en su sangre algún ingrato recuerdo.
Antes de despegar, estuvimos más de 20 minutos dentro del aparato, sin movernos, pues al parecer el empleado del aeropuerto que tenía que arrastrar el avión con el tractor para ponerlo en pista, estaba tan saturado de ron, que no reunía las debidas condiciones para manejarlo, por lo que finalmente el copiloto tuvo que bajar y hacer el mismo esa operación.
El viaje de regreso en otro tipo de aparato, resultó más largo y fastidioso por ser aún mas angosto el espacio al tener filas de tres, cuatro y tres asientos, estrechos pasillos, una comida igualmente plástica y películas insoportables. Por una vez, envidiamos a la clase VIP, que al menos podía estirar las piernas.
Madrid, nos recibió con frío y niebla de Febrero, pero con calor de hogar.
Después vino el rumiar y saborear con lentitud los momentos mas impactantes, rememorar las personas, los detalles, ver una y otra vez las fotografías, comentando en familia las pequeñas anécdotas intermedias, hasta que pasados los días, todo fue quedando en la cadencia de del recuerdo.
Casi todos nos hicieron tantas preguntas sobre el comercio del sexo, la situación política, el miedo y la precariedad e incluso peticiones de consejo por parte de quienes tenían pensado ir algún día, que uno, en su pequeña vanidad de privilegiado observador fugaz, de tanto repetir situaciones y sucesos, iba opinando y dando ya consejos quizás un poco fatuos, como si esas pocas horas en Cuba, hubieran sido años de experiencia intensa.
Como un mes y medio después de nuestro viaje, recibo en Madrid una carta de Cuba en la que, una joven llamada Dio Gladis, me comunicaba haber encontrado mi carné de identidad y que por los datos que en el venían, había visto mi dirección, por lo cual, se ofrecía a enviármelo si yo le confirmaba la exactitud de los mismos. La carta escrita a mano y con una caligrafía bastante buena, estaba llena de elogios para los españoles y en un par de ocasiones insinuaba claros deseos de continuar el contacto y fortalecer nuestra amistad, incluso adjuntando unas frases muy cariñosas para mi mujer.
Yo contesté inmediatamente y en un tono un tanto desenfadado y casi de flirteo; aparte de agradecerle su buena disposición, le comunicaba mi total conformidad y satisfacción con ese intercambio de correspondencia, al tiempo que le aclaraba que, por los datos que podían verse en el documento, suponía que se había dado cuenta de que yo era un abuelete. También le comunicaba, que en pocos días, iría por Cuba el hijo de una amiga nuestra, a quien le daría su dirección para que fuera a verla, la conociera y le entregara mi carné, evitándose así ella un considerable gasto de envío.
Efectivamente, una semana después Nacho, un joven de 24 años, hijo de nuestra amiga Paz Rosales, se fue a Cuba, a realizar un viaje de esos que hacen los jóvenes por libre; tenía curiosidad, buscaba conocimiento, quería comprobar en lo posible, los efectos de la tan propagada Revolución y llevaba una pequeña lista de recomendaciones, amistades y lugares concretos a visitar, proyectos por cierto, nada parecidos a los de la mayoría de los jóvenes visitantes de la Isla.
A su vuelta, me contó que, entre otras cosas, llegó a tomar contacto con Dio Gladis, que resultó ser una negrita muy bonita, muy bien formada, muy alegre y comprometedora y que aparte de entregarle mi carné, le ofreció toda clase de servicios personales. La invitó a comer un par de veces, conoció a parte de su familia, le dio algún dinero y chucherías diversas y se despegó de ella dando confusas excusas, pues según me reiteró varias veces, cuando iban por la calle juntos, se sentía avergonzado, pues casi todos los hombres le dedicaban a ella alguna frase fuerte, que el no solía entender, pero que adivinaba, dado su saludable aspecto y su llamativa y ceñida vestimenta.
También me comentó otras experiencias de su viaje por otras provincias y ambientes, coincidiendo conmigo en algunas cuestiones tan desgraciadamente evidentes como por ejemplo, el que aún dentro de la popular extensión del espíritu revolucionario, hay quienes gozan de privilegios especiales, por haber formado parte del grupo revolucionario original, tener carreras técnicas, ser de la clase militar, policía, confidentes, etc., de raza blanca, pues aunque no exista un racismo declarado o discriminación directa en el ambiente normal de los ciudadanos, hay un cierto tipo de roll asignado a cada tipo de color de piel, salvo excepciones no pequeñas. Los descendiente de españoles o europeos gozan, en general, de gran estima, por considerársele, al menos teóricamente, poseedores de una cultura, una raza y una educación especial, aunque sus abuelos hayan sido carboneros, bodegueros o capataces mas o menos avispados, pero a pesar de la pretendida fama de los latinos de ser ardorosos amantes, están muy lejos de la altura y nivel de los caribeños y por lo que es mas buscado el español, bien sea turista o residente, es por la posibilidad que tiene de ser “enganchado” en matrimonio y gozar así de la ventaja de la doble nacionalidad, lo que le permitiría salir de la isla por la puerta grande e incluso intentar arrastrar posteriormente a su familia.
La mulatería, con sus diversas categorías tonos e intensidades de color, es lo que mas abunda y la que realmente “mueve” la población. Es una etnia, en general, especialmente bien dotada, de hermoso cuerpo, mente avispada, sangre caliente y con un sentido del ritmo, que se manifiesta hasta en sus mas vulgares movimientos. Tiene a gala su mezcla y hasta pretende distanciarse del negro en sus gustos y aspiraciones, puesto que suelen tener una buena preparación académica o profesional y un nivel cultural bastante alto, aunque muchos de ellos y ellas ejercen o buscan toda clase de trabajos supletorios, dado lo precario de los salarios, para lograr vivir el día a día con menos angustia o adquirir algunos caprichos, que en otro caso serían inalcanzables.
Hay diversas y contradictorias leyendas y cualidades que se atribuyen a las mulatas: que pueden ser muy fieles o muy traidoras, ser muy cariñosas o muy crueles, ser apasionadas o distantes, pero en lo que no hay la menor duda, es que es el elemento mas deseado por los turistas buscadores del fresco sabor caribeño.
Los negros, aunque gozan de los mismos teóricos derechos dentro de la revolución y abundan y se mueven libremente por todo el país, siguen siendo, en gran parte una etnia mas pobre, mas marginada y menos preparada culturalmente, a pesar de las múltiples escuelas y centros de enseñanza profesional que se han creado en todo el país. Suelen trabajar mayormente en el campo o en trabajos rudos y desagradables como basureros, mataderos, limpieza de cloacas y alcantarillas, etc. lo que no impide que no pocos ocupen puestos de importancia en el ejército, policía a administración, aunque sean mas escasos los que tengan un rango superior al del blanco. Cuado se visten para ceremonias, suelen ir muy bien aseados y severamente trajeados, pero su vestimenta habitual, es cómoda, colorista y llamativa.
La cuestión religiosa no parece que preocupe, en general a los cubanos; después de una cierta época inicial en la que la Revolución barrió con dureza todas las creencias y en particular el catolicismo, vino una etapa de tolerancia o libertad de culto, dentro de unas normas y un control, sobre todo en la enseñanza, ya que en la teología de la liberación, había muchos puntos de contacto con la ideología revolucionaria, basada en la especial atención que se tenía con los problemas sociales, educativos, humanísticos, etc.
La mayoría de la población, aparentemente pasa de cumplimientos, sacramentos y ritos, aunque quienes los practican resultan ser muy fervientes y fanáticos, así como los que cultivan y mantienen nada calladamente un sincretismo que viene ya desde la época de la esclavitud y que es una extraña mezcla cristiana y animista con alguna influencia del culto vuduista, que se formo para poder subsistir de las fuertes exigencias de los misioneros El culto a los Orishas está bastante extendido, (se estima que mas del 70 % de la población actual) sobre todo en la raza de color. Oggun, Changó, Babalú Oyén, etc. son espíritus que tienen alguna equivalencia con santos cristianos y que pueden ser portadores de desgracias a personas que no han cumplido con las promesas o sacrificios ofrecidos en su momento o por la venganza de aquellos que han muerto habiendo mantenido malas relaciones con los familiares. Existe una gran variedad de pulseras, collares o cintas de diferentes colores, que sirven de protección inicial de las posibles influencias negativas ambientales. Al mismo tiempo hay una veneración especial a la Patrona de Cuba, La Virgen de la Caridad del Cobre que en santería se corresponde con Oshún. Yenahá es la Virgen de Regla, San Francisco de Asís es Orula, etc.
Concurre un amplio abanico de competencias en materia sexual. El caribeño, es normalmente muy ardiente y practica el sexo con una frecuencia casi continua, sin demasiados prejuicios sobre su partenere. Los hombres, con respecto a la edad, color o figura de las mujeres, no le hacen ascos a nada y tienen la misma y escasa exigencias que con el ron o el tabaco. La mujer, tampoco es demasiado remilgosa, aunque es algo más requeriente, como es normal, en cuanto a detalles de cariño o fidelidad y aunque no esta tolerada oficialmente la prostitución, como tampoco la mendicidad, es un comercio nada oculto que se practica a la vista, pero evitando las cercanías policiales, dadas las necesidades económicas y la carencia de productos, que en muchos casos, son exhibidos y ofrecidas condicionalmente por los turistas oportunistas, puesto que una simple pastilla de jabón, desodorante, champú, ropa interior o una buena comida en un restaurante, podía ser una atractiva moneda de cambio para mantener relaciones sexuales.
Es sobradamente conocido y publicitado el peregrinaje de varones (pepes) que se van abiertamente a Cuba en busca de aventuras y goces sexuales, pero es algo menos conocido el de bastantes mujeres, incluso de edad ya no muy juvenil (pembas) que también van ansiosas en busca de encontrar discretas y pagadas relaciones con gente de color, dada la fundada fama general, de ser incansables y bien dotados practicantes del sexo (pingueros)
A pesar de los mas que repetidos, variables y manoseados comentarios de toda índole que se ha hecho en novelas, cine y televisión, mas los desiguales puntos de vista de los turistas y viajeros de diversas intenciones y mentalidades, modesta y osadamente no tengo mas remedio que decir que, aún con todo lo desagradable, criticable y discutible que puede decirse de la actual situación de Cuba, hay que reconocer que hay un algo flotante, un sentido de unidad, de solidaridad, de convicción, de resistencia y de esperanza en el pueblo cubano, que aunque soporta de mala gana la miseria y que incluso a veces tienen que luchar y competir entre ellos para sobrevivir, proyecta una sensación de esperanza y de convicción en el futuro, puesto que como han desarrollado desde la infancia una base cultural muy importante y han soportado mucha carencias y vicisitudes, están convencidos de que se acerca cada vez más, el momento de superar y remontar ese gran bache, tras la desaparición de Fidel.
El augurar cómo será el encuentro, choque o adaptación de los que están en la isla con los que regresen de fuera, (sobre todo los de Florida), depende en gran parte del deseo y grado de conciliación personal de unos y otros, junto con un análisis comprensivo de todas las posturas y decisiones tomadas, teniendo muy en cuenta las distintas y diversas circunstancias y motivaciones personales y colectivas, generalmente explicables. Un talante de riqueza, superioridad, paternalismo, dominio y triunfo de los exilados, enfrentado a una ostentosa actitud de héroes resistentes por parte de los que se quedaron, sería un grave error y una gran dificultad que podría producir muchos y graves encuentros legales, personales, etc. puesto que será complicada y dificultosa hasta la recuperación de las propiedades, negocios o viviendas que fueron y confiscadas en su momento y posteriormente ocupadas y mas o menos mantenidas, ampliadas o deterioradas durante muchos años, por un par de generaciones ya bastantes mas ajenas a la motivación inicial de La Revolución.
En los escasos comentarios políticos que hemos hecho entre los cubanos, mas por discreción y respeto que por temor, casi todos coincidían en desear como ideal, un cambio y una transición semejante a la de España tras con la caída del franquismo, sin venganzas ni represalias, pero comprendiendo las dificultades que habría por las muchas diferencias de situación previa, como era la evidente tendencia al alza que había en España, en esos momentos, de los niveles económicos y sociales y la lenta pero firme mentalización de olvido del pasado, que los españoles habíamos estado rumiando, ante la cada vez mas evidente decadencia del régimen franquista.
Creemos y esperamos que el pueblo cubano, con su tenacidad, su imaginación y su vitalidad, pueda encontrar la manera de convivir conjuntamente al igual que sucede con su música, es decir, compartiendo todos esos ritmos tranquilos y reposados, que tanto les caracteriza y que incita a la participación.
CARLOS R. NAVIA
Madrid, Septiembre de 2005
Publicado el 24 de abril de 2014
MI PRIMERA COMUNIÓN
Artículo enviado por Luis Miguel (Fíu Luisa) de la Quintanona…
Me lo dijo mi
última exnovia (con quien por cierto duré bien poco) ¡Vaya cara de pánfilo que tenías en la foto de Comunión!. Estábamos
sentados en el sofá de mi casa, mirando el álbum de las imágenes de mi vida.
¡Qué romántico me ha parecido siempre eso, contemplar con tu amante las
fotografías de las sendas infancias, en blanco y negro un poco arrugadas, como
ya empiezo a estarlo (y mi última exnovia, no es por nada, pero también).
Por otro lado,
suerte que antes de la primera comunión te dan algunas clases de formación
previas, sino imaginaros el panorama, a cualquiera le dicen que le van a dar
una hostia y lo primero que hace en la iglesia, es ponerse en posición de
defensa y subidón de adrenalina que te crío.
Tendríais
que haber visto mi cara en cuestión. Yo creo que veía regalos andando a mí
alrededor más que invitados al festín. Bueno supongo que es lo típico que todos
hemos hecho: “Por el interés te quiero Andrés”. Lo que pasa que los de nuestros
tiempos, en vez de regalarnos PSP,
Cámaras Digitales, PDA’s, móviles y
demás mariconadas modernas… nos premiaban la gran gesta religiosa con un compás, un
bolígrafo y pluma, un rosario, reloj Casio,
(Olía a Moro avellanao) el io puta. Además el bolígrafo y la pluma debía de tratarse de un regalo bastante
habitual, porque a mi me llegaron a regalar 3 iguales de tres invitados
distintos, ¡que falta de coordinación e imaginación! Con lo que me hubiera
gustado que me regalaran una Playstation o
una Nintendo.
(NOTA ACLARATORIA: Para los de la LODE 1985 - LOGSE 1990 y LOPEDED 1995. En la
escuela escribíamos con plumines y tinta que hacíamos con polvos y agua y ver
un bolígrafo de éstos era la reostia. Podéis verlos y escribir con ellos en la
maravillosa reconstrucción de una escuela Asturiana instalada en el Museo mas
bonito y visitado de Asturias que se encuentra en Grandas de Salime. Cerca del
cielo Asturianu.)
De todos
modos, hoy en día, tampoco está claro que regalar, que tal como va la juventud,
yo creo que acertaríamos más regalando una caja de preservativos que cualquier
otra cosa, y si te apuras e incomoda la situación, para darle un toque más
infantil y apropiado, una caja de esos que son de sabor a fresa, vainilla y
frutas del bosque. Eso estaría bien “Un
regalo educacional y didáctico” que diría mi
abuela Josefa.
Aunque
para regalos de abuela, el regalo que sí que nunca faltaba era el libro de
recuerdos. Esa Biblia de mármol blanco y hojas plastificadas, que dentro
guardaba todo un montaje de fotos y frases épicas a modo de diario personal. Me
parece que eso no lo venden ya ni en los chinos de todo a cien, ¡que ya es
decir!, porque mira que tienen de todo los tíos, lo que se vende y lo que ni
cogerías gratis del suelo de encontrártelo tirado en la calle, “aunque por un
euro que quieres, que encima ¿sea bonito y funcione?”. Imagino que ahora, el
libro tendrá un formato electrónico y digitalizado, te darán un CD ó un DVD con
una presentación de tus fotos con algo de texto sobrepuesto, una canción bonita
sonando de fondo y arreando, que es gerundio, 60 euros rápidos por el montaje,
así de simple. Eso si, luego puedes adjuntarlo en el e.mail y enviar la
presentación a todos tus contactos y conocidos como una cadena de esas
bochornosas, con un final como: “Si no envías este correo, al menos a 10 personas
distintas, y me haces un buen regalo para MI PRIMERA COMUNIÓN en menos de 24
horas, te caerá encima una maldición de mala suerte para 40 años, y de regalo
con el pack promocional “Un mal de amores para 20 años más extras”.
Yo siempre tuve
problemas con el pelo rizao (no me gustaba) y mi madre me llevó el día anterior
a una mujer que me dijo que iba a ponerme el pelo liso, y después de dos horas,
muchos litros de agua y un par de botes de laca
Nelly, consiguió todo lo contrario... eso
sí, lo consiguió con creces: aquella cabeza bien hubiera podido ponerme el
mundo por montera, en el sentido literal de la frase... y creo que todavía le
hubiera sobrado sitio para una estación espacial. No exagero. Temí que aquella
mata de pelo cobrara vida de un momento a otro me comiera.
A todo esto, hay que
añadir que yo de pequeño no era precisamente un niño de anuncio de pañales. Era
larguirucho, delgado como Gollum
después de quedarse encerrado en la sauna y con unas paletas en el morro que no
tenían nada que envidiarle a las del mismísimo Ronaldinho. Además, tenía unas gafas que eran una mezcla entre las
gafas de Harry Potter, y un
telescopio de esos de espiar al vecino. No pude quitármelas porque yo sin gafas
no veo nada claro... aunque de todos modos, allí de pie ante el espejo, entre
el peinado churrigueresco y el traje, lo único que tenía claro es que nunca
había visto un bicho tan feo.
Luego del “arreglo”,
llegó el momento de ir a la iglesia. En mi pueblo, la costumbre es que los
niños de Comunión vayan andando hasta la iglesia, porque en un pueblo pequeño
se ve muy bonito eso de ver todas las calles que llevan a la iglesia llenas de
niños de comunión... aunque claro, a nadie nunca se le ocurrió que subir las
cuesta con el traje de marinero, con un tupe del 15 suda uno como un cerdo, más
bien lo que yo llamo “dar el cante”, y vaya si lo di. El traje parecía una
tarta de nata gigante, el pelo parecía una vara de yerba, y en conjunto, yo
parecía una bizcocho gigante sobre la que hubieran podido anidar un avispero.
Como era un domingo todo
el pueblo se asomó a ver la “novedad” (si bueno, es que pasan pocas cosas interesantes
por aquí)... o a lo mejor lo que intentaban adivinar era qué hacía
esa vara yerba encima de un bizcocho gigante, no lo sé... en cualquier caso,
nunca pensé que echaría tanto de menos mi chándal de chinchetas.
Tuve mala suerte no cogíamos
todos en el banco y una buena señora que ve el detalle me apurrió una silla
(aparte de que con el pelo igual no hubiera cabido), así que me pusieron una
silla de esas de madera plegable delante del banco donde se sentaban mis
padres... podía haber sido peor. Al menos, no hubo que recurrir a la tumbona de
la playa con el muñeco del 7`Up... aunque creo que si hubiera sido así, por aquél
entonces muy huesudo trasero lo hubiera agradecido. No hay nada peor para un
trasero huesudo que pasar más de una hora en una silla plegable de madera del bar de Tolo.
Te queda el culo a rayas, como si lo hubieras pasado por la barbacoa vuelta y
vuelta (y duele casi igual).
Detrás de mí se sentaron
mis padres... y aquí tengo que señalar una característica de mi padre que nunca
deja de sorprenderme. Su habilidad para dormirse en las iglesias. Es así, el
hombre no lo hace con mala intención, pero abrir el cura la boca y cerrar mi
padre los ojos son una misma cosa. A los cinco minutos, el pobre ya estaba
haciendo un esfuerzo inhumano por mantener los ojos abiertos y la cabeza
erguida, pero lo que no consiguió cambiar fue la expresión de la cara. En mi
vida he visto una cara de “iluminao” más impresionante que la que tenía mi
padre durante mi comunión.
Por otro lado, como de
tal palo tal astilla, uno tampoco es muy bueno para eso de las ceremonias
religiosas (por mucho que sea el protagonista) así que durante el transcurso de
la misa, yo no dejaba de moverme para desincrustar los listones de madera del culo,
me persigné al revés, se me olvidó el padrenuestro y a los cinco minutos me
quité el zapato y comencé a darle vueltas con el pie bajo la silla (una manía
que tenía de pequeño). Afortunadamente, nadie se fijó en esos detalles...
estaban muy ocupados buscando la fuente de los ronquidos. Gracias, papá, te
debo una.
¿Que bonita
fiesta religiosa no?. Para todos, menos para mis padres, que cuando pagaron la
factura del banquete seguro que pensaron “Hay que hacerse budistas”. Que eso
debe de ser, poco menos, como cambiarse de operadora de telefonía, envías un
fax compulsado con tu puño y letra a tal número, un SMS al 7773 con las palabras
“Pecador abandona”, envías una fotocopia
de tu DNI, preséntaste en la oficina más cercana, untas el dedo con tinta china
e impregnas tu huella digital en ésta casilla..... ¡Anda ya! ¡Que cujons! dejo
de pagar y verás que rápido me dan de baja ellos mismos. Así que ya sabéis si
queréis convertiros a otra religión, dejáis de pagar el cepillo y la propina al
cura y verás que rápido te excomulgan.
Pues
bien, allí estábamos todos y todas, gallináceas y gallitos, en bancos
asimétricos, dándonos empujoncitos para entrar y haciendo equilibrios sobre
tacones y plataformas de increíble altura y grosor. La verdad es que, una vez
franqueada la puerta de la iglesia, tanto mi compa Juan como yo tuvimos la sensación de estar a punto de asistir
a un irrepetible espectáculo: “No te
pagece como el Cigco del Sol?” decía Juan. Del sol, no sé, pero del circo,
sí. En efecto, los bancos de la iglesia, limpísimos por cierto, tenían todos
dos detalles extremadamente chocantes: Un ganchito, tipo minipercha, tan
glamouroso como la nariz de Sarah Jessica
Parker ¿es paga los bogsos?,
preguntó susugando Juan y unos
pequeños cartelitos que recordaban a las localidades numeradas de una plaza de
toros ó de la
Colegiata de Pravia. Se suponía
que cada una de las familias de los sufridos comulgantes que en esa hora, con
el calor de los trajes y ornamentos sobre nuestros pequeños cuerpos, la emoción
del instante y los focos de flashes de las cientomil cámaras Kodak Instamatic de familiares y amigos,
debían estar preparándose, anímicamente, para la levitación mística que se
produciría cuando tomasen la primera comunión, se situarían predeterminada y
estratégicamente alrededor del altar-escenario, reunidos, en grupitos marcados
por las etiquetas y los apellidos, como si se tratase de tribus del África
septentrional compitiendo, ellas, en la altura de la pamela y el fru-frú de los
volantes y ellos, con la corbata más correcta y el traje con más brillos
(alguno había que parecía haber estado confeccionado por el Paco Rabanne más futurista, a base de
tiras y tiras de papel albal).
¿Miga, esa es nuestga fila, no?. La caga, la cara, perdón, de Juan era un
poema. Chorretones de sudor cogían pog su gostro, como autopistas que dejaban al descubierto, debajo del
maquillaje, su piel blanquita como la leche. De gepente, un silencio sepulcral se hizo en la sala-iglesia-escenario.
Todo el mundo (ya me gustaría a mí saber cómo narices se produjo, para
aplicarlo a las interminables reuniones de mi comunidad de vecinos) cegó el
pico y, diligentemente y en silencio, colocó, colocamos, el trasero sobre el
banco (yo la silla del carajo), pasando de los miniganchos y poniendo, ellas,
su bolsito de fiesta encima de las rodillas (un coñazo, porque con todos los
“ahora levanta, ahora te sientas, ahora te agodillas, el bolsito va de aquí
para allá como Bisbal en verano).
Un
señor con traje hasta los pies, que de DRACUIN
no tenía nada, apareció en el escenario. A Juan, se le escapó un ¡JODEG! glorioso, una de las primeras
palabras, según me aclaró gápidamente
que aprendió en la Escuela con D. Daniel. (También
me dijo que hasta que no llegó a la escuela, creía que se llamaba ¡Cállate!).
Los
niños y niñas los que había debajo de los trajes de marinero de secano y de
princesa sin trono, aletiziadas, pero no tan delgadas juntaron las manitas y
pusieron cara de panolis y bichos buenos. La verdad es que, por un momento,
pensé que en la sacristía (porqué en las iglesias de ahora también habrá
sacristía, ¿no? ¿O la habrán sustituido por un sacristero automático con luces
y moneda? debía haber un especialista en efectos especiales, de esos que
reciben óscares a los efectos especiales y al maquillaje artístico. Los
marineros y las letizia-das parecían angelitos y, oye, ni rastro de la mala
leche y la capacidad de boicotear a los padres de los que hacen gala cada día. El
sacerdote, el que yo confundí brevemente, es verdad, con una DRACUIN, se acercó al micro y dijo: ¿Ahoga cantagán?
Juan
se preparaba para un miniconcierto…poco sabía él que en nuestra Spain, cuando
un cura coge un micro…viene un discurso más largo que uno de Rajoy cuando, como suele suceder, se
lía. “Hermanos
y hermanas”… Juan
se puso la mano en el pecho y me dijo al oído algo que no entendí y que,
supongo, hacía referencia a que él no sabía lo que había que hacer entre tanta
gallinácea y gallito desconocido.
La
voz del hermano mayor, ensotanado, sonó como la del dios de las cápsulas
nesspresso, cuando llega George Clooney,
hasta a las nubes se les caen las braguitas, ó como el del queso Philadelphia “Niños y niñas…estáis aquí porque hoy es un día
especial en vuestras vidas…”.
Y así
debía ser, especialmente para un compa
de atrás regordete, al que le iba a estallar el traje de marinero (se ve que su
madre se empeñó en embutirle un traje de marinero cuando, en realidad, lo que
necesitaba era uno de capitán, por sus dimensiones de niño-en-crecimiento).
Observé
a Juan atentamente, había iniciado una extraña fase de inesperados espasmos,
levantaba los brazos, se llevaba las manos a la cabeza, primero, y a la boca,
después, tapándola y para finalizar, emitía unos gemidos intraducibles,
mientras su expresión se convertía en un claro gesto de horror. ¡Madge mía! comenzó a decir ¡Están como una cabra! ¡Como montones de cabras!.
“También
porque os ama y porque vosotros le amáis a él, tomará forma y vivirá en
vosotros…”.
“¡Voy a mogigme!” dijo
mi compa de atrás. “¿Cómo podéis decigle a unos pobges niños y
niñas que un desconocido les quiege y se vuelve una cosa gedonda? ¿Y que ellos
se han de convegtig en caníbales y comégselo? ¡Magde mía! ¡Estáis prigaos!.
Y sí,
pensándolo bien, estábamos pringaos. Era verdad que no nos enterábamos de nada,
y nada más estábamos esperando terminar para tragarse aquella cosa redonda y
desjuntar las manos, y ponerlas palmas arriba, para recibir los euros-impuesto revolucionario que
cada uno de su familiares tenía que pagar para indemnizar el acto de la comunión y los
“bolígrafos-pluma” ó deberían estar a punto de volverse majaras si reparaban
que iban a comerse el cuerpo de un desconocido…
Estaba
yo en estas disquisiciones mentales cuando, en un lateral, de los bancos-gradas-sillas,
una moza con aspecto aniñado y edad indeterminada, pero ya con arrugas y
pañuelito de boy-scout, comenzó a tocar la guitarra como una posesa. Le
siguieron un enardecido grupo de mozos y mozas, emitiendo gorgoritos, entre los
que se podía escuchar una frase aclaratoria: “Hoy es un día especial que nunca olvidarás”. Se
refería a que no terminaba de entender que el ir de comunión significa,
colocarse sobre el cuello un colgante más aparente que el que llevaba el
brutote del Equipo A, vestirse con una cortina drapeada y subirse, haciendo
escalada, sobre unos tacones que ríete tú de la Torre Eiffel.
Al salir de la iglesia, Juan se llevó las manos a la
cabeza: ¡¡¡ Es igual que el zoo de
Santillana !!!. Necesite varias aclaraciones porque no lo entendí a la
primera: se refería a que, según él, todas las aves gallináceas del zoológico
habían emigrado, por increíble que pudiera parecer a las escaleras que habían
en la salida de la
Iglesia hasta a casa
del Catalán. Y me temo que “Juan
tenia gazón”. El desfile de las madres, tías y sobrinas (mujeres-gallina)
que andaban, sobre plataformas similares a las de Herman Monster, de un lado a otro, sin soltar unos bolsos
ridículamente diminutos e inútiles, correteando tras sus niños-coliflor, todos
emperifollados (perdón por la expresión, originaria, según mi abuela Mª Josefa)
y con más puntillas que las bragas de la duquesa de alba. “¿No ves el cabello?. Son
aves gallináceas, te lo asegugo” afirmaba mi amigo Juan. Y volvía,
nuevamente a “teneg gazón”, los
cabellos de aquellas “cosas con tacón”
alcanzaban, por obra y gracia de la práctica ancestral del cardado capilar, una
altura considerable. Había incluso ejemplares de “cosa” que, con su cabello
cardado in extremis, no permitían ver la casa de Pili,
Mon y Saturno.
“Que
olog, cómo hguele”, exclamaba Juan. Lo que él
llamaba “olog” era la unión, hecha
aire volátil, de miles y miles de botes de laca
NELLY que, estoy seguro, se habían tenido que aplicar para mantener los cardamientos
intactos y más tiesos que si hubiesen sido, con maestría, escayolados en una
mutua de accidentes…Vamos que olía
como los pies de un corredor a quien se le hubiera averiado la ducha después de
correr la maratón de Nueva York con unas zapatillas de lona acordonadas Keeps (ahora se llaman Munich en atunes). Quien haya tenido Keeps de esas blancas/azules de tela
sabrá de lo que hablo. Esas no lo inventó un ser humano con nariz.
No es de
extrañar que luego los críos damnificados por el ridículo ocasionado, pidieran
sus regalos y el dinero, desde ese punto de vista, bien merecido y ganado debo
añadir. En el fondo por eso, la iglesia es inteligente y sabia, nos prepara con
una primera comunión traumática, para el momento realmente importante, la
segunda comunión, no menos traumática en la mayoría de los casos. Pero esas son
ya otras hostias sagradas.
Las madres de los niños de Primera Comunión: arriba, días antes y, abajo, el día de la comunión. (Según el autor de este artículo)
Desde
aquí y aprovechando el tema, lanzo ahora un mensaje importante. Los padres que
hagan el favor de abrir una cuenta corriente en la Caja e ingresarnos el dinero de regalo ipso facto para
evitarnos dolores de cabeza y maldiciones innecesarias. Gracias por la
comprensión.
Sobreabrazos - Luis Miguel……
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Publicado el 22 de enero de 2013
A mi amiga Mª Isabel (la de Arco), le dedico éstas palabras de afecto...
Pues bien, allí estábamos todos y todas, gallináceas y gallitos, en bancos asimétricos, dándonos empujoncitos para entrar y haciendo equilibrios sobre tacones y plataformas de increíble altura y grosor. La verdad es que, una vez franqueada la puerta de la iglesia, tanto mi compa Juan como yo tuvimos la sensación de estar a punto de asistir a un irrepetible espectáculo: “No te pagece como el Cigco del Sol?” decía Juan. Del sol, no sé, pero del circo, sí. En efecto, los bancos de la iglesia, limpísimos por cierto, tenían todos dos detalles extremadamente chocantes: Un ganchito, tipo minipercha, tan glamouroso como la nariz de Sarah Jessica Parker ¿es paga los bogsos?, preguntó susugando Juan y unos pequeños cartelitos que recordaban a las localidades numeradas de una plaza de toros ó de
Las madres de los niños de Primera Comunión: arriba, días antes y, abajo, el día de la comunión. (Según el autor de este artículo)
Desde
aquí y aprovechando el tema, lanzo ahora un mensaje importante. Los padres que
hagan el favor de abrir una cuenta corriente en la Caja e ingresarnos el dinero de regalo ipso facto para
evitarnos dolores de cabeza y maldiciones innecesarias. Gracias por la
comprensión.
Las mejores amigas nunca se van, nunca se alejan, porque el destino ha escrito la mejor historia para ellas y a mi amiga ISABEL le dedico éstas líneas, porque quiero/deseo acompañarle durante su camino. Aunque todavía no se inventaron las palabras para describir lo que tú nos dejaste.
Mª ISABEL ha sido una persona que ha influido en nuestras vidas, en lo frío de los sueños, en lo oscuro que son los días cuando no encuentras su sonrisa, en los días que suman segundos que se unen para jamás crear un momento, en que la vida es muy larga sin los instantes que nos unían a su voz, en que la vida se componía de dos momentos, en el de los segundos que faltaban para hablar con ella. Los días son tristes y aunque las sonrisas escondan lagrimas, cada una de ellas lleva escrita un nombre y un sentimiento, en que el reloj dejo de funcionar porque no quiere marcar el tiempo sin tener el objetivo mas hermoso del mundo, y que si la vida es difícil, tú eras quien siempre nos lo hacías fácil...
Hoy estoy triste quizás porque se que al irte te llevaste la esperanza de una vida maravillosa junto a tu hija. Si tan solo quisieses imaginar lo que nos has apartado en nuestras vidas, imagina un cielo sin estrellas, un día sin sol, una playa sin mar o una selva sin vegetación...Recuerda que cada vez que sonreías, se borraba una tristeza y se ilumina una esperanza.
Nos dejaste la amistad y nos enseñaste el fiel sentimiento de la sinceridad, la comunicación sin trampas ni exigencias, la entrega mutua sin egoísmo, la preocupación por el otro, la confianza sin límites, la paciencia, el respeto a las ideas, aceptar la forma de vida del amigo, la confianza sin limites, el saber escuchar, saber perdonar, el ser fiel a la amistad aunque estuviésemos lejos o haya pasado mucho tiempo.
Por tí es que escribo estas letras, para decirle todo lo que significaste y significas para nosotros tus vecinos/amigos de Riberas y lo valioso que es haberte tenido y tenerte como una gran amiga, a la cual te agradezco esos grandes momentos de alegría que nos dejaste.
Ahora que estás mas cerca del Creador, coge una sonrisa tuya y regálala a quien nunca la ha tenido, coge un rayo de sol, hazlo volar allá en donde reina la noche. Toma una lágrima, ponla en el rostro de quien nunca ha llorado, toma la valentía, ponla en el ánimo de quien no saber luchar. Descubre la vida maravillosa a la que tienes derecho, nárrala a quien no sabe entenderla. Toma la esperanza, y vive en su luz, toma la bondad, y dónala a quien no sabe donar. Descubre el amor, la amistad y hazlo conocer al mundo...todo eso… lo sabes hacer tú muy bien.
Cada vez que veas el arcoíris... nos verás, cada vez que vuelen los gorriones... con nosotros volarás y cada vez que nos llames…ahí estaremos.
Sinceramente…… Luis Miguel - 30 de noviembre/2012
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1 comentario:
Marta María López 11 de febrero de 2013 08:04
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Publicado el 16 de diciembre de 2012
Las Fiestas de Riberas
Artículo enviado por Luis Miguel (Fíu Luisa) de la Quintanona…
3 de octubre de 2012.
Como están cambiando las FIESTAS en Asturias de un tiempo a esta parte .¡Joe! qué tiempos… antes cuando tú ibas al bar de TOLO a comer, te sacaba unas raciones que te miraban a los ojos, como los toros a los toreros…¡Uno de los dos no sale vivo del Bar!.
Ahora vas pedir un piscolabis y han cambiado la decoración… Antes en el bar de TOLO había ristras de ajos colgadas, perolas de barro, 15 jamones en batería, un queso en aceite, sidra a tuti plen… Ahora entras en un bar de fiesta y tienen un cristal translucido de barra… Una caña de bambú… Una piedra suelta, una flor seca, una vela… qué dices tú: ¿Esto que es? y te dicen: Esto es minimalista, y digo yo, no, esto no es minimalista ¡Esto está sin amueblar! ¡Esto parece un bar piloto miniño!.
Han cambiado hasta la plantilla… Ese camarero de 200 kilos lleno de grasa que te gritaba desde la cocinilla … ¿Cuantos sois? 8 ¡Ya os saco yo el chupetón mejor que los del Balbona…! Ahora vas a comer, sale un cocinero con la perilla verde, vestido como los malos de «Star Trek», tatuado con rosas, ñarigón en la nariz y dices tú: Esto no es marketing, esto es una mariconada….
¿Donde está ese camarero guindilla de La Llamera de “toa” la vida que venía aquí con el bolígrafo…”tiqui”, “tiqui”, “tiqui” (dándose golpes en la pierna, abriendo y cerrando el bolígrafo). Tengo sidra pachanguera, “tiqui”, “tiqui”, cubatas de «Foking», “tiqui”, “tiqui”, Fanta con 43, casera muy trabajada, y unas cocretas pa mojar.
Con las fiestas de Riberas había borracheras, canciones de penas, vestimentas raras, juegos de bolos en casa Pepe Marina (Se rifaba un Gallo) y demás locuras que ya no se hacen en estos días. Se podía hacer lo que se quisiese eran las fiestas de nuestra Señora. ¡ERA LA BOMBA ! … Con el pretexto de ¡estamos de fiesta! Se podía colgar un carro del campanario, arrancarle el pescuezo a un pollo a mordiscos, concursos de comer merucas, romper a mordiscos un topo…y si tirabas un petardo dentro del confesionario, explota y le quemas el pelo a una beata…¡NO IMPORTABA! ¡ESTÁBAMOS EN FIESTAS!.
Lo importante de esas fiestas era comer. Un buen chaval de Riberas que se precie tenía que comer su peso 3 veces al día. Sí, sí, además sin medida y de cualquier forma: chorizos grasientos/picantes con chocolate y churros, paellas de berzas (atasca burras)…menos mal que luego para rebajar se bebía…se bebía hasta la colonia…además teníamos un sistema tradicional para enseñarles (meter al riego ó en vereda) a los chavales los riesgos de la bebida… Poníamos unas palancanas llenas de cubata con harina en medio del prau de la fiesta y ¡nos echábamos unas risas viendo a los chavales que tenían que llegar a los botijos para beber y además esquivar un rucu (carnero para los de la LOGSE ) de Luis el del Paraíso. !Hombre, todos los años truñaban (pillar) a alguien pero si es que ¡ESTÁBAMOS DE FIESTA! ¡NO PASA NÁ!...
"Los Larrus" |
Venía la Banda Municipal de Pravia y venga a tocar y tocar hasta que se acababan las fiestas….Da igual lo que tocasen el caso es que le pegasen fuerte al bombo y una sola partitura a piñón fijo…además es que cada año cogían una canción y la machacaban. Canciones memorables han sido: Un rayo de sol, La Yenka , Los pajaritos…incluso aseguro haber escuchado 3500 veces en una misma noche La Ramona (Fernando Esteso)…y luego, claro, te vas a la verbena y la gente quiere seguir escuchando La Ramona , es que es normal...y que pasaba, que el grupo de música es un grupo moderno (LOS LARRUS, con Emilio, Taru, Roberto, Sergio, Ángel y Rafael ), entonces, claro, ellos estaban empeñados en tocar; Los chicos con las chicas (Los Bravos) ¿pero que querían ¿provocar? ¿se la estaban jugando?...y la encuentran:
Oye tú, melenas, ven pacá, tocáis ahora
Es que es la 5º vez que la tocamos esta noche y vamos a seguir con nuestro repertorio porque somos un grupo modelno…. Mecagunmimantu....vamos a ver figura: ¡¡¡O tocas
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Publicado el 4 de diciembre de 2012
Los Bares de Riberas (¹)
Artículo enviado por Luis Miguel (Fíu Luisa) de la Quintanona…
3 de diciembre de 2012.
Que tiempos aquellos cuando en Riberas había varios Bares, Casa Alfonso, El Finito, Pepe Marina, Casa Saturno, Casa Sama…será por bares…En Asturias podrá haber pueblos sin escuela, sin ayuntamiento, sin farmacia, pero sin bar...¿Ni de coña!.
¿Y sabéis cuál es el motivo?.Que en los bares podíamos hacer muchísimas cosas que no podíamos hacer en casa…. En el bar podías tirar al suelo las cabezas de las gambas...Tíralas en casa y verás la que se lía... en el bar tirabas las cabezas de las gambas y las tapábamos con serrín ¿Qué se nos caía una cerveza? ¡La tapábamos con serrín! ¿Qué se caía un borracho? ¡Lo tapábamos con serrín! ¡Será por serrín!.
Sin embargo, hay otras cosas que podías hacer mejor en casa que en el bar: ¡MEAR!. Para entrar en el baño del bar tenías que hacerlo con katiuskas de Ensidesa. Claro que, de vez en cuando, se pasaba el dueño y echaba en el suelo un poquito de serrín. Pero es que la taza también estaba guarra, porque nadie tiraba de la cadena... Y estoy seguro de que si en el bar tirabas de la cadena caía serrín.
Foto: Pulido |
Eso sí, en los bares había mejor rollito que en la Iglesia...Porque mientras que en la Iglesia pasaba una mujer con una bandeja para que sueltes algo, en el bar discutías por pagar. ¿Dónde más pasa eso?. ¿En la Comunidad de vecinos?. ¿Se imaginan que discutiéramos por invitar en la comunidad de Vecinos, por ejemplo?: ¡Chssst!. La parabólica la pago yo. Pero si tú ya pagaste la caldera...¡Qué más da!... ¡Si no vamos a salir de pobres!.
Eso sí, en un bar, lo más importante era el camarero. Los camareros se podían dividir básicamente en dos tipos: el camarero Ágil...y el «Agil-pollao». El Agil, según entrabas por la puerta, te limpiaba la mesa, te acercaba el servilletero, te ponía una caña y te decía: Van dos cero, pierde el Madrid, ha bajado el índice Dow Jones y el político menos valorado es Mayor Oreja...¿te pongo unos pinchos de oreja?.
El «Agil-pollao» se reconocía porque parecía que estaba saliendo de la anestesia: ni te oía, ni te veía. Tú le estás haciendo señas, como si estuvieras aparcando un avión en Ranón, pero el tío pasaba por tu lado sin mirarte, como un médico de la Seguridad Social de Soto. Que entras por la mañana, y cuando por fin te hace caso... A ver. ¿qué va a ser? ¿Que qué va a ser...? ¡Dentro de nada de noche, huevazos!.
Pero donde el bar alcanzaba la gloria era cuando había partido. El bar era el TEMPLO DEL FUTBOL. Antes había unos carteles en los que se leía: “Estupendos berberechos", "Tenemos nécoras deliciosas” Ahora no, ahora ponen: "HOY: DEPOR-REAL MADRID..." Y en todo el día no se habla de otra cosa... Nada más entrar pides una caña y el camarero te dice: "Morientes tiene osteopatía de pubis".
Y ésa era la gran diferencia entre el bar de aquellos tiempos y tu casa. Nunca se discutía por el mando. En el bar no había zapping: Si hay partido, se ve el partido; si hay patinaje artístico, se ve el partido; si hay "Saltos de esquí", se ve el partido; y si hay peli porno en el Plus... ¡Se grababa el partido!.
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(1) Trato siempre de ser muy considerado/respetuoso con mis amigos/vecinos y por supuesto ASUMO cualquier discrepancia (mal entendido) con los escrito (Faltaría mas) por lo que pido perdón/tolerancia por adelantado a aquel/llos que se sienta/n “mosqueado/s"
El que verdaderamente se divierte (carcajadas atronadoras) es el escribiente y como siempre, todo parecido con la realidad es pura coincidencia. ( Nota del autor del artículo).
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1 comentario:
Josi 6 de diciembre de 2012 16:10
Luis Miguel, eres único, si tienes el carácter como describes la vida tienes que ser genial, no dejes de escribir que no se puede tener más ingenio.
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Publicado el 4 de noviembre de 2012
(Fíu Luisa) de la Quintanona…
Carta abierta a mi/nuestro pueblo de RIBERAS
Soto del Barco – Asturias
Sin duda me estoy haciendo mayor, pues seguramente la razón que desde lo más profundo, emerja con fuerza la necesidad de volver a la infancia. Quizá, como en otra ocasión reflexioné, se deba al deseo inconsciente que tiene el alma de volver a conectarse con lo más profundo y puro de nuestra niñez.
El recodar a RIBERAS, me trae algunos sueños de mi niñez, ¿como olvidar el pueblo que me enseño a gatear, a tropezar y a dar mis primeros pasos y carreras por sus calles inclinadas, empedradas y polvorientas?.
Cuando fui niño bese sus flores, comí sus dulces frutos, adoré sus praos.… bebí sus aguas puras, me bañé en ellas, me colmé de la lluvia en sus inviernos, como de sol en sus veranos. Gocé de sus maravillosas primaveras entre flores y mieles de abeja, bajo sus lunas y noches de estrellas, sobre el espacioso verde manto de sus prados. Jugué interminablemente con sus mil especies de peces que un día mi abuela Josefa me enseñó y me dejó, tal vez como consuelo al separarme de su lado.
Fue solamente ayer, en los cincuenta cuando me hice hijo de toda la existencia de RIBERAS, cuando vestido de niño pescador en el Trabe era parte de su inocente naturaleza, cuando transformándome en uno de sus pájaros cantaba al rayar el sol, cuando me deshacía entre la elástica transparencia de su viento, danzando y silbando con él contra sus arbustos, labrando así aquí en el corazón su don de inspiración…
Varias noches he despertado pensando en lo que hemos sido en RIBERAS… somos y debemos ser. Nunca hemos considerado que éramos ricos, sus gentes siempre han actuado con humildad y la vida la hemos disfrutado con lo que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros. Somos gente de buena fe y creemos en la buena fe del otro, si alguna vez hemos sido arrogantes es porque vivimos momentos felices y no supimos interpretarlos. Hoy siento que algo nos falta, algo sucede en nuestro interior, tal vez porque hayan traicionado nuestra buena fe, porque nos sentimos impotentes frente a lo que acontece o porque no encontramos la solución para enfrentar lo que nos preocupa.
Luego varios años en ciudades más grandes, debo reconocer que RIBERAS es y será por siempre mi verdadero hogar. Sin importar cuantas hermosas ciudades y pueblos de este país haya conocido, cuando pienso en donde esta mi corazón, siempre diré que en RIBERAS. No por mi familia, ni amigos, sino por que veo a mi pueblo una joya, y a cada RIBEREÑO como una lima que lo va puliendo y puliendo hasta su total perfección.
RIBERAS es un espacio para la imaginación donde abundan los sueños y los anhelos, esperanzas, hojas que pasan, deseos, que, tal vez, rompan la barrera de la improbabilidad y puedan llegar a palparse, tocarse, abrazarse, sentirse... como la propia realidad. Soñar es imaginar que las cosas son distintas a como son en realidad en RIBERAS… un espacio propicio para despertar la imaginación.
RIBERAS (no me canso de repetirlo) es un lugar frondoso, pleno de vida. Lo estoy contemplando, mirando, observando, saboreando... desde SANTIANES….. RIBERAS lo tengo allí, más bien aquí dentro del corazón, al otro lado de la orilla del Nalón. Desde este paraje praviano todo se ve distinto, se contempla con una mirada diferente, tal vez desde la óptica del corazón, de los sueños imaginados, deseados. Desde este lado del río, RIBERAS se me antoja verde, de mil matices, blanco, con un cromatismo infinito, coronado por su esbelto campanario y al mismo tiempo, lo siento tranquilo, sereno, bullicioso,... en fin, emocionante.
¿Que tan importantes son las palabras?. Hay momentos en la vida que una palabra oportuna e impregnada de afecto puede cambiar significativamente el ánimo de una persona, palabras bien dichas edifican, construyen, suman y multiplican. Mal dichas restan, dividen y destruyen. Demos buen uso a este maravilloso instrumento de comunicación que es LA PALABRA ESCRITA.
Saludos y abrazos a mis amigos y vecinos de RIBERAS.
Luis Miguel - L´rena - 2 de noviembre del 2012
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1 comentario:
Isidro 10 de noviembre de 2012 22:08
Sigue escribiendo todo cuanto sepas, o te cuenten pues lo haces muy bien, el relato de la enseñanza esta genial. Josi
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Publicado el 28 de octubre de 2012
Elías, el del Rosico, nos envía desde Barcelona, nuevas fotos restauradas:
Foto publicada en "Grupos de gente" |
Foto publicada en "De fiesta (III)" |
Foto publicada en "De fiesta (I)" |
Foto publicada en "La Santina en Riberas" |
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La letra con sangre entra ... |
Artículo enviado por Luis Miguel (Fíu Luisa) de la Quintanona…
13 de octubre/2012.
Hoy, ya casi en el atardecer de la vida, recuerdo con bastante pesadumbre aquellos tiempos de hace mas de medio siglo y deseo llegar a los compañeros de la Escuela de Riberas con los que compartí momentos inolvidables e irrepetibles, aunque con las limitaciones que ya va imponiendo el olvido y la edad.
Creo recordar que muchos de esos momentos no son agradables. Todavía resuenan los golpes de la vara de D. Daniel ó con la regla de madera que rompía casi a diario en la uñas de alguien. Me fui de la escuela con una soberana paliza (varazos marcados en la espalda) y gritando entre sollozos !!A mi ese Hp no me vuelve a pegar¡¡. Como para olvidarlo y lo mas grave… ocultarlo.
Yo recuerdo que salía de la escuela con la cabeza atolondrada de los hostiazos, yo la mayoría de las veces ni entraba. La Bouza era lo más próximo que me acercaba. Pero al maestro D. Daniel eso le daba igual, te decía ¡todo eso te lo tienes que meter en la cabeza. Además, te enseñaba cosas inútiles. ¿para qué se tiraba semanas enseñándote a escribir con la mano derecha?. Coño, ¡que te enseñara a pelar patatas ó sembrar cebollín¡ ¿Y las matemáticas?. Te enseñaba los conjuntos conjuntos y los conjuntos disjuntos. Ahora, el que cambió mi vida fue el conjunto vacío. Le enseñaba las notas a mi madre y ella me decía: Luis Miguel, ¿y este cero en matemáticas? Mamá, no seas antigua, esto no es un cero, dice D. Daniel que es un conjunto vacío.
Luego te enseñaba a sumar, restar... y dices: “Ahora me enseñará a pedir un crédito en la Caja de Aforros…” Pero no. Lo que te enseñaba era la raíz cuadrada… ¡Ay, amigos! lo bien que me ha venido a mí saber la raíz cuadrada…!Sin ir más lejos ¿la he usado? ¡NO padre!.
Y mas tarde volvía D. Daniel y decía: Criaturas, os voy a poner unos problemas. Cojonudo, llevo un cartapaz de ocho kilos y encima viene a ponernos más problemas. Y dictaba: Si Pedrito tiene seis manzanas, viene su hermana y le quita dos, viene su primo y le quita otras dos y luego el perro se come una… ¿Cuántas manzanas tiene Pedrito? No lo sé, pero francamente… Pedrito era gilipollas.
Otra cosa que te enseñaba eran palabros en latín y griego ¡Con razón que por las noches no podía dormir! ¿Y la sinalefa? ¡Eso tiene que ser una guarrada! yo me negué a estudiarla… y hablando de cochinadas: también en Física te enseñaba los gases nobles ¿Oh era en ciencias?… A mí me parece muy bien que los nobles se tiren sus gases como todo el mundo ¿pero era necesario estudiarlos?.
La única vez que yo estuve atento en la escuela fue cuando explicaron la reproducción humana. Aunque tampoco me sirvió de mucho, primero D. Daniel ó era D. Antonio (me falla la neurona) te hablaba de un guisante… después de unas abejas que salían de su colmena y llevaban el polen por ahí y luego te enseñaba unos dibujitos de una pareja en pelotas… Que yo pensaba: ¿Y aquí quién de los dos tiene el guisante…? Pero ahí no se acababa el follón, porque yo sabía que había una cosa que se metía en algún sitio… Y además estaba la cigüeña… Con lo que me fui a mi casa pensando que la reproducción humana consistía en que una cigüeña metía un guisante en una colmena de Jesús el Parador y una abeja lo esparcía… Muy bien… Yo no quiero ser gilipollas pero entonces. ¿para qué servía mi pito?.
La Gramática era muy interesante porque te serbia de algo por ejemplo: Yo llegué a bautizar la propiedad NO conmutativa de la limpieza de casa, que viene a decir, más o menos, que el orden de los factores SÍ que altera el producto, y mucho (¿Esto no será de matemáticas?). Es que no es lo mismo barrer y pasar la fregona que pasar la fregona y barrer. Lo primero es lo correcto; lo segundo es una verdadera guarrada. Esto ahora puede parecer sencillo y casi todos deberíamos saber que la primera es la forma correcta pero luego la cosa se complica y…
En fin, compas, que según lo que nos enseñaban en la escuela de Riberas, un hombre de provecho es un tío que habla lenguas muertas, come guisantes, toca la flauta pero no tien ni puta idea donde se enchufa la aspiradora.
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JOSEFA DE "LA VILIA"
Artículo enviado desde L´Arena por Luis Miguel
22 de Junio/2012
«A quien desee leer añoranzas:
Hoy escribo esta sencilla carta, a tenor de lo leído en ésta página y referente a Angelín de la Vilia....por lo que me gustaría dedicar unas palabras a una GRAN MUJER, su madre, JOSEFA “LA VILIA” (madre de Angelín y José Manuel de La Vilía). Que deben ese apodo a haber vivido en la Vilia, una casa cerca de la Quintanona.
Tengo un entrañable recuerdo de esa GRAN MUJER vestida de negro “JOSEFA” que administraba una tienda en el barrio de La Plana (hoy Casa Casimiro), allí era donde se “tejían y cocían” miles de tópicos del pueblo de Riberas. Allí era donde los niños de los 60 nos reuníamos entorno a JOSEFA, que siempre, siempre tenía una atención (caramelos) ó una sonrisa con nosotros ó simplemente te pasaba la mano por encima de la cabeza y nos libraba de mas de un cachetazo de nuestros padres.
Conocía su oficio muy bien y te abría la puerta de día, de noche y los domingos y le importaba un rábano el $ y de eso, algunas familias de Riberas lo saben bien. Impidió mucha hambre y fió muchos alimentos que en aquellos tiempos no se podía pagar hasta el día de cobro en Ensidesa, el carbón del río, la madera…. cuando se cobraba. La libreta de deudas era frecuente y en ocasiones “se perdía”, pero JOSEFA no se enfadaba.
JOSEFA nunca tenía prisa en cobrar. Recuerdo a una familia hastiada de tanta pobreza que se fueron a trabajar a Bélgica (emigración), debiendo importantes cantidades de alimentos a JOSEFA; pasados los años esa familia vino a Riberas y abono la deuda con JOSEFA.
JOSEFA era el banco de alimentos de muchas familias (no como los de ahora) sino al contrario y de ello, reitero se beneficiaron muchas familias. Nunca le vías poner mala cara, JOSEFA no reclamaba lo adeudado, sabía muy bien lo que “se cocinaba” en cada familia.
Muchos de aquellos niños de los 60, hemos aprendido que la distancia hace más fuertes nuestros lazos, con aquellas personas que nos trataron bien. Que pena que sólo aprendemos a valorar a las personas importantes cuando sentimos su ausencia.
GRACIAS JOSEFA, por abrirnos la puerta de noche, los días de fiesta y salvarnos de infierno por haber perdido el dichoso catecismo, haberse roto el pizarrín ó perdido la goma de borrar.
GRACIAS JOSEFA, por compartir nuestras alegrías y nuestras tristezas, transmitiendo esas palabras de fortaleza, tranquilidad y la certeza de que todo esta bien. También por aceptar a los demás sin mirarles la cartera.
GRACIAS JOSEFA, por aconsejarnos y poner el hombro, por no llenarnos de palabras huecas, por enseñarnos a ver con una sonrisa, en cada mirada, en cada palabra y el cariño implícito en cada una de ellas.
Mucho se podría escribir (se acabaría la tinta) de esa GRAN MUJER, que la veíamos desde abajo, (desfigurada por nuestra edad), pero ENORME y con palabras chillonas… pero con cierto terciopelo en el tono que no podía ocultar que se estaba riendo a carcajadas. En ese momento, te daba 3 pastillas de espabilina.
¿Os extraña los valores humanos que trasmite Angelín “El de La Vilía” a través de su arte?.»
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Caminando hacia el Nalón |
Carmen Peláez, hija de Eliseo de Riberas, nos envía esta poesía dedicada al río en el que su padre tantas veces anduvo a la angula y al carbón.
Río Nalón
Rio del recuerdo
que mi tierra bañas,
pintando tu curso
de verdor y cañas.
Nalón de la vida
en la muerte mandas,
joyas de carbón
llenaban las lanchas.
La luna traía
lágrimas de plata,
besando la orilla
con marea alta.
Mi padre pescaba
Con cedazo y calma,
casulla de saco
Y el frio en el alma.
Si traes la riqueza
la tristeza escampas,
llévate mi pena
con tus aguas mansas.
Rio de sonidos
con nieblas de nata,
llévame despacio
con la sien de escarcha.
Carmen Peláez
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Elías (el del Rosico), desde Barcelona, nos envía estas fotos, que aparecen publicadas en nuestro blog, restauradas
Foto publicada en "Alguna anotaciones sobre la enseñanza en Riberas" |
Foto publicada en "Marcelino González" |
Foto publicada en "1925: Inauguración de un campo de fútbol" |
Foto publicada en "La Neña, una obra de teatro ambientada en Riberas" |
Foto publicada en "La Neña, una obra de teatro ambientada en Riberas" |
Foto publicada en "La Neña, una obra de teatro ambientada en Riberas" |
Foto publicada en "Grupos de gente" |
Foto publicada en "Grupos de gente" |
Foto publicada en "Grupos de gente" |
Foto publicada en "Grupos de gente" |
José Luis,desde Gijón, nos hizo llegar esta fotografía de grupo de niñas de escuela, del curso 1928-1929 ,que completa la que nosotros habíamos publicado en "Grupos de escuela de niñas"y en la que aparecían varias caras borradas.
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Que pena no saber sus nombres,alguna de esas niñas seguro que es mi madre...
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