Retrato de Marcelino González pintado por Nicanor Piñole |
Foto del Libro MGG |
Finalizada la guerra, Marcelino entra a formar parte de la sociedad de su tío que pasa a llamarse «García Abelló y González», iniciando así lo que sería una exitosa carrera empresarial basada en el trabajo, el ahorro y la austeridad.
“Algunas mañanas el abuelo solía tomar el tranvía para ir a Gijón, y en vez de tomarlo e El Cañaveral, que era la parada más próxima a su casa, lo hacía en la guía, unos 2 kms. más allá, para ahorrarse a lo mejor 5 céntimos. Y cuando alguien se lo echaba en cara, contestaba que el céntimo es la base del millón.”[2]
Y es a partir de entonces cuando, al sentirse firmemente instalado, comienza a llamar a su lado a su familia de Riberas, empezando por su hermano Sergio, que vivía de la labranza y al que en un primer momento acompañan su esposa e hijos.
Foto del Libro MGG |
“Cuando Sergio recibió la carta de Marcelino, estaba trabajando en la labranza en su pueblo de Riberas y estaba casado y con hijos. No se lo pensó, y embarco enseguida para Cuba con su mujer y sus hijos. [Uno de esos hijos, que había nacido en 1870, era Encarnación, que al cabo de unos pocos años se volvería a Riberas, (....). Encarnación se casó en el pueblo con Angel Fernadez Corujedo…]. A su mujer Elvira García Abello (la sobrina del fundador del Almacén) no le sentaba bien el clima de la Isla, y siempre estaba suspirando por su tierra lejana. A pesar de ello aún tuvieron en Cuba varios hijos más hasta reunir un total de ocho. Sus familiares contaron más tarde que Elvira al fin regresó a España con una hija de diciocho años que estaba tuberculosa y se murió al poco tiempo de llegar. Elvira también lo hizo en 1905, y ambas están enterradas en el cementerio de Riberas.”[3]
Y siguiendo por sus cuñados Victorino García, carretero de profesión, casado con su hermana Feliciana, y Benigno Suárez, marido de Nicolasa, que comienza trabajando de cobrador para el Almacén.
Panteón familiar de D. Sergio González, hermano de Marcelino, en el cementerio de Riberas. En el se hallan enterradas su mujer Elvira (1905) y su hija María (1903) |
En 1895 comienza la guerra de la independencia de Cuba. D. Marcelino, con 49 años, se incorpora de nuevo, con el rango de Capitán, al cuerpo de voluntarios formando parte de la Plana Mayor del «2º Batallón de Cazadores ». En 1897 es nombrado Presidente de la Lonja de Víveres, nombramiento que seguramente estaría relacionado con el hecho de ser el propietario del Almacén más importante de la Habana.
“Su Majestad el Rey (que Dios Guarde) y en su nombre, la Reina Regente del Reino, de conformidad con lo propuesto por el Gobernador General de Cuba, significado que V.E., ha tenido a bien conceder la Cruz de la orden al Mérito Naval con distintivo blanco libre de gastos a Don Marcelino González y García, Presidente de la Lonja de Víveres, por los extraordinarios servicios que ha llevado a cabo por la causa de España.”
(Decreto de concesión de fecha de agosto de 1897)
Rosalía De La Buelga Puig Foto del Libro MGG |
Eulalia Alvarez Prieto Foto: Dorita la del Barbero |
Foto de Famila de Marcelino González Foto: La Nenita |
Asentado en Gijón, donde fija su residencia, comienza una nueva etapa en el periplo vital de Marcelino González, marcado por la atención a su familia y por los continuos viajes a Cuba, para seguir personalmente la marcha de sus negocios, al frente de los cuales había dejado, como apoderado, a su hermano Sergio. Éste se había casado, tras enviudar en 1905, en segundas nupcias, con una vecina de Riberas, Concepción García Mayllo. En estos viajes se dedicó también D. Marcelino a la compra de varios inmuebles.
El panhard-Levasoor en el que viajaba D. Marcelino. Foto del Libro MGG |
D. Marcelino había estado en Riberas en 1888, donde promovió un expediente de posesión de los bienes heredados de sus padres, que hasta entonces carecían de titulación alguna. Se trataba de propiedades rústicas todas, como tierras, prados, carbayedos, pinos y monte en los términos de Riberas, Arenas y Faedo, y otras en la vega del propio pueblo, algunas de las cuales estaban sometidas aún a pensiones de viejos foros. De otra, sin embargo, le pertenecía el dominio directo y estaba aforada a un sobrino lejano, que le pagaba un canon anual. Aunque esto no significaba gran cosa para la economía del indiano, la tierruca le seguía tirando y era el pretexto que alegaba para poder visitar Riberas de cuando en cuando. Cuentan que venía desde Gijón en coche de caballos, haciendo una parada en el Alto del Praviano, en una venta donde le cambiaban el tiro mientras reposaba en un sillón de mimbre al tiempo que se refrescaba con zarzaparrilla o quizá merendaba una buena taza de chocolate con bizcocho y más tarde bebía un vaso de agua fresca con su correspondiente azucarillo”.[5]
En Gijón, adquiere varias casas en la calle Langreo y solares en la de Covadonga y en 1901 unos terrenos en el Llano que después urbanizaría dando a las calles el nombre de todos sus hijos[6], operación en la que tuvo gran participación su sobrino D. Leoncio Suárez. D. Leoncio estaba casado con Marcela, hija de Dª Nicolasa, hermana de Marcelino y de D. Benigno Suárez.
“Mi padre Leoncio Suárez era también de Riberas, hijo de una aldeana de buena posición y persona muy religiosa, que se empeño en que a los doce años entrara en el Seminario y se hiciera cura. Pero él, un día que estaba sembrando patatas, se encaró con ella y le dijo: ―Tengo que hablar con usted, madre. No quiero ser cura, porque los curas no se casan y yo quiero casarme ―. Entonces le mandaron a Cuba con su tío segundo que tenía una bodega en Guanajuay, y allí estuvo moliendo café hasta que ahorró lo suficiente para marchar a la Habana.” [7]
En el Club Gijones de la Habana, en 1909, familia de Marcelino González. De pie, a la derecha sus sobrinos Marcela y Leoncio Suarez Foto del Libro MGG |
En 1903 Marcelino González compra una finca con chalet en el barrio residencial de Somió, a la que llamaría «El Templete» en alusión al monumento de la Plaza de Armas de la Habana. En 1908 abre casa en Madrid, en el barrio de Salamanca, introduciendo así a su familia en lo más selecto del ambiente madrileño, ambiente en el que se encontraba muy cómoda Dª Eulalia, muy preocupada por casar bien a su hijas.
“Parece que fue entonces cuando D. Marcelino se adelantó para buscar colegio para sus hijas Evangelina y Serafina, las dos pequeñas, en la capital de España y les reservó plaza en un centro de la por entonces naciente «Institución Libre de Enseñanza». Y al enterarse Dª Eulalia tomó una determinación que mostró ante todos la firmeza de su carácter, olvidando por una vez sus innegables dotes de habilidosa diplomática. Se plantó ante su marido, y le convenció de lo nefasto que era el paso que había dado sin contar con ella. Y el resultado fue que las niñas entraban poco tiempo después en le Colegio de Monjas de la Asunción.”[8]
En 1909 se casa su hija Zoila en Gijón con el teniente de Ingenieros Juan Gómez Jiménez, que, destinado en Melilla, aprovecha una licencia para celebrar la boda y a continuación se incorpora a la guerra de África, siendo condecorado por su comportamiento en Ait-Aixa y en el Barranco del Lobo. En 1912 lo hace su primogénita Mª Josefa, en Covadonga, con Pedro Rodríguez. Y en 1914 Evangelina con Enrique Monereo y Ana María con Felipe Salcedo en Madrid y Rosalía con Romualdo Alvargonzález en Gijón.
Ese mismo año de 1914 fallece en Riberas su hermana Nicolasa en trágicas circunstancias:
Ese mismo año de 1914 fallece en Riberas su hermana Nicolasa en trágicas circunstancias:
“Estando operada en Oviedo su sobrina Encarnación, la hija de su hermano Srgio, mi abuela estuvo acompañándola en el sanatorio. Y un día de fiesta de septiembre se vino para Riberas acompañada del médico que había operado a Encarnación, y que se llamaba D. Celestino y que había estado enamorado en tiempos de una hija de Dña. Nicolasa que se llamaba América. También vinieron dos ayudantes, y estuvieron pasando el día con la familia. Trataron que se volviera con ellos una hija de la enferma operada, para sustituir a la abuela, pero no lo consiguieron. Entonces Nicolasa se dispuso a volver otra vez, y se subió en el coche de caballos en el que habían venido desde la estación de ferrocarril de Pravia. Detrás de ella se instalaron también el médico y los dos ayudantes, pero de repente los caballos salieron corriendo sin conductor, Nicolasa se asustó y abriendo la portezuela del coche, se tiró a la carretera junto al punto que llamaban el Rosico, donde el río pasa muy pegado, y se hizo mucho daño. D. Celestino se rompió unas costillas y el ayudante una muñeca.”[9]
Logotipo del almacen una vez que entró como socio Florentino Suarez Foto del Libro MGG |
se dedicó a promover una serie de proyectos culturales y filantrópicos : apoyo a la enseñanza laica a través de la fundación de la Escuela Neutra de Gijón[10] [11]a la que no solamente aporta capital sino también pone a su disposición los locales donde se impartirán las clases. También colabora económicamente con la financiación del periódico gijonés “El Noroeste”, colaboración a la que accedió a petición de Melquiades Álvarez, con quién mantenía una buena amistad. Marcelino González fue el presidente del Consejo de Administración del periódico durante varios años y uno de los valedores principales del que fue su director Antonio L. Oliveros. Este en su obra “Asturias en el Resurgimiento Español” se refiere así a la colaboración prestada por Marcelino González en los preparativos del complot ideado contra la dictadura de Primo de Rivera, entre otros por Melquiades Álvarez y el General Weyler, ―a cuyas ordenes había estado Marcelino en Cuba ―, para la noche de San Juan de 1926 :
“[…]el entonces presidente del Consejo de Administración de El Noroeste, Marcelino González, se suscribió con una importante cantidad. Este singular ciudadano dijo a Melquiades Álvarez, siendo yo único testigo, al solicitar éste de él que contribuyese para los gastos del complot: Daré lo que usted me pida, pues no quisiera morirme sin ver implantada la República.”[12]
Leyendo el Noroeste |
Portada del 14 de abril de 1931 del periódico que colaboró a financiar y que presidió. A Marcelino le hubiese gustado llegar a leerla |
Como obra filantrópica destaca la donación de las escuelas de Riberas, obra a la que ya hemos dedicado un artículo anterior.
En 1918 se afilia a la logia Masónica Jovellanos en la que sigue figurando, por lo menos hasta 1926, apareciendo con el hiramita de simbólico «Nalón»[13].
En 1922, el día que cumplía los 23 años, moría en el collado de Tizzi-Alma, en el Rif, su hijo Marcelino, Teniente de Artillería.
“[…] a su llegada a Gijón le hicieron un gran recibimiento todas las autoridades y representaciones de Gijón, más las de Oviedo y Soto del Barco, con su alcalde D. Emilio F. Corujedo a la cabeza y numerosísimas personas que acompañaron al cadáver en un ataúd de ébano, cubierto de coronas. La carroza fúnebre, que iba tirada por seis caballos con palafreneros, se dirigió a la Iglesia de San Lorenzo, acompañada por la comitiva fúnebre, donde se celebraron los funerales.”[14]
Marcelino González pasa los últimos años en su finca del «Templete», en Gijón, acompañado de su esposa Eulalia, de sus hijos y de sus muchos nietos. Muere el 29 de septiembre de 1927.
Así se hacía eco del fallecimiento el Sol de Pravia en su nº 1 de 10 de octubre de 1927
En el año 1964, a modo de homenaje, se le pone su nombre a una calle en su pueblo natal.
Dorita el Barbero con descendientes de Marcelino Gonzalez que acudieron al acto de colocación de la Placa . Foto: Dorita |
Placa que da nombre a la calle |
Avenida de Marcelino González |
Cuadros del libro MGG |
[1]“ Marcelino González García (Vida de lucha y triunfo de un asturiano en la Habana)”. Juan Gómez Y Gz. de la Buelga. Imprenta Pelayo. Gijón. 1998.
Del relato de este libro están sacadas la mayor parte de la información y de las fotografías de este artículo.(Nos referimos a él como MGG)
[2] Id.
[3] Id.
[4] Id. Entrevista con Ángel García Suarez y Regina González Suarez en Riberas (2-9-1988)
[5] Id. Entrevista con Pedro Pablo Alvargonzález González, nieto de Marcelino de visita en Riberas el 12-9-1988
[7] Id. nota 1 . Entrevista con América Suarez Suárez, hija de Marcelina y nieta de Nicolasa el 20-9-1988
[10] Artículo de LNE “Marcelino González, constructor del Gijón liberal” de Francisco Prendes Quirós. Septiembre de 2011
[11] Un homenaje desde España a ROSARIO DE ACUÑA por Víctor Guerra
[12] “Asturias en el Resurgimiento Español” Antonio L.Oliveros. Biblioteca Histórica Asturiana. Silverio Cañada Editor. 1989 (pag. 216)
[13] La Escuela Neutra. Historia de la Masonería en Gijón.
[14] Id. nota 1 . Los datos del entierro están sacados del diario el comercio de Gijón del 10 de noviembre de 1922 (nota del autor del libro M.G.G.)
[15] Id. nota 1
MUY BUENAS LAS FOTOS ANTIGUAS DE LOS EQUIPOS DE FUTBOL.
ResponderEliminarSE SALEN!
Es de justicia recordar a todos aquellos que abandonaron sus tierras y familias en busca de una vida mejor y que pasando penalidades y sudores, nunca dejan de pensar en los que dejan tras de si, siempre con el afan de favorecerles y de que disfruten de sus exitos, nunca estan suficientemente reconocidos. El reportaje es fantastico y aclara muchas cosas que solo se saben de oidas.
ResponderEliminar"Cuando Sergio recibió la carta de Marcelino, estaba trabajando en la labranza en su pueblo de Riberas y estaba casado y con hijos. No se lo pensó, y embarco enseguida para Cuba con su mujer y sus hijos. [Uno de esos hijos, que había nacido en 1870, era Encarnación, que al cabo de unos pocos años se volvería a Riberas, (....). Encarnación se casó en el pueblo con Angel Fernadez Corujedo…]. A su mujer Elvira García Abello (la sobrina del fundador del Almacén) no le sentaba bien el clima de la Isla"
ResponderEliminarHay un pequeño error. La esposa de Sergio González era Elvira García Fernández-Corugedo, hija de Indalecio García Abello y de Nicolasa Fernández-Corugedo. Efectivamente era sobrina del fundador del Almacén. Pero curiosamente era sobrina también de José Fernández-Corugedo, que también tenía negocios en La Habana, y que a su regreso a Riberas, dejó aquellos negocios a los hermanos de Elvira: Luis, Emilio y Alfonso, todos ellos naturales de Riberas.
Pues bien, Luis García Corugedo fue todo un personaje. Alcalde de La Habana entre 1891 y 1893, fue uno de los acusados por el juez instructor americano del Hundimiento del Maine como uno de los tres empresarios españoles instigadores (Corugedo, Maribona y Villasuso).
Hoy he estado viendo ese genial cuadro de Piñole en casa de su nieto Enrique que tiene ya 94 años.
ResponderEliminarPues ahora tiene ya 97 ;-)
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