miércoles, 13 de febrero de 2013

Melquiades Álvarez: un homenaje a Marcelino González



En sendos artículos anteriores nos ocupamos de la figura de  Marcelino González  y de la escuela construida a sus expensas en Riberas.  Vamos a  recordar ahora el homenaje popular  que  el domingo 20 de agosto de 1922, al año siguiente de la inauguración de la obra, le brindó el Ayuntamiento de Soto del Barco.

El acto se dividió en dos partes: Por un lado,  una recepción oficial celebrada en el Salón de Actos del Ayuntamiento  y por otro, un banquete que se celebró en Riberas, en el edificio de la escuela.
Melquiades Álvarez, 1923
Retrato pintado por Nicanor Piñole
Congreso de los Diputados
De entre las muchas personalidades que acudieron al banquete destaca la figura de Melquiades Álvarez.  El fundador del Partido Reformista en 1912, conocido por sus brillantes dotes para la oratoria como «el Tribuno», se encontraba entre los amigos de  don Marcelino González.  Precisamente en 1922 un miembro del Partido Reformista, que había estado en el acto de inauguración de la escuela, Manuel Pedregal, llegaría a ocupar por primera vez y por poco tiempo, un cargo en el  gobierno de Manuel García Prieto, el de Ministro de Hacienda, y nueve  meses después de la celebración de este acto de homenaje en Riberas, en abril de 1923, Melquiades Álvarez sería nombrado Presidente del Congreso de los Diputados, cargo que ocupará hasta el 23 de septiembre, fecha del golpe de estado de Miguel Primo de Rivera.  
El acto de homenaje  fue recogido por la prensa regional y así tanto El Noroeste como La Prensa le dedican dos amplios artículos publicados el 22 de agosto. Trascribimos a continuación el artículo de El Noroeste:

«EL HOMENAJE POPULAR A DON MARCELINO GONZALEZ»
Un discurso de Melquiades Álvarez

Dos palabras
El acto del domingo en Soto del Barco tiene una trascendencia social que no escapará al claro y recto juicio de ningún lector. Se trata del homenaje de gratitud de un pueblo a un hijo suyo que ha llegado a ser ilustre por los nobles caminos del trabajo y la constancia. No somos nosotros, que estamos unidos don Marcelino  González por hondos y arraigados afectos, quienes hemos de ponderar sus méritos puesto que estos son conocidos de todos  y todos coincidimos en proclamarlos.  Pero  es nuestro deber hacer resaltar la importancia que en sí tiene el homenaje popular del domingo, porque el cariño no debe estorbar, como no debe estorbar la pasión, para hacer justicia pública a quien lo merece.
Por sí sólo el acto  habla bien elocuentemente, mucho mejor que las palabras, de cuanto hemos consignado. La dignidad de los pueblos está en relación con la pureza con que manifiestan sus sentimientos. Y si es así, el Ayuntamiento de Soto del Barco y el pueblo de Riberas se han comportado dignamente al honrar a un filántropo que, mimado por la fortuna y el éxito, no se ha olvidado del pueblo natal para realizar una gran obra de educación a favor de sus paisanos.
Fue el acto que comentamos profundamente emocionante. Tan emocionante  como es la gratitud de un pueblo para el hijo ilustre que lo honra y lo favorece con largueza. El sentimiento popular, sencillo y grandioso, surgía del corazón del pueblo, espontáneo y cordial. Era admirable aquella sinceridad fraterna que hacía perder al acto toda rigidez solemne. Don Marcelino González, que sentiría el domingo la mayor satisfacción de su vida, puede estar satisfecho de la sinceridad del homenaje, aunque a él, hombre modesto, le basta la satisfacción de ver como por sus mercedes se han elevado en Riberas unas escuelas donde se redimirá a un pueblo de la ignorancia y la incultura.
El Noroeste 22 de agoto de 1922
Un  22  de  agosto,  pero  de  1936,  sería
asesinado en la cárcel modelo de Madrid
a los 72 años Melquiades Álvarez
El NOROESTE se asocia respetuosamente al homenaje donde estuvo representado.
La excursión
De diversos pueblos de la provincia acudieron al homenaje a don Marcelino González numerosos amigos, utilizando automóviles que llegaron a Soto del Barco a medio día, de Gijón salieron también varios coches conduciendo a distinguidas familias invitadas al acto por el Ayuntamiento de Soto del Barco.
El ilustre político don Melquiades Álvarez, que quiso asociarse al homenaje a su gran amigo don Marcelino González llegó a Riberas en automóvil a la una de la tarde, acompañado de nuestro distinguido amigo el jefe local del partido Reformista don Alberto Lera[1].

Los periodistas hicimos la hermosa excursión en un magnífico coche puesto galantemente a nuestra disposición y en la grata compañía del excelente amigo, ex concejal del Ayuntamiento gijonés, don José María Rodríguez, y de los señores don José Tenas y don Luis de Santos que extremaron con nosotros las mas exquisitas atenciones.
El viaje, a través de los bellos lugares que hay que  recorrer hasta Soto del Barco, fue sencillamente agradable. Llegamos a Soto del Barco a las doce, precisamente cuando el pueblo entero, a las puertas de la Casa Consistorial, recibía entre ovaciones a Don Marcelino González, que llegó en automóvil  acompañado de sus hijos doña Rosalía y don Julio y de su hijo político don Romualdo Alvargonzález.

Presidiendo las comisiones que de los distintos pueblos del concejo recibieron al filántropo, estaba el Ayuntamiento de Soto del Barco, en Corporación, presidido por el cuito y popular alcalde don Emilio Fernández Corujedo.

La recepción oficial

 En el salón de actos del Ayuntamiento tuvo lugar seguidamente la recepción oficial, que resultó brillantísima. D. Marcelino González tomó asiento en el sillón de la alcaldía, sentándose a su lado el alcalde y los concejales de Soto del Barco, juez municipal don  Baldomero Menéndez; suplente, don Julio Valdés García; fiscal municipal don Victoriano Huerta, médicos titulares don Ramón López Miranda y don Alfredo Carreño García, ex alcalde don Antonio Fernández, señores don José María Rodríguez, don Luis Santos, don José Tenas, don Gumersindo y don Serafín González Menéndez, don José Fernández de Castro, secretario del Ayuntamiento don Jenaro Fernández de Castro y muchísimas persona más cuyos nombres sentimos no recordar.

Marcelino González en una de sus últimas fotos
Fuente: Marcelino González García (Vida de lucha y triunfo de un asturiano en la Habana)”. 
El alcalde señor Fernández Corujedo pronunció un discurso ofreciendo el homenaje al ilustre hijo de Riberas don Marcelino González y significando la importancia de los beneficios hechos al pueblo en general por aquel a quien homenajeaba.  Aludió a la obra pública de regeneración social que se realiza intensificando la enseñanza y terminó diciendo que Soto del Barco no olvidará jamás cuanto debe a don Marcelino, proponiendo y siendo aceptado por aclamación que su nombre figure en el salón de actos del Ayuntamiento para ejemplo de todos  y agradecimiento del pueblo.
Don Marcelino González, visiblemente emocionado, dio las gracias modestamente, añadiendo que cree haber cumplido sencillamente con su deber dotando al pueblo de Riberas de unas escuelas que dirijan  a la juventud a un esfuerzo de cultura y trabajo.
Habló después brevemente, con la cordialidad que le caracteriza, el ex concejal del Ayuntamiento de Gijón José María Rodríguez, que con acertadas frases aludió a la obra realizada por don Marcelino González a favor de su pueblo natal y justificó el homenaje popular realizado por el ayuntamiento de Soto del Barco.
Terminado el acto oficial, don Marcelino González, autoridades, comisiones oficiales e invitados se trasladaron en automóviles a Riberas donde se celebraría el banquete.

La escuela en 1924
Fuente: La Construcción Modera (Revista quincenal
ilustrada de arquitectura, ingenieria e higiene urbana)
Madrid 15 de mayo de 1924 Año XXII nº 9
Recibimiento en Riberas

 El pueblo en masa esperaba a la entrada del pueblo a los excursionistas. Al descender del coche el filántropo, estalló una ovación estruendosa dándose vivas al  benefactor de Riberas. Los niños de las escuelas, con sus maestros a la cabeza, portando gallardetes, aplaudían también a su noble protector. La Banda de música de Pravia, que inteligentemente dirige José Barrera, tocó un airoso pasodoble.
En aquellos momentos llegó don Melquiades Álvarez, que fue objeto de un recibimiento cariñosísimo.
Rápidamente se organizó la comitiva, dirigiéndose a los edificios de las escuelas donde se había de celebrar el banquete. Iba primero la Banda de música, siguiendo los niños y después don Marcelino González, con don Melquiades Álvarez, el alcalde y otras personas, precedidos de  numerosísimo público.
A la entrada del pueblo había un artístico arco de follaje con la siguiente inscripción: «Riberas a don Marcelino González ».  A la entrada del jardín del edificio escolar rezaba otro arco:« Los niños de Riberas a su protector».
En las galerías de las Escuelas esperaban el Maestro don Matías Alonso, el párroco de Riberas don José María Rubiera y el coadjutor don José  Rodríguez.
Aquí se repitieron las ovaciones y las demostraciones de afecto a don Marcelino González.

 El Banquete

 A las dos de la tarde tuvo lugar en el amplio salón del edificio escolar, habilitado al efecto, el banquete con que obsequiaba a don Marcelino González el Ayuntamiento de Soto del Barco.
Tomaron asiento en la mesa presidencial el homenajeado, que tenía a su derecha a los señores don Melquiades Álvarez, alcalde don Emilio Fernández Corujedo y cura párroco don José María Julián, y a  su izquierda e juez suplente Julio Valdés y fiscal Victoriano Huerta.

En otras mesas tomaban asiento:
Señoras y señoritas: América Suárez, Juanita Sánchez, Rosalía González, Marina Menéndez González, Marcelina Suárez González, Josefina Suárez González, Juanita Marcos y Josefina Gutiérrez.
Señores: don Román Díaz Blanco, don Alfonso Díaz Pulido, don Leonardo Ruiz García, don Antonio Fernández García, don José María Rodríguez, don Ramón López Miranda, don Alfredo Carizo García, don Valentín Benavente, don Nazario Meros, don Policarpo de Castro, don Agustín  Arias,  don Alfonso Goñi Fierro Ordoñez, don Constantino Suarez Suárez , don Eduardo González Cueto, don  Manuel Fernández González, don Ricardo Carreño García, don Evaristo Martínez Fernández, don Antonio Merediz, don José  García Álvarez, don Romualdo Alvargonzález, don Julio González, don Baldomero Fernández, don Tiburcio Fernández, don Narciso Alonso, don Nicolás Suárez, don José Arias, don Serafín González García, don Manuel Sánchez Carbajal, don José Ruiz Alonso, don Benigno Sánchez Carbajal y don Faustino González Carbajal.
Asistieron también don Agustín Arias,  por «La Prensa », de Gijón y don José Díaz Fernández y don Dionisio Moran Cifuentes, por  «EL NOROESTE»,  estando representados otros periódicos regionales.
Publicidad de los almacenes La Sirena
coprorpiedad de Leoncio Suárez
La comida transcurrió animadamente siendo un testimonio elocuentísimo, por el número y la calidad de los invitados, de la popularidad de que goza en Asturias don Marcelino González.
Los propietarios de los importantes almacenes « La Sirena», señores Arias y Suárez, que se  hallaban presentes, regalaron a los comensales artísticos encendedores, obsequio de la Casa.

 Los  discursos

 El alcalde don Emilio Fernández Corujedo, hace en nombre del Ayuntamiento el ofrecimiento del banquete a don Marcelino González y le rinde un tributo de admiración en nombre del pueblo.
Enumera los merecimientos del homenajeado y tiene sentidas frases de gratitud para quien beneficia incesantemente a su pueblo a natal.
Termina diciendo que hallándose presente el gran orador don Melquiades Álvarez, cree que no debe hablar más.
(Grandes aplausos)

 El cura párroco
 El cura párroco de Riberas don  José María Julián, a ruegos de los comensales, pronuncia breves frases para significar la justicia del homenaje a don Marcelino González, en aniversario de la inauguración de las escuelas de Riberas.
Añade que ninguna obra más noble que la de dirigir la educación de los pueblos con obras como la que se solemniza.
Es muy aplaudido.
 D. Marcelino González
 Cuando se levanta el homenajeado se oye una gran ovación.  Don Marcelino está emocionadísimo ante las pruebas de afecto que recibe.
Declina en breves palabras el homenaje y repite que solo ha pretendido cumplir con un  deber de buen ciudadano y buen hijo de su pueblo.
Aludiendo a la enseñanza en Riberas ruega a los padres a que no olviden su deber de enviar a sus hijos a las Escuelas y recuerda a este punto lo que se hace en Estados Unidos con motivo de la enseñanza obligatoria, llegándose incluso a castigar a aquellos padres que abandonan su deber de procurar la enseñanza de sus hijos.
Termina dando las gracias a todos por los actos en su honor, que cree no merecer.
Los aplausos, después que se sienta don Marcelino, duran largo rato, oyéndose vivas al benefactor de Riberas.
 El maestro
 Don  Matías Alonso Ortega, director de las Escuelas, da las gracias en breves palabras en nombre de los niños,  por el justo homenaje que se rinde a don Marcelino González.


D. Melquiades Álvarez
 Habla después el insigne jefe del Partido Reformista, que al levantarse oye una ovación que dura varios instantes. Su breve discurso fue una pieza maravillosa de elocuencia que sentimos no poder transcribir íntegra.

«Vamos a poner término ―comienza diciendo ― a este acto con unas breves palabras. Ha hecho bien el Ayuntamiento  de Soto del barco y el pueblo de Riberas en rendir este homenaje de afecto y gratitud a mi amigo don Marcelino González. Este acto, con ha dicho muy bien el alcalde, es de gratitud y justicia. Pocos hombres hay que lo merezcan tanto como don Marcelino.
La vida de don Marcelino es un hermoso ejemplo de amor y fe en el trabajo, porque al trabajo consagró desde niño abandonado los placeres de esta libertad casi salvaje. Por el trabajo logró hacer fortuna esplendida y ahora la pone al servicio de las buenas causas.
Alude al carácter de don Marcelino y dice que hay en el una nota extraordinariamente simpática. El espíritu se refleja en los cambios y  evoluciones de la vida ordinaria que cambian el carácter casi totalmente. Los hombres que de niños ha sufrido estrecheces, por lo general, cuando la fortuna les lisonja, olvidan afectos, entusiasmos e ideas antiguas. Don Marcelino es todo lo contrario. Le conozco mejor que nadie ―dice. Como hijo de sus obras recuerda sus orígenes humildes y rinde culto a los amigos de otro tiempo, subsistiendo en su espíritu incluso aquellas ideas de época lejana. Propicio siempre a toda obra generosa y filantrópica, no hubo nunca a su lado desgracia que no socorriera y en la lucha por  la libertad, en  los días de revuelta, nunca sintió flaqueza para apoyar la obra redentora.
Dice que no cree nada mejor para los pueblos que intensificar su cultura, y en  párrafos vibrantes loa la educación popular que puede ser la garantía de una Humanidad más justa. Agrega que el problema de España es un problema de educación, sencillamente pedagógico. Por el descuido de la cultura mayor parte de los españoles no aman como debieran la  Patria ni se sacrifican por ella.
En párrafos bellísimos analiza el concepto de Patria para deducir que existe un sentimiento intimo y puro que se mantiene inmaculado sobre las catástrofes y todas las desgracias que azoten a los pueblos.
Termina diciendo:
Trabajad, pues, porque los niños amen la escuela y el estudio arraigue en ellos el sentimiento de ser hombres conscientes, no solo por los suyos, sino por España».
Una ovación estruendosa cerró el bellísimo discurso, recibiendo don Melquiades Álvarez muchas felicitaciones de todos.

Don Leonardo Ruiz, leyó después una poesía en honor del homenajeado.

El regreso

Cerca de las siete de la tarde regresaron los excursionistas, después de despedirse de don Marcelino González, que ha recibido pruebas inequívocas de admiración y afecto.
El diario La Prensa también se hizo eco del homenaje

[1]Alberto de Lera. Nacido en Oviedo en 1864,  fue uno de los personajes más importantes de la masonería en Asturias. Tuvo responsabilidades como Venerable Maestro de la Logia Jovellanos desde 1915 hasta 1923, ambos inclusive, a partir de este último año será nombrado Gran Maestre de la Regional del Noroeste del Gran Oriente Español, cargo que desarrollará hasta la fecha de su muerte el 3 de Octubre de 1932. También fue el gran muñidor del reformismo de Melquiades Álvarez en Asturias, y bajo su mano los militantes reformistas y melquiadistas se incardinaron en las logias asturianas. (Fuente: Masonería enAsturias.)

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