miércoles, 31 de julio de 2013

Rebuscando en la hemeroteca (V)

«La Correspondencia de España», Madrid 28 de agosto de 1899

Ricardo J. Catarineu, (Tarragona, 1868 – Madrid 1815), escritor, crítico literario y colaborador  habitual de periódicos y revistas de la época, cuya madre  está enterrada en el cementerio de Riberas[1],  escribe esta  “crónica de viaje” desde Salinas, donde comparte veraneo con Leopoldo Alas “Clarín”, Juan Bances, el pintor Pelayo, Builla y D. Aniceto Sela. En ella, además de hacer una severa crítica a la fiesta de los toros, − “en un pueblo como Gijón, entregado a la vida moderna  en cuerpo y alma, no está mal que los toreros sean mirados como elemento exótico, como perturbadores del trabajo y de la paz campestre, como polo opuesto a la cultura y al progreso, y hacer referencias a Avilés y Cornellana, dedica unas notas a Riberas:

"Pero para bailes, uno a que asistí en Riveras.

Es Riveras, a orillas del Nalón, y entre Soto del Barco y Pravia, una de las más pintorescas aldeas asturianas, y además de las más divertidas.

Tiene un Casino donde se baila por todo lo alto, entrando por la abierta ventana el aire puro de las cumbres a acariciar la frente del veraneante, que mira a distancia las hogueras con que se espanta a los jabalíes y oye los cencerros con que se les aturde y aleja.

La sidra y la cerveza corren a mares en una huertecilla, mientras en el primer piso marean a los bailadores los ojos de las rapazas más aun que la cerveza  y la sidra.

Es notable en Riveras, y de gran fama en toda la provincia, la casa de campo de la señora viuda de Corujedo, que tuvo por marido a un hombre excepcional, de quien escribió elocuente apología en Recuerdos de tiempo viejo, el inmortal Zorrilla..

Fue Corujedo un trabajador insaciable, que mientras se dedicaba a tareas rudas, no descuidaba los manjares de alma, llegando a adquirir sólida instrucción, que le permitió tomar por fin de la vida el aura mediocritas, que tan hermosamente recomendó, que tan hermosamente recomendó el poeta , y retirarse al cabo a una finca, con  todo el confort de la ciudad y todas las apacibles venturas del campo, finca en la cual no sabe hoy el turista que admirar más, si la biblioteca, la bodega o la huerta."


«La Correspondencia de España», Madrid 7 de marzo de 1900

La ubicación del actual cementerio, como en su día la del  cementerio viejo, fue objeto de polémica entre los vecinos.

"Nos escriben desde Riveras (Asturias), que en aquel precioso pueblecillo está acabándole de construir un cementerio que constituye verdadero atentado a las vigentes leyes de sanidad y grave amenaza contra la salud pública.

Gran mayoría de vecinos de Riveras elevaron una instancia al gobernador, pidiendo que suspendiera la construcción del cementerio, enclavado en la margen de un arroyo, único donde abreva el ganado y se lava la ropa, y a 10 metros de distancia de una fuente pública.

Ponemos estos hechos en conocimiento del señor ministro de la Gobernación, de cuya rectitud y amabilidad esperamos reclame del gobernador de Oviedo pronta y eficaz justicia."

La fuente pública a  la que hace referencia es la de el Pozín, de la que ya hablamos en el artículo que dedicamos a las fuentes:

"Hoy desaparecido, el Pozín estaba situado a la orilla del río Fuentes, debajo de la plazoleta del cementerio. Relataba Mon de Gerarda que de ese manantial se traía el agua para las escuelas. Todavía hoy se pueden ver los restos del depósito que, unos metros más abajo almacenaba el agua. Cuando la fuente del Campón se secaba, cosa que ocurría muy a menudo,  “el Pozín” era  una de las alternativas para abastecer de agua potable a los vecinos del entorno. Como daba poca agua, Manolo Mingón, que era uno de los “curiosos” de la época y muy aficionado a la dinamita, quiso aumentar el cauce mediante una explosión. El experimento no salió según lo esperado y la fuente se perdió para siempre"

«La Correspondencia de España», Madrid domingo 10 de agosto de 1913


"El cronista ha pasado varios días en uno de los rincones más bellos, más poéticos de Asturias, Riberas de Pravia, y sin llegar a la fiesta tradicional del pueblo, ha visto que se vive aquí en perpetua fiesta.

La colonia americana, este año más numerosa que nunca, es el alma de estos gratos esparcimientos, que consisten en romerías, jiras a pié y a caballo, bailes campestres, meriendas, etcétera. Bien es verdad que todos estos agasajos y muchísimos más merecen las encantadora riberinas, que con las muchachas de la colonia  veraniega forman un conjunto incomparable de belleza, distinción y simpatía. Citaré sus nombres: las cubanas Sara y Herminia Corrales Blanco, Rosina Sánchez , Pilar y Felina González y Marcelina Suárez; Marina Menéndez, María Arbesú, María Luisa González, Luz y Lola Díaz, la hija del heroe de Cavite[2], Finita Cadarso, que con su madre está pasando aquí una larga temporada.

Con harto pesar he abandonado Riberas, no sin antes hacer firme propósito de volver, que no es posible olvidar ni la belleza del grandioso paisaje ni la hospitalidad de la excelente Socorro, cuya casa es el punto de reunión, el Casino, donde nos damos cita todos los veraniegos."



«Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo», Nº 287 17 de diciembre de 1880

"Por el presente edicto ruego y encargo a las autoridades, guardia civil y dependientes de la policía judicial, que por cuantos medios estén a su alcance, procedan con el mayor celo  y actividad a la busca y captura de las ropas que a continuación se expresan, las cuales fueron robadas a doña Josefa González Carvajal, vecina del termino de Ucedo, parroquia de Riveras, concejo de Soto del Barco, de sus casa habitación, en la noche del primero al dos del presente mes, cuyas ropas detendrán, caso de ser habidas, así como las personas en cuyo poder se encuentren, poniendo unas y otras a disposición de este juzgado, como lo tengo acordado en causa que por dicho delito me hallo instruyendo.
Dado en Avilés a trece de Diciembre de mil ochocientos ochenta. −Máximo Cano Rojo.− De orden de su señoría Juan Caval.

Ropas robadas.

Seis pañuelos de seda, los cuales eran:
            Uno encarnado con franja blanca.
            Otro id. Con flor blanca.
            Otro fondo negro con franja y flor encarnada.
            Otro color Mahon labrado con franja morada.
            Otro negro con franja blanca.
            Y otro amarillo.
Todos casi nuevos a excepción del último que estaba usado.
Un pañuelo de algodón color morado con franja amarilla, crecido, de poner al cuello.
Una manta negra de lana.
Otra aplomada con franja negra, también de lana, y ambas casi nuevas.
Un delantal negro de lanilla con un terciopelo por bajo.
Otro negro de percal.
Otro de varilla blanca y encarnada
Un vestido verde con juntas encarnadas de sarasa.
Una saya negra de percal.
Otra de varilla blanca y encarnada.
Un refajo de pañete encarnado con dos lorzas.
Otro de bayeta encarnada con tres esterillas por bajo.
Un elástico encarnado con vueltas de terciopelo negro.
Una mantilla de cubrir, de franela, con un terciopelo ancho.
Otra id. también de franela sin terciopelo.
Un cobertor con franja verde y encarnada,
Una sobre-cama de fondo blanco, flor verde y adorno blanco.
Otra de varilla con ramazón morado encendido.
Y dos servilletas
Todas las expresadas ropas están en buen estado de conservación.
=Caval."


«La Prensa», 8 de julio de 1930

"Ecos de Sociedad"

"En la iglesia parroquia de Riberas de Pravia, adornada con guirnaldas de flores y boj, se celebró ayer el matrimonial enlace de la encantadora señorita América Suárez y Suárez, hija de nuestro queridos amigos y convecinos don Leoncio y doña Marcelina, y el distinguido joven don Florentino Suárez García, hijo del importante comerciante de la Habana, don Florentino y de doña Josefina.

Bendijo la unión el virtuoso párroco de Riberas don José María Fernández Gudín y apadrinaron a los contrayentes el padre del novio y la bella dama doña Ana María González, vizcondesa de Salcedo Berbejillo.

Vizcondesa de Salcedo-Berbejillo, madrina de la boda
Representó al juez nuestro querido amigo don Emilio F. Corujedo y firmaron el acta como testigos don Ángel Arias, don Pedro Pablo González, don Luís Sanz, don Marcelino F. Corujedo, don Eloy Ramírez y don Julio González Álvarez.

Desde la entrada de la iglesia hasta el altar se había colocado una alfombra. La novia llevaba un riquísimo vestido blanco, con largo velo de tul y el novio traje de rigurosa etiqueta.

Se dijo la misa a toda orquesta, y durante ella fueron interpretadas por la «Orquesta Barrera», de Pravia las siguientes obras «Marcha nupcial», de Mendelssohn; preludio de «Los maestros cantores», de Wagner; Ave María, de Rota, y Romanza, de Calvo.

Nota simpática del acto lo fue el que actuaron de acólitos los niños Miguel Arias y Nazario Menes, parientes de la novia.

En el ofertorio de la misa, el señor párroco dirigió una sentida plática a los contrayentes.

A la salida de la ceremonia, todo el pueblo, congregado en los alrededores del templo, hizo objeto a la feliz pareja de efusivas muestras de cariño.

A continuación y en la hermosa finca «Villa América», propiedad de don Leoncio Suárez, padre de la novia, se sirvió un suculento banquete a los numerosos invitados que acudieron al acto, del cual impresionó varias placas el acreditado fotógrafo señor Lena, el director de «Foto-Klark».

En las largas mesas colocadas en los jardines de la esplendida finca, tomaron asiento las siguientes personas:

Señoras: Doña Marcelina S. de Suárez, Doña Josefina García de Suárez, Vizcondesa de Salcedo Bermejillo; de Villa (don Ramón) de Arias (Don Angel), doña Manolita Suárez de González, doña Celsa Nespral de Felgueroso, doña Celsa Felgueroso de González, Doña Marina Menéndez de Sanz, doña Josefina S. de Martínez, doña Josefina B. de González, doña Juanita Corujedo de Piñole, doña María Díaz de Suárez, doña Adelita García de García, doña Marina Suárez viuda de García, doña Anita Arenas de Menéndez, doña Marina Martínez de Rodríguez Navia (don Jesús), doña Julia Martínez de Tamargo, doña Matilde Alfonso viuda de Arango.

Señoritas: María Acebal, María del Carmen Entrialgu, Marina Tamargo, María Josefa Martínez, Lourdes González, Marina Canto, Aurora Rosete, Zoila Martínez, Isabel F. Corujedo, Marina Martínez, Blanca Arango, Consuelo Piñole, Isabel Suárez, Lola Monereo, Julia Tamargo, Juanita Piñole, Margarita Martínez, Maruja Pinilla, Sagrario, Margarita y Dorita Martínez, Pacita Felgueroso, Lola Alvargonzález, Finita González, Matilde Arango y Lilia Auárez, Carmina Carreño y Maruja Menéndez.

Señores: Don Julio González, don Luís Sanz, don Aquilino Entrialgo, don Pedro Pablo González, don Eloy Ramírez, don José María Fernández Gudín, párroco de Riberas de Pravia, don Ángel Arias, don Carlos Morán, don Emilio F. Corujedo, don Nazario Menes, don Esteban García, don Dionisio González, don Faustino Arias, don Marcelino F. Corujedo, don José Morán, don Ignacio Cavanillas, don Ángel González, don Fernando Arias, don Emilio F. Corujedo (hijo), don Enrique Suárez, don Arturo Arango, don Marcelino Suárez, don Manuel Arias, don Angel G. Corujedo, don Ramón Viña, don Alfonso Menéndez y don Celestino Tamargo.

En una de las habitaciones de la casa se habilitó una exposición de los numerosos y riquísimos regalos recibidos por los novios de sus familiares y amistades.

Los novios salieron en automóvil para Madrid, desde donde emprenderán un viaje por el norte de Europa.

A continuación del banquete se organizó un baile amenizado por la orquesta, y en el que la gente hizo gala de su resistencia.

El día anterior, para que las clases humildes tuvieran participación en esta simpática fiesta social, el padre del novio, Florentino Suárez, distribuyo cuantiosos donativos entre los vecinos menesterosos.

Deseamos a la joven pareja dichas sin cuento en su nuevo estado, y felicitamos a ambas familias de los contrayentes por el feliz suceso."


[1] A la madre de Ricardo J.Catarineu la sorprendió la muerte en Riberas,  el 14 de octubre de 1908, mientras pasaba una temporada en casa de la familia Corujedo. Está enterrada en el panteón familiar de esta familia.

[2]Hace referencia a la hija del Capitán de navío de la Armada Española  Luís Cadarso y Rey, fallecido el 1 de mayo de 1898  en la batalla de Cavite en Filipinas alcanzado por una granada  en el crucero Reina Cristina
Luís Cadarso y Rey

Crucero Reina Cristina hundido en la
batalla de Cavite en 1898