viernes, 3 de febrero de 2012

Luis Amado Blanco, periodista, escritor y diplomático




Odontólogo de profesión, fue, periodista, escritor y diplomático. Natural de La Llamera, parroquia de  Riberas, nace  el 4 de abril de 1903, hijo de Juan y de Inocencia. A los pocos meses de su nacimiento se traslada, junto con  su familia a Avilés, si bien, durante algunos años, siguieron visitando con asiduidad su pueblo natal.

Siguiendo las indicaciones de su padre, en 1916, comienza estudios de peritaje industrial en la Academia de la Inmaculada, pero la muerte de este, acaecida en 1917 cambia sus planes y acaba titulándose como odontólogo en Madrid, en 1929.

En 1934 es enviado a Cuba, donde tenía vínculos familiares, como corresponsal del Heraldo de Madrid, para cubrir los acontecimientos en la isla tras la caída del régimen de Gerardo Machado.

De regreso a España le sorprende el alzamiento del general  Franco veraneando en Soto del Barco, en casa de la familia de su esposa Isabel Fernández, con la que había contraído matrimonio en 1930:

“En la aldea de Soto del Barco me sorprendió la guerra poniéndome, desde el primer día, a disposición de las autoridades republicanas; y en ella estuve hasta el cuatro de septiembre en que fue convertida nuestra finca en frente de guerra, por estar situada en la margen derecha del río Nalón”[1]

La Familia decide salir de Asturias a través de Santander y pasando por Francia dirigirse a Cuba.  El también asturiano, escritor y periodista,  Juan Antonio Cabezas, en un artículo publicado en ABC a raíz de la muerte  de Luis Amado Blanco no describe su comportamiento,  al estallido de la guerra, de forma tan heroica:

Era el mes de septiembre de 1936 (plena guerra civil en Asturias). En Gijón me encuentro de nuevo con Amado-Blanco: Iba acompañado por Alejandro Casona, cuya obra “nuestra Natacha” se representaba en el teatro Dindurra. Los dos estaban muy asustados por los acontecimientos y se proponían marchar al extranjero. Otro periodista amigo mío y yo preparamos el viaje. Ovidio Gondi comento: “Vamos a sacar de España a dos poetas que no pueden con el miedo.” Y con su habitual ironía agregó: Así no tendrán que salir a nado como nosotros”.[2]


El 3 de octubre de 1936 llega a Cuba donde  contacta con las instituciones españolas pro-republicanas llegando a presidir la sección de cultura de Izquierda Republicana y participando en las actividades del Circulo Republicano Español.  Colabora también con varia revistas y publicaciones, entre ellas la revista Nuestra España dirigida por Álvaro de  Albornoz. Tras  revalidar en la Universidad de la Habana su título de Odontología, vuelve a ejercer su profesión.

En 1950 preside la Agrupación de Redactores Teatrales y Cinematógrafos. Tras el triunfo de la revolución cubana, en 1959, fue jefe del Departamento de Teatro, Música y Ballet cargo que compaginó con tareas docentes como profesor de Lengua Española y Literatura.
En 1961 se traslada  a Portugal donde ocupa el cargo de embajador durante seis meses y un año más tarde es nombrado embajador, con carácter simultáneo ante la UNESCO y la Santa Sede. En este último cargo, de embajador en Roma, permanecerá hasta  su muerte en 1975.


En su faceta literaria cultivó el cuento, la novela, el teatro, la crítica, pero sobre todo, su vocación principal fue la poesía. Con 28 años, en 1928 publica su primer libro de poemas, “Norte”, poemario en el que ensalza el paisaje, las costumbres y tradiciones de su patria chica:

Versos del Norte y de mi Norte
                                                                                   Asturias:
                                   Tierra verde, manchada por la minas
                                   y endulzada de orbayo, donde todo
                                   se desvanece en gris lejanía …
                                   Cumbres de nieve y sol, cansados valles,
                                   puertos y playas de una mar bravía.
                                   ¡Aunque no quiera, tiene que sonar
                                   un poco a gaita el ritmo de mi lira!

                                               (….)
-6-
Carbón negro de mi tierra,
                                                tu me tiznaste al marchar …
                                                Pero ahora, me espera un molino
                                                moliendo harina de pan.
                                                En el agua de su río
                                                cantando me he de lavar,
                                                para que, luego, mi novia,
                                                manche de harina mi faz.

                                                 Carbón negro de la ausencia.
                                                ¡Harina blanca al llegar!

En 1932, tras un viaje a por la Unión Soviética, publica Ocho días en Leningrado”, conjunto de crónicas en las que narra las impresiones del viaje. De esa fechas son también El romance de la niña lavandera”, “El romance en verde y negro(romance de pajares)”  que lo dedica a Ramón Pérez de Ayala y El romance de la niña de Covadonga”
                                   
                                    La hija de la lavandera
                                    lavaba de noche y día;
                                    alboreando, pañales
                                    teñidos de purpurina,
                                    y en los ocasos, enaguas
                                    muy sucias de luna fría.
                                   
                                    -También lavaba luceros
                                    Con el jabón de su risa.-


En 1937 publica “Poema desesperado” (a la muerte de Federico García Lorca)
                                  
                                   El frío de los robles
                                   está cuajado en ruda primavera
                                  
                                   ¡Federico García Lorca, quién te viera!
                                              
                                   ¡Quien te viera! ¡Quien te viera!
                                   -¡Ay, amor! ¡Ay, alegría!-
                                   Tu luto vengo llorando
                                   ¡Ay, Federico García!

                                   Moreno de sal y escama
                                   voz de trueno en lejanía.
                                   ¿Quién te llevó? ¿Quién te trajo?
                                   ¿Quién te dio la mano fría
                                   para tu mano caliente
                                   de senos y de sonrisas?

                                   ¡Ay! ¿Quién te robó el lucero
                                   que en tu corazón lucía?
                                  
                                   Rencor de sepulturero,
                                   señoritos de rapiña
                                   sin romances en el pecho,
                                   sin fuentes ni siemprevivas,
                                   una noche te mataron
                                   con el puñal de la envidia.

En 1942 publica el poemario “Claustro” divido en cuatro tiempos en los que se interpreta la tragedia que se vivía en la España del momento: “Claustro”, La Huida”, “Añoranza” y “El Paraiso”

Ilustración del poema Claustro
Todo giraba  en derredor del vértigo:
la vaca triste de campana fina,
la silla patriarcal de bendiciones
y el noble carro del esfuerzo lleno.
El caballo, la niña, los ancianos,
la torre y su veleta, aquel retrato
que miraba mi infancia y nuestra dicha;
el pino familiar,
la casa gris, que al borde de la espera
sus ocasos de humo desleía.

Todo, madre, mi madre,
 todo era lodo y maldición en alto,
 mientras los hombres, con la bocas secas,
       rugían imprecando la desgracia.



En 1955 sale a la luz su primera novela, “Un pueblo y dos agonías”. Así lo recordaba el autor en 1970:

En 1955 la Editorial Grijaldo, de México, editó mi primer libro de novelas: Un pueblo y dos agonías, con el que pretendí inaugurar un ciclo de narraciones asturianas, más específicamente del Aviles de mi infancia. Tuvo una extraordinaria crítica y muy buena venta llegando rápidamente la segunda edición. Por razones de trabajo profesional, etc., etc.,- había que ganarse la vida – la tarea no se continuó entonces, aunque años después escribí otras dos novelas con la misma intención medida y ambiente, que hoy supondrían un libro  que debería titularse “Un Pueblo y cuatro agonías”. El ya publicado se compone de: “El Pueblo”, “El Gato” y “Mi tío Romualdo”. El de ahora  de. “Un pueblo”, “El gato”, “Esteta Rodríguez”, “La aventada” y “Mi tío Romualdo” …[3]

En 1960 se edita “Doña Velorio; nueve cuentos y una nivola”  término acuñado por Unamuno. El libro desarrolla temáticas asturianas y cubanas.

En 1967 se publica “Ciudad Rebelde” con una dedicatoria “al doctor Fidel Castro, que un día nos resucitó con la Primavera de una antigua esperanza”. Se trata de la crónica novelada de los últimos años de tiranía de Batista en la Habana, la ciudad rebelde del título en la que se nos muestra la creciente bestialidad de la represión ejercida por la policía batistiana y las actividades clandestinas de las guerrillas de Fidel en Sierra Maestra.

Tenía un caballo blanco.
Tenía un caballo negro.
Comenzó a recelar del caballo blanco y galopaba sólo sobre el caballo negro.
Por donde quiera que iba quedaba tras de sí una estela de sombra.
No importaba que se vistiese de dril cíen y que levantase las dos manos agitando alegres pañuelos de colores. Detrás de la cola de su caballo se abría un negro rastro de infortunio.
Las gentes de Santiago lo confundían con la muerte.
Los vaqueros de Camagüey le huían a galope tendido, tomándolo por el espectro de la desgracia.
Las mujeres de las villas, al verlo pasar, cerraban puertas y ventanas y hacían la señal de santa Comba siete veces siete.
Cuando se acercaba a Matanzas, los ciudadanos se volvían marineros y miraban hacia la bahía para darle la espalda.
En Pinar del Río, mujeres y hombres se ponían a fumar con la esperanza de que se perdiese para siempre en la niebla de sus tabacos.
Y en La Habana, cada quien tenía la guataca preparada para cavarle la sepultura.
__ ¡Media vuelta a la derecha!
__ ¡Media vuelta a la Izquierda!
__ ¡Presenten armas!

Pasaba entre bayonetas, altivo y enigmático, con su sonrisa cínica.
Tenía un caballo blanco.
Tenía un caballo negro.
__Mi general, ¿el caballo blanco?
__Mi general, ¿el caballo negro?
Primero dio una señal y se formó el pelotón de fusilamiento.
Fusilaron al caballo blanco.
El general montó para siempre en el caballo negro.

Finalmente en 1970 aparece en la revista Papeles de son Armadans el poemario “Tardío Nápoles” que fue finalista del Premio Internacional de Poesía de Taormina, en Italia.

                                     Qué poca cosa y tanto.
¿Cómo mirar la estrella y la mañana?
asomarse a la cima de los dioses
ver allá lejos ese punto, plaza,
donde dicen adiós a nuestro entierro?

Que triste es el morir, dejarlo todo,
dejar el yo colgado en un armario
con nuestro viejos trajes y corbatas,
calzoncillos, camisas y sombreros.

Acto de colocación de la placa. Junto a ella los dos hijos de Luis Amado Blanco
y el alcalde de Soto del Barco, Jaime Menéndez Corrales

Cartel anunciador de los actos de homenaje
realizados en Aviles
En el año 2003, con motivo del centenario del nacimiento de Amado Blanco se celebraron en Avilés y Riberas diversos actos de homenaje. La editorial Azucel, de Avilés, con este motivo, editó los libros del homenajeado:  “Un Pueblo y cuatro agonías”, “Poesía y periodismo” y “Cartas desde el exilio” (epistolario entre D. David Arias[4] y Luis Amado Blanco). Libros que el editor, Celso Díaz López tuvo la gentileza de donar a la Asociación El Trichorio.

En Riberas los actos consistieron en la colocación de una placa conmemorativa en el recinto de la escuela y un posterior convite.  En el  evento, realizado a iniciativa de nuestra asociación,  colaboró el ayuntamiento de Soto del Barco. Al mismo asistieron, entre otros, los hijos del escritor, Germán y Raúl Amado-Blanco, la cónsul cubana María Sánchez Rodríguez, el alcalde de Soto del Barco, Jaime Menéndez, el concejal de cultura de Avilés, Román Antonio Álvarez y el editor Celso Díaz López así como la familia del también homenajeado, David Arias, que fuera alcalde de Avilés.

Los asitentes al homenaje se dirigen a nuestro local donde serían agasajados
con un convite. A la izquierda, la Concejala de Cultura de Soto del Barco
Margot Llorente y a su altura los hijos de Luis Amado Balnco


FUENTES:
·         “Ciudad rebelde” Editorial Nova Terra. Barcelona. 1967
·         “Norte” Imprenta Clásica Española. Madrid. 1928
·         “Un pueblo y Cuatro Agonías” Editorial Azucel. Aviles. 2003
·         “Poesía y Periodismo” Editorial Azucel. Aviles. 2003
·         Artículo de Francisco Arias Solis en http://www.internautasporlapaz.org/
·         Artículo “El poeta Luis Amado-Blanco ha muerto en Roma” de Juan Antonio cabezas publicado  en el diario ABC de Madrid el 7 de agosto 1975






                       


[1]  Fragmento de una carta de Luis Amado Blanco a Carlos  Montilla, Encargado de Negocios de España en la Habana, de 1938. De libro  Luis Amado B lanco: Poesía y Periodismo”. Ediciones Azucel. 2003
[2] ABC (Madrid) 07/0/1975 pag. 5 “EL poeta Luis Amado-Blanco ha muerto” firmado por Juan Antonio Cabezas.
[3] Carta de Amado Blanco a José Antonio Mases en 1970.  De “la obra narrativa de Luis Amado Blanco” de Roger González Martell.  “Un Pueblo y cuatro agonías”. Ediciones Azucel. 2003
[4] David Arias, personaje también nacido en Riberas, al que dedicaremos una próxima entrada

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