La iglesia de Santa María de Riberas se levantó en 1803, en sustitución de otra de época medieval (según Ángel Pulido [1]). Es de una sola nave, con bóveda de lunetos; a ambos lados de la nave se abren dos capillas separadas por arcos de medio punto; el ábside semicircular está cubierto por una bóveda de cuarto de esfera; la zona de crucero tiene bóveda baída sobre pilares. A la entrada , sobre un amplio arco carpanel está el coro, de madera. Tiene torre a los pies, con el piso inferior abierto formando un pórtico sobre arcos de piedra, y tres plantas, separadas por líneas impostas en piedra, con balcones –en las inferiores- y, en la última, el campanario, con huecos de medio punto. Remata en chapitel de pizarra.[2]
La Iglesia antigua
Encontramos una detallada descripción de la iglesia antigua en los escritos del año 1806 de Antonio Juan Bances y Valdés[3]:
“Esta iglesia tiene por titular antiguo a la Virgen de Nuestra Señora bajo el misterio de la Asunción a los Cielos. Así se llama esta parroquia de Santa María de Riveras. En la repetida donación de D. Alonso el Magno, cuando trata del territorio de Pravia donando a San Salvador el Monasterio de San Juan Evangelista, donde dice fueron enterrados el Rey Silo y su mujer Adosinda, con todo lo que debía corresponder a la corte de Pravia: vegas, molinos, montes, prados, tierras cultivadas e incultas, pescaderías así del mar como del río y hasta las oficinas donde se hacía la sal, sigue con estas literales palabras inmediatamente: Simul cam eclesial sancta María super flumen Nalonis, cum multas sernas magnas et cum villas. Por la inmediación que tenía a la Corte, por las vegas grandes, por estar sobre el río Nalón, y aún por el titular de Santa María a penes puede dudarse, hablo aquí de ella esta donación.
Pero se ofrecerá la grave dificultad de que la iglesia, que se acaba de arruinar en Riveras, no era obra de aquel tiempo, ni con muchos años después, y entonces ayudaremos a la opinión que intentamos hacer probable de que el repartimiento, así espiritual como temporal de esta Riveras , era distinto del que hoy existe, y aunque era posible se variase muchas veces; más que ya desde entonces, Santa María tenía la principal nombradía de Patrona; así como al otro lado del río se pone San Juan Evangelista, y sin perjuicio de que después se crease en la Llera, san Julián, etc., y de que se fabricase la iglesia que vemos en Riveras, con la unión de Riveruelas y otras que no sabemos con el transcurso de los tiempos sucesivos.
La iglesia, que se acaba de deshacer en Riveras para que en su sitio fabricar la nueva el año 1803, era sin duda obra del siglo XIII o XIV, en que iba tomando otro tono el terreno, que había ocupado la Corte de Pravia, y aun se iba extinguiendo del todo la casa de Doña Palla, conservándose sólo sus ruinas en algunas familias de su descendencia. Las iglesias de fecha anterior saben bien los anticuarios distinguir su estructura por la pequeñez, y aún más diminuto de sus capillas mayores, fábrica y material de sus paredes; en el adorno y follaje de sus puertas, arcos torales, canales del tejado, entierros, letreros, y lo que es más para mi, por haber sepulturas alrededor en el campo. Según el estilo de la primitiva iglesia. Nada de esto se halló aquí. Ella era una iglesita que se componía de cajón de cuerpo y capilla mayor, con su pórtico grande. Tenía en todo sobre 100 pies de largo, 24 de ancho, y de 18 a 20 de alto, cubierta de madera y teja.
La capilla mayor era de medio cañón de rajola, de 15 pies de ancho y 18 de largo, con algunas malas pinturas al fresco tras del retablo, de Santos, y unas tarjetas de letra gótica, que de lo que se podía leer sólo se entendía, ser cosas espirituales, verbigracia: et sancto Spiritu. Tenía una desmedida espadaña sobre la puerta principal; esta era grande, de punto subido, con una porción de estrellas alrededor, debajo de un labio de cantería que la circundaba. El arco toral tenía dos ordenes, con sus pilastras correspondientes, bien grande, y con su imposta achaflanada por debajo.
En el pórtico, a un lado y otro de la puerta principal, tenía dos sepulcros de piedra labrada y de una pieza cada una. En la puerta del costado y correspondiente al pórtico del Mediodía tenía otro igual en todo excepto que este era liso y su cubierta de lomo de caballo; y aquellos eran labrados y sus cubiertas llanas, pero con [simetría]. Las frentes estaban llenas de escudos, con cruces y flores de lis, que son las armas que arregladas en un escudo, pintan los descendientes de Doña Palla. En una de las cubiertas que pocos años hace, estaba entera había una grande cruz relevada, que la cogía toda, con cantoneras más anchas en los tres extremos, dos candeleros con velas, uno de cada lado, y lo mismo en lo alto del Sol y la Luna.
Estas tumbas, como acá dicen, precisamente correspondían a dos familias, cuyas deben ser las tres sepulturas con sus lápidas que había en la capilla mayor de la iglesia vieja además de la del cura; mayormente cuando consta que las dos quedaron de Pedro de Doña Palla, y la otra de Juan de Bances de Riveras.
No podemos expresarnos más en este punto crítico, cuando estamos disputando, que estos y otros honores en la iglesia nueva, pertenecen a nuestra Casa; cuyo pleito seguimos contra el párroco y unos pocos vecinos. Bien sabida es la ojeriza, que hoy tienen los curas hacia los poseedores y dueños legítimos de esta regalías; ello es que antiguamente eran continuadas las ofertas y donaciones a favor de las iglesias y de sus rectores; tal vez estos en aquel tiempo, como más pobres eran mas agradecidos y menos quisquilleros.”
Quizás ésta disputa que mantenía la familia de Bances y Valdés con el párroco y los vecinos explique el contraste que existe entre la pormenorizada descripción de la iglesia antigua, que acabamos de ver, y lo escueta que resulta la de la iglesia que la sustituye, además de los comentarios peyorativos que vierte sobre la nueva construcción:
“Últimamente, la iglesia nueva de Riveras no nos llama tanto la admiración como al vulgo, que cree firmemente, que sus cosas son las mejores de todo el mundo; y nunca acaban de ponderar la fuente de su lugar, las campanas de su iglesia y el cura que murió.
Ella es de las de segundo orden, según las circunstancias del tiempo. No tiene el hueco que corresponde al vecindario conforme a Reales Ordenes; contiene cuerpo de iglesia, crucero y capilla mayor ovalada. Tiene otras dos capillas a los costados que hacen llamada para las dos naves colaterales, que ocupan hoy los pórticos. Tiene una torrecita sobre arcos, que sube pocos pies más que el umbral de la puerta, digo de la iglesia. Tiene dos sacristías, y toda está cerrada de bóvedas de ladrillo, sacadas por arista.
En fin, el sitio es infeliz por pantanoso, por estar en la misma carretera, que de Pravia sigue a Avilés. Costo sobre 100.000 reales, que pagaron los partícipes de diezmos, menos los caudales, que tenía la fábrica, y 50 con que concurrió cada vecino. No se puede negar que el Maestro Don José Suárez, vecino de Luanco añadió a la planta muchas cosas, que la dieron el ser, y disimularon muchos defectos originales. Sobre todo el haber usado de la cantería encarnada de los Veneros, dejándola toda limpia a escoda sin ser su obligación, se debe conservar en la memoria de los que nos suceden; tributando a Dios gracias por todo, y particularmente por habernos dado un templo decente, combinando unas circunstancias, que casi lo hacían imposible. Aquí se venera una imagen de la patrona, que es de particular primor en la escultura.”
Hasta aquí la descripción hecha por Juan Antonio Bances y Valdés vecino que fue de la Bouza y testigo directo de las obras. A continuación reproducimos el documentado artículo que desde Canarias nos envió Juan Ramón García del Campo de Ucedo y Rodríguez sobre las obras de construcción de la iglesia actual:
Reconstrucción de la Iglesia 1802-1803 [4]
(…)Ya hemos visto que sobre 1745, el Cura, usando lo que quedaba aprovechable, posiblemente piedra o ladrillo, de las ruinas de San Julián de Riveruelas, reparó la sacristía [5]; esto no fue nada mas que un parche dentro del mal del edificio, que barruntaba ruina, cosa que sucedió a finales del siglo XVIII.
Aprovechando la llegada del nuevo Capellán a la parroquia, Don Pedro Fernández Arango, inicia éste los contactos para su reconstrucción con el Vecindario, la Fábrica, las Cofradías y por supuesto con el Cabildo catedralicio, quién aprueba el proyecto y envía a Don Julián Vigil[6] a reconocer el terreno, dando su aprobación.
Corren los planos a cargo de Don Juan Pruneda, se contrata para su reconstrucción a Don José Suárez, natural de Luanco y un buen día de marzo de 1802 viene a Riberas el Tesorero del Cabildo Don Lucas González Zarzuelo, para elevar a pública la escritura de su reconstrucción, en la que se comprometen todas las partes y es como sigue:
"En la parroquia de Santa María de Riveras, concejo de Pravia a veintiún días del mes de marzo de mil ochocientos dos, ante mí Escribano público de número de él y testigos al salir de la misa popular que se celebró en dicha Parroquia en dicho día, juntos y congregados los vecinos de ella en el paraje donde tienen costumbre para tratar de las cosas de la Iglesia, su fábrica y mas correspondiente a ellos y en atención a hallarse en dicho sitio el Sr. Don Lucas González Zarzuelo, Tesorero, Dignidad de la Santa Catedral de Oviedo y Don Pedro Fernández Arango, Cura propio de dicha parroquia conferenciando sobre la fábrica y construcción de nueva Iglesia parroquial, unos y otros deliberaron los susodichos vecinos, concurrir por su parte cada uno, para ayuda de dicha fábrica y nueva obra, con cincuenta reales y que esta había ser conforme a los planos que exhibió dicho Tesorero, formados por el Maestro de Cabildo Don Juan Pruneda, cuyos planos aceptaron y rubricaron los sujetos nombrados por el vecindario que supieron y han sido para el otorgamiento y lo que a ellos toca y a nombre de los demás vecinos a quienes nombraron a presencia de mí Escribano y de testigos que lo fueron nombrados por dichos vecinos excepto Pedro Blanco, digo nombraron dichos vecinos a José González y José Martínez de los Veneros y a Juan Peláez de Santa Eulalia, a Manuel Alonso de la Uz, a José Pulido de Arco, a José Arias Borrón y a Juan García con Angel Fernández Corugedo de Monterrey, a Juan Fernández Cabezo y a Don José García como Apoderado antes de ahora, en cuyo nombramiento todos los vecinos que asistieron a dicha Junta, excepto Pedro Blanco, Dominga Alvarez, (Pedro Alvarez) digo José su hermano, Domingo Martínez, Juan Alvarez, Pedro Alvarez, Juan Tornero, Santiago Fernández, Manuel González menor de Los Veneros y su hermano Pedro, Antonio Alvarez, Manuel Carreño de Santa Eulalia y José Fernández Buría y hallándose presentes al otorgamiento de este instrumento los expresados Apoderados por la Parroquia juntamente con los expresados Sres. todos juntos y de mancomún a voz de uno, cada uno de por sí y por el todo insoludum, renunciando como expresamente renunciaron a las leyes de la mancomunidad según y como en cada una de ellas se contiene uniformemente dijeron los expresados Apoderados prestando canción de rato grato en forma que los expresados vecinos se obligaban y obligaron a dar y entregar dichos cincuenta reales por cada vez divididos en tres tercios a saber: el primero principiada que sea la obra, el segundo al medio de ella y el último acabada questá y fenecida, con cuya contribución queda libre el vecindario de acarretos, peonaje y otras cualesquiera gabelas queden sobre dicha fábrica se origine y es condición que alegaron. Feligrés que quiera servir los cincuenta reales que le tocan ha de ser admitido primero que otro ninguno y descontársele según merezca su trabajo con advertencia que el que quisiere de peón, se admitiera como tal y el que quisiere acarretos lo mismo, sin que exceda el salario a él de otro que el Maestro pretenda poner y los expresados Sres. Don Lucas González Zarzuelo y Don Pedro Fernández Arango, aquél con comisión que exhibió del Venerable Deán y Cabildo de su Iglesia autorizada de Don José González Alonso, su Secretario, su fecha nueve de Diciembre del año pasado de ochocientos y uno en que se remite al Acuerdo del Cabildo de cuatro de dicho mes y año= Y el que confió dicho Sr. por tal Secretario dijeron que reuniendo para la expresada fábrica los referidos cincuenta reales de cada vez de los fondos del caudal de la Iglesia y rentas que vayan cayendo hasta la conclusión de la obra, se obligaron y constituyen a ponerla con perfección siguiente y con arreglo al expresado plano a que suplirán todo cuanto falte para su cumplimiento a su costa y a esta dejarla concluida y con llave en manos y se entiende que la explicación de rentas y caudal que vaya cayendo se ha de concluir en el San Martín de ochocientos tres y no mas y en atención a que sobre la elección del sitio hubo disputa entre el expresado Sr. Don Lucas, Sr. Cura y Vecinos, se han convenido en comprometer esta decisión en dos facultativos que lo fueron nombrados por dicho Comisionado de la Ciudad de Oviedo, digo y Cura Dn. Antonio Muñoz y por los vecinos Dn. Francisco Pruneda, vecino de la Ciudad de Oviedo y aprobados por la Real Academia a quienes dieron todas sus facultades para que resuelvan en donde se ha de colocar, teniendo presente ambos y dos las razones que exponga cada una de las partes pues no sólo los nombran por Maestros sino también como jueces y si entre dichas razones se expusiera algún punto de dicho lo consulten a su gusto y si discordasen entre los dos, ellos mismos entre si, nombren tercero que decida y determine dicho sitio por cuya sentencia han de estar y pasar como sentencia, basada en autoridad de cosa juzgada sin remedio de apelación y determinado que sean por dichos Peritos o Tercero, se ha de principiar la obra y sin interrupción alguna y es de elaración de este instrumento que dentro de quince días contados desde esta fecha dichos Arquitectos hayan de dar dicho sitio señalado y unos y otros a su cumplimiento se obligaron sus personas, bienes muebles y raíces presentes y futuros con poder y facultad a las justicias de S.M. y para que así se lo hagan cumplir recíbenlo por sentencia pasada con autoridad de cosa juzgada consentidas y no apelada, renunciaron todas las cuales de su favor, con la general del dicho en forma y los expresados Dn. Lucas y Dn. Pedro, el Capítulo eluardus et solutionibus suam de panis= Así lo otorgaron, firmaron los que supieron por los que no, uno de los testigos que lo fueron presentes Miguel y Manuel de la Viña, vecinos de la parroquia de Berbes, en el Concejo de Ribadesella, el Sr. Don José de la Riva Montes, Cura propio de la Corrada con Don Nicolás Galán Menéndez, vecino de dicha parroquia de la Corrada y Regidor perpetuo de este Concejo, conozco a los otorgantes paio doy fee= Don Lucas González Zarzuelo= Don Pedro Fernández Arango= Juan García= Manuel Alonso= José Antonio García= José Martínez= Licenciado San Jurjo Montenegro= Como testigo y a ruego de los otorgantes= José de la Riva Montes= Como testigo= Nicolás Bernardo Galán Menéndez= Fui testigo= Miguel de la Viña= Ante mí= Juaquín Menéndez Inclán= Es copia a la letra de la escritura original que pasó a testimonio de Juaquín Menéndez Inclán, Escribano que fue de este Concejo cuyo archivo por ahora se halla a mí cargo y obra aquella en el protocolo correspondiente atendida en papel del sello cuarto mayor por registro con cuya referencia de pedimento de Don Pedro Fernández Arango, Cura de la parroquia de Riveras y mandato judicial de la presente que signo y firmo en la villa de Pravia a trece días del mes de Abril año de mil ochocientos catorce=enmendado=nd=
Antonio José de Arango Valdés"
Nunca estaremos agradecidos los vecinos de esta parroquia al Cura que emprendió este proyecto Don Pedro Fernández Arango, no siendo consciente este buen Capellán donde se metía, que le ocasionó un verdadero quebradero de cabeza hasta el final de sus días.
Los vecinos no estaban muy convencidos en el lugar elegido para la reedificación de la nueva Iglesia a pesar de haber firmado la escritura el 21 de marzo de 1802, con sus planos a la vista y su tasación total, sin embargo por carta fechada en Oviedo el 7 de abril siguiente el Sr. Tesorero le dice el Cura de Riberas textualmente:
“...este día se hizo nuevo remate de la Iglesia de Cangas de Onís y viene a suceder que no queriendo los partícipes dar 50 reales, les pasa la chanta de 200 reales. Vamos pues con tiento y prevengamos que si por cualquiera medio se acorta la Iglesia, se disminuye su obra en largo, ancho, alto, tejado y demás, que se medite bien, es justo que se saque el mejor partido, es lícito, especialmente cuando por mucho que acorte queda siempre un templo magnífico y de los mayores o mayor de todo el Obispado, esto era lo que habían de entender los vecinos sin acalorarse en disputas inútiles”
Se ajustó la obra en 98.800 reales y las partes se comprometieron a pagarla por tercios, uno al principiar la obra, otro a la mitad y otro a la finalización, el dinero debía salir: primeramente el que hubiese en la fábrica y las rentas de 1803, después de las Cofradías, que aportaron la de Nuestra Señora 1.000 reales y la de San Antonio 2.000, después cada vecino (que el Cura estimó en 275), a 50 reales cada uno, pero con la salvedad de que aquél que no los pudiese pagar, podía suplirlos con su trabajo personal como peón o con acarretos transportando materiales para la obra y el resto lo pagarían la mitad el Cabildo de Oviedo y la otra el Cura de Riberas, como parte por mitad que tenían de los diezmos.
Fotografía: Mon de Gerarda |
"El Cabildo presta su consentimiento a esta solicitud con tal que los suplicantes hagan allanamiento de no repetir contra él otros gastos con ningún respeto a esta innovación y así mismo con la condición que los mismos quedarán responsables en la cantidad que suyo tiene la renta de la fábrica en el año de 1804 para así atender a los precisos gastos que regularmente se asignarán y que de otra renta se había de sacar los gastos ordinarios del mismo a... y finalmente que habían de capitular con el Maestro de la obra por escritura auténtica que estas variaciones no alterarán de ningún modo las condiciones de la escritura anterior para todo lo que se me renueva la comisión con el encargo de que cuide se inserten a la letra dichas condiciones para que consten en debida forma".
Las obras parece que iban según lo estipulado, pero el pago de las mismas no fue tan bien, ya que algunos vecinos no pagaron los 50 reales a los que se comprometieron, ni en metálico, ni en peonaje, ni en acarretos y aunque lo que debían de pagar en total los vecinos era de 13.750 reales, solamente fueron algunos los que no pagaron como queda dicho, pero esto dio lugar a alguna triquiñuela por parte del constructor, que intentó cobrar por dos sitios, por parte del Cura y por otra del Obispado, es decir no correspondía a estas partes pagar esa deuda, pero él al final cobraba sin importarle de donde venía, cobró 5.500 reales de esta forma y el Cura tuvo que pleitear con él para su devolución y así y todo no lo recuperó totalmente.
El constructor debía de cobrar por el Cabildo de Oviedo, la parte de éste y la del Cura de Riberas, pero su Tesorero Don Lucas González Zarzuelo (Dignidad de Toro), autorizó a que el Cura le pagase directamente la parte que le correspondía, seguramente por comodidad para que el mencionado Cura no se trasladase a Oviedo, a ingresar su parte en el Cabildo. El Cura unas veces pagaba al Cabildo, otras al constructor, otras al albañil, etc. exigiendo vales y recibos que conservaba y que justificaban que su parte se iba pagando.
Al mismo tiempo el Sr. González Zarzuelo, durante años fue exigiéndole al Cura el pago de su parte, éste le contestaba alegando que estaba mas que satisfecha y para su comprobación le adjuntaba relación de todo lo pagado al mismo tiempo que le solicitaba una copia simple de la escritura otorgada el 21 de marzo de 1802 (escritura esta que vio cuando se firmó, pero que no volvió a ver aunque la recordaba), para comprobar los términos de la misma, promesas y largas le daba el Tesorero y el Cura, tantas le dio que nunca llegó a tenerla en sus manos.
El Tesorero se vuelve a dirigir a él el 12 de enero de 1815, ya en estos términos amenazantes:
"Por tanto es indispensable que a la mayor brevedad procure ir satisfaciendo y dejar clara esta cuenta a sus herederos, sino se expondrán a sufrir justicia y mas gastos..."
Todo este asunto se agrava con el fallecimiento del Sr.Tesorero Don Lucas González Zarzuelo y entran dos Comisionados por el Cabildo Don Pablo Roces y Don Jacinto Tadeo Montes, para aclarar sus cuentas, pero no aparece cuenta, vale, recibo ni carta alguna y le reclaman al Cura de Riberas 36.000 reales que debe de la obra.
Desconozco porqué fue a vivir Don Pedro Fernández Arango a la parroquia del Valle de Candamo, si por lo avanzado de su edad y quiso pasar los últimos años de su vida en ella, por retiro, porque era originario de ella y regresó a la misma o porque fue destinado como Capellán, lo cierto que en la misma siguió con las cuentas pendientes de las obras en la Iglesia de Riberas, escriturando el 21 de marzo de 1820, en los siguientes términos:
"En el lugar y parroquia del Valle Concejo de Candamo a veinte y un días del mes de Marzo de mil ochocientos veinte años, ante mí Escribano y testigos presentes Dn. Pedro Fernández Arango cura propio de la parroquia de Riberas Concejo de Pravia y residente en esta del Valle dijo: Que en el año pasado de dos o tres de este siglo se juntaron los Señores Capitulares de la Catedral de Oviedo y el otorgante y también los vecinos de dicha Parroquia de Riberas por sí y a nombre de su fábrica y Cofradías de aquella Iglesia y Dn. José Suárez, Maestro de Obras y todos juntos determinaron renovar la Iglesia parroquial de la referida Riberas y para ello se constituyeron en dar todo el caudal que tuviere la fábrica con la renta que iba cuya es el año dicho de tres y cada vecino se constituyó a dar cincuenta reales quedando libres de acarretos y peonaje y el Maestro Suárez se constituyó a cobrarlos de cada uno y en el caso de no poder de otra manera por ser pobres los había de cobrar en jornales y acarretos para dicha obra y habiendo salido a remate la obra se remató en el Dn. José Suárez en noventa y ocho mil ochocientos reales que habían de pagar dicha fábrica, Santuarios y Vecinos y cobrar el maestro de la obra de estos y aquél que no tuviere por donde pagar se lo había de cobrar en jornales o acarretos como queda dicho y concluidas dichas pagas de cantidades lo que faltase había de ser de cuenta del Venerable Cabildo de Oviedo como partícipe de los diezmos y del otorgante quedando de cuenta de éste contribuir aquél con cinco mil reales cada año puestos y pagados en mano y poder del comisionado para la obra de aquella Santa Iglesia que lo fue Dn. Lucas González Zarzuelo o la persona que él determinare y otras cosas mas que dicha escritura resultan a que se refiere, cuya escritura quedó en poder del Escribano Escosura de la expresada Ciudad de Oviedo, se traspapeló con la Revolución de la Guerra y buscándola con cuidado apareció y se entregó en manos del apoderado del Cabildo Dn. Lucas Zarzuelo quién recibió muchas cantidades de mano y poder de dicho otorgante y aunque éste le pidió aquella escritura para arreglarse en virtud de los recibos del expresado Dn. Lucas y del Maestro de la Obra y de otros a quienes había pagado con su orden, no la pudo ver, siquiera para su gobierno, el maestro Suárez fue sacando dinero a dicho apoderado y al otorgante con cartas de aquél de quienes tiene recibos el que otorga, dejando muchos feligreses sin pagar peonajes ni acarretos como era su obligación, concluida la Iglesia acudió a la Ciudad de Oviedo sin dar parte al otorgante y sorprendió al Dn. Lucas Zarzuelo, cobró a éste lo que le faltaba para el complemento de su deuda, callando varias partidas que había recibido de dicho otorgante y pasando a ver a dicho otorgante halló que cobrara demás del expresado Dn. Lucas a lo menos cinco mil doscientos y mas reales que pagara por carta suya a un Albañil y a un tal Viña y a él y otras cosas mas que no recuerda el que otorga, muerto el Dn. Lucas y registrado sus papeles y cartas enviadas por el otorgante parece que no se encuentran pagos los miles de reales que de ellas debía resultar y para presentar las cartas y recibos que tiene del Dn. Lucas y mas sujetos y para hacer cargo de ellas a los nuevos comisionados del Cabildo Dn. Jacinto Tadeo Montes y Dn. Pablo Roces y para que haga cuantas diligencias sean necesarias hasta conseguir que la fábrica, Feligreses, Maestro de la Obra, cumplan con cuanto capitularon en el asunto hasta verificarse en cuanto es al causado en limpio dicho otorgante lo que espera acreditar entregado con recibos que paran en su poder a cuyo efecto incorporándose con los dichos comisionados y soliciten el integro cumplimiento de la otorgada escritura cuyos recibos y cartas tocantes al asunto remite, otorga que da todo su poder cumplido ampleo general y sin limitación alguna a Dn. Juan Nachón y Nava, presbítero y residente en la Real Casa de Hospicio de la referida Ciudad de Oviedo para que presente ante dichos comisionados del Cabildo sus cartas, recibos y memoriales que acrediten tener satisfecho y mas y para recobrar lo que exceda haber pagado y si se ofreciese algún litis o contienda judicial lo siga en cuales quiera tribunal contra cualesquiera de los expresados en dicha escritura hasta conseguir sentencia y saber en líquido lo que le correspondía pagar con arreglo a la referida contrata pues el poder general que para todo tiene ese mismo le da y confiere con incidencias y dependencias anexidades y con nexidades libre, franca y general administración y celebración con clausula expresa de que lo pueda sustituir y curar en quien por bien tuviere a cuyo cumplimiento sujeta su persona y bienes habidos y por haber con poderío de justicia de S.M. competentes renunciación de leyes su favor con la general del dicho en forma. Así lo otorgo, dictó por sí mismo y firmo siendo testigos Dn. Francisco Femández Granda, José García Río y Francisco Valdés vecinos de esta expresada parroquia, conozco al otorgante de que yo Escribano doy fe= Pedro Fernández Arango= Fuy testigo-Francisco Fernández de Granda= Ante mí Alvaro Cuervo Palacio= Concuerda a la letra con su original que ante mí pasó y en mí oficio se halla extendido en papel correspondiente a que me remito en cuya fe doy la presente que signo y firmo en la expresada parroquia del Valle del dicho Concejo de Candamo a ventitrés días del mes de Marzo de mil ochocientos y veinte años.
Alvaro Cuervo Palacio".
Y falleció 6 días después en dicha parroquia de El Valle, siendo aclaradas sus cuentas por los Comisionados del Cabildo tres años mas tarde, de la siguiente forma:
"Ilmo. Señor.
Los infraescritos encargados de apurar las cuentas que quedaron por orillar a la muerte del último Cura de Riveras de Pravia de la obra del edificio de aquella Iglesia de que fui comisionado por el Cabildo el Sr. Tesorero también difunto, hemos reunido y examinado con la posible reflexión y detenimientos cuantos asientos y documentos pudimos hallar nosotros aquí y los que por la parte nos remitió el testamentario del Cura de Riveras y en vista de todo creemos que el Cura de Riveras tiene cubierto su prorrata y que el Cabildo no tiene documentos suficientes para fundar reclamación alguna contra su herencia, porque no hay algo que acredite lo que el Sr. Tesorero pagó por cuenta de todos a los asentistas de la obra. Por la escritura de remate de 17 de marzo de 1803 se ajustó toda la obra en 98.000 reales. A su costo se aplicaron 22.000 reales del fondo de fábrica y cofradías y 13.750 que debieron pagar los vecinos por acarretos a razón de 50 cada vecino. El resto de 63.050 debieron pagarlo el Cabildo y Cura por mitad a 31.525 cada uno, obligose el Cabildo a adelantar todo el dinero según venciesen los tercios y el Cura a reintegrarle 500 ducados cada año hasta cubrir su parte. De una cuenta que se halló entre los papeles del Cura firmada por el mismo y que expresasen copia de otra remitida al Sr. Tesorero en 24 de marzo de 1816 resulta haber pagado en partidas remitidas y otras entregadas por orden del Sr. Tesorero a los asentistas 31.500 reales además de otros 265 reales pagados por sí y el Cabildo a Dn. Julián Vigil que fue a reconocer y recibir la obra. Y si bien el testamentario no pudo hallar todos los recibos que cita el Cura en las cuentas por lo que aparece de otras cartas del Sr. tesorero hallamos mucha verosimilitud en todas ellas. Además del libro de la mesa no resulta haberse sacado para aquella obra mas que 32. 855 reales para el último tercio en 22 de junio de 1805 y por otra parte resulta haberse entrado en el cajón 15.060 reales en tres veces, la última en 11 de marzo de 1808 como reintegrados por aquél cura por mano del mismo Sr. Tesorero unidas a esta partida dos pagas de a 500 ducados entregadas a los asentistas y otra de 5.560 reales remitida el año de 1816 igualan la data que el Cura figuró en su citada cuenta de 24 de mayo de dicho año. Por estas razones y porque ningún documento ni asiento ha quedado de la cuenta que debió llevar por su parte el Sr. Tesorero formamos el juicio que indicamos al principio y que este negocio debe darse por fenecido, salvo el superior parecer de V.S.J.
Oviedo Diciembre 2 de 1823.
Jacinto Tadeo Montes Domingo López de la Ferrería
rubricado rubricado
Al margen: Que se archive con todos los antecedentes.
Benayas, rubricado"
Contabilidad de las obras
Rematose la iglesia de Riveras en ………………… 98.800
Aplicáronse para este costo de la fábrica ………….. 19.000
De las cofradías de Nuestra Señora y San Antonio ... 3.000
Debieron contribuir los vecinos a 50 reales
cada uno …………………………………………... 13.750
35.750
Estas tres partidas vasadas de la del remate que dan 63.050 reales que debieron pagar por mitad el Cabildo y Cura y la de esto importa 31.525 reales.
Resulta de asientos haber entregado a cuenta ……... 15.060
Resta a deber en el día …………………………….. 16.465
***
Partidas en Julio de 1804, entregó el Sr. Ayala a cuenta de Taona 9.675 reales
En 22 de junio de 1805 se entregaron al Sr. Tesorero 32.855 reales
para la obra de la Iglesia de Riveras de Pravia y fue el último tercio.
En 15 de febrero del año de 1806 entregaron en el cajón de la mesa 95.500 reales que correspondía pagar al Párroco de Riveras de Pravia.
En 30 de Enero de 1808 entraron en la mesa 94.000 reales que entregó el Sr. Tesorero a nombre del Cura de Riveras
En 11 de Marzo de 808 entraron en la mesa 5.560 reales
Continúa aquí el artículo de Juan Ramón con un resumen de los recibos, cartas y más papeles concernientes a la Iglesia de Riveras importantes al Cura de ella Dn. Pedro Fernández Arango que no incluimos para no alargar en exceso esta entrada y acaba con la siguiente conclusión:
Conclusión
(...)[7]
Quién iba a pensar que después del trabajo que costó su reconstrucción y los sinsabores a su Párroco, 133 años después, concretamente la noche del 28 al 29 de agosto de 1936, la misma fue incendiada, su archivo destruido, sus objetos de culto profanados y sus imágenes fusiladas, por vecinos de la misma.[8]
Las Palmas de Gran Canaria a 14 de Marzo de 2003
* * *
En un próximo artículo relataremos las vicisitudes sufridas por la iglesia hasta llegar a nuestros días haciendo referencia a las obras de reparación y conservación que se llevaron a cabo en la misma desde su saqueo e incendio en 1936 hasta la actualidad.
[1] Ángel Pulido Fernández (1852-1932) aunque madrileño de nacimiento era hijo de padres asturianos, de Caseras, concejo de Soto del Barco y de Puente Piñera, del de Cangas del Narcea. Médico de Sanidad militar, fue Director General de Sanidad, Presidente del Consejo Superior de Protección a la Infancia, Senador, Diputado a Cortes y miembro de la Real Academia de Medicina. Autor de trabajos médicos de higiene también colaboró en la obra colectiva de Bellmunt y Canella, Asturias, en la que publicaría varios artículos. Medico y amigo personal de Castelar, ingresó en su partido posibilista en 1888, dedicándose desde entonces a la actividad política. Es de destacar su infatigable lucha a favor derechos de la minorías sefarditas a cuyo tema dedicaría en 1920 su obra Reconciliación hispanoebrea.
[2] Fuente de esta descripción: Gran Atlas del Principado de Asturias. Capítulo dedicado a Soto del Barco pag. nº 18. Ediciones Nobel 1996
[3] Noticias Históricas del Concejo de Pravia. Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo LVIII, Cuaderno V. Mayo de 1911
[4] Artículo enviado desde Las Palmas de Gran Canaria el 14 de Marzo de 2003 por Juan Ramón Campo Ucedo Rodríguez, diplomado en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria y publicado parcialmente en la revista editada con motivo del Bicentenario de la Iglesia
[5] Ver la entrada en este blog: Antonio Juan de Bances y Valdes: Noticias históricas de Riberas (I) :“ La iglesia ó ermita de San Julián de Riveruelas, fué su situación en la losa ó ería de Riveruelas, á la parte meridional de ella, debajo del lugar de Cotollano, y sobre el arroyo de Figueredo. D. Gonzalo González de Huergo, cura de Riveras, vendió á Domingo Arias Cantero los despojos de esta ermita para que le hiciese la sacristía de la iglesia de Riveras, antes del año de 1745 en que yo nací, y aun alcancé á ver paredes de ella; pues los cimientos hoy se ven claramente.”
[6] El cabildo catedralicio había rechazado un proyecto anterior del arquitecto Juan Antonio Cuervo por considerarlo excesivamente costoso para la parquedad de medios de la parroquia. Asimismo censuraba también la forma del diseño “ (…) de figura ochavada (…)”, que resultaba demasiado innovador, muy distinto a lo acostumbrado en las iglesias rurales asturianas y con exigencias constructivas superiores. (ACO, Libro de Acuerdos Capitulares, 24 –X1800/22-XI -1805, nº 65, fol 130 vº. cabildo de 29 de marzo de 1802). Fuente: Homenaje a Juan Uria Riu. Oviedo, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo
[7] Suprimimos una referencia que Juan Ramón hace a los escritos de Juan Bances y Valdes por aparecer ya recogida más arriba.
[8] Como veremos en una próxima entrada sobre la iglesia no está tan claro que los autores de la quema de la iglesia fuesen vecinos de Riberas.
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