"descendía (el camino) hasta el lavadero el Cura para subir, por debajo de la huerta de Venancia y de Casa Finito hasta la Iglesia." |
Sin embargo sí vamos a exponer una serie de argumentos que dan pié a pensar que, en algunas épocas, Riberas fue lugar de paso habitual de los peregrinos.
El primer y principal argumento lo constituyen las referencias a la existencia de un hospital de peregrinos:
Por un lado en las Respuestas Generales dadas al Real Interrogatorio del Catastro del Marqués de la Ensenada, del año 1752, en la contestación a la pregunta número 30 sobre «Si hay Hospitales, de qué calidad, qué Renta tienen, y de que se mantienen» encontramos la siguiente respuesta:
“ai dos hospitales baxo la protección y jurisdicción de el Ordinario, uno con título de San Antonio Abab para ospedaxe de pregrinos y pasaxeros que se mantiene de su renta la que regulan asciende en cada año a doszientos rs. vellón. Otro llamado de Riberas para ospedaxe también de pobres pasaxeros que regulan tiene de renta en cada un año veinte y siete ducados vellón de que se mantiene.”[2]
Por otro lado, en las Respuestas de las parroquias del Principado a la encuesta realizada por orden del Real Decreto de noviembre del año 1773 con objeto de conocer la población de vagos del Reino, para poder incorporarlos al Real Servicio de Armas, y los fondos que cada parroquia destinaba a obras de carácter benéfico y piadoso, a la pregunta sobre número de hospitales se respondía así
En la casa de Gustavo, en el Campón, se conserva el topónimo de "el hospital" |
Respuestas al interrogatorio del Catastro del Marqués de la Ensenada Fuente: Archivo Hitórico Provincial |
Los hospitales asturianos del siglo XVIII estaban principalmente orientados a la recogida de pobres peregrinos y transeúntes. Podían ser fundados tanto por eclesiásticos como por laicos. La fundación exigía disponer de una casa que pudiese acoger a los peregrinos y de algunos bienes con que dotarlo para sufragar los gastos de atención a los huéspedes. Solían ser de escasa capacidad, los más habituales de tan sólo dos camas. No tenían ninguna característica arquitectónica especial. Solían tener una sala en la que se colocaban los camastros de los peregrinos, de paja o de fueya de maíz la mayoría de las veces, una cocina y una habitación para uso de la hospitalera. El de Riberas es el único del que haya constancia que diese limosna a los peregrinos.[4]
Otro argumento que nos hace pensar en Riberas como lugar de paso del camino jacobeo es el hecho de que en la llamada Ruta de la Costa nunca llegó a establecerse un camino normal y único debido a las dificultades que la orografía de la zona presentaba.
El [camino] de la costa recorría Asturias de este a oeste en un trayecto de 40 leguas. Había que atravesar hasta 31 ríos, muchos de ellos por sus tramos finales, más anchos y peligrosos. […] En todo el camino sólo se contaba con diez puentes y cinco barcas. Un viajero, A. Laborde, escribía que «no era fácil dar idea de los peligros de semejante camino»[5]
Ello hacía que el camino tuviese multitud de variantes en relación con el lugar por el que se decidiese cruzar el río. En las mencionadas respuestas al cuestionario del Marques de la Ensenada aparecen recogidas tres barcas:
“tres barcas de pasaxe sobre el río Nalón, una propia de los vecinos de el lugar de Forcinas desta Parroquia en el que se paga el pasaxe un quarto de cada persona y dos por cada caballería y regulan su producto en medio rl. de vellón cada día. Otra sobre dho. río llamada de Peña Ullán en que se paga de pasaxe lo mismo dividida en quarenta y cuatro partes y media, que llaman barquerías, propias de muchas y diferentes personas que no se refieren aquí por evitar prolixidad y resultarán de sus respectivos asientos y regulan a cada barquería de las en que está dividida dcha. barca ochenta rs. vellón. Otra en el lugar de la Bimera propia de dcho. Dn. Rodrígo Flórez en que se pagan dos mrs. por cada persona y cuatro por cada caballería a la que regulan doszientos rs. vn. en cada un año y que el producir tan corta utilidad dhas. barcas consiste en que ninguna de ellas se halla en calzada Real y pasaxera, que las mantienen por ser prezisas para la comunicación y transito de unas Parroquias a otras por obligación que tienen a ello los lugares donde se hallan quienes tampoco acostumbran cobrar dos. mrs. de pasaxe de los vecinos de el Conzejo”[6]
Sorprendentemente no hace referencia a los otros dos barcos que había más abajo, el del Forno y el del Castillo. El que si nos habla de ellos es Juan Antonio Bances y Valdés:
“Por el barco del Forno, ó por el del Castillo de San Martín pasa el camino Real de la costa, que sigue á Aviles, atravesando la parroquia de Soto; y por estos mismos barcos pasa también el camino Real más frecuentado de Galicia á Oviedo, separándose del de Aviles en la referida parroquia de Soto.”[7]
Bajada a Carrocero desde el Castro. Por lo que era el antiguo camino Real de Pravia a Aviles ahora transcurre la Ruta del Agua |
“Tratando de este cuarto de la Meruca en general,, se señalaron las nuevas carreteras Reales que pasan por los términos de las parroquias de la Llera y Doña Palla; la una, que saliendo del Barco de Peñaullán, sigue á Avilés por la orilla del río, y por abajo de los palacios de Doña Palla, entrando en Riveras; y la otra, que apartándose de la primera en Peñaullán, va á Oviedo por la falda de Miraveche, á la de Peñerero y Fontebona. Pero falta advertir para memoria de los que no lo vieron, que antes del año de 1763, el camino real de Aviles iba de Peñaullán á Doña Palla; subía al Castro, bajaba á Carrocero, y luego pasaba á Riveras. El de Oviedo apartábase en el Castro, y tomando la ladera oriental de Aguión , subía á Fontebona. Esto después de mediado el siglo último; pues antes subía por la cuchilla de Aguión, desde el Castro á Fontebona.”[9]
“Por este cuarto á orilla de las vegas corre la carretera y camino Real, fabricado á costa de los propios de la bolsa común del Concejo el año de 1798, y llega desde el barco de Peñaullán á la casa de la Bimera; que es de grande comodidad é interés de estas parroquias, especialmente después que se facilitó el mal paso del Tiñoso, trabajando en él algunos años los vecinos de las tres parroquias, y para lo que fui el primero Comisionado por la Justicia y Regimiento el año de 1763. Igualmente parte del barco de Peñaullán y corresponde al puente grande, que allí se intenta hacer, el camino Real que de la Villa de Pravia sigue á Oviedo, por el monte de Mirabeche á lo de Peñero y Fontebona, que también se delineó, desmontó y costeó por la bolsa común el mismo año de 798. El camino de Avilés deja la carretera en Riveras, y por junto á esta iglesia sube á Arenas, baja á la Ferrería, y por los Caluetos entra en Castrillón.”[10]
Subida a Ucedo desde la Peña |
La existencia del Hospital, la ubicación de Riberas en el trazado del camino Real de Avilés a Pravia, su proximidad al camino Real de Pravia a Oviedo y al conocido como camino Real de Galícia a Oviedo que coincidía con el anterior desde Oviedo hasta la Reigada y allí se desviaba hacia Ventanueva, Pulide y la Ferrería para ir a cruzar el Nalón por las barcas del Forno o por el Castillo, hace que no resulte tan extravagante pensar que, algunos de los peregrinos que transitasen por esas vías, tomasen la opción de pasar por Riberas en busca del lugar más apropiado para cruzar el río Grande en dirección a Santiago.
Caminos antiguos por Asturias Fuente: Pedro Pisa Menéndez |
[1]Las Peregrinaciones a Santiago de Compostela. Luis Vazquez de Parga, José María Lacarra y Juan Uría Ríu. Fondo de Publicaciones Gobierno de Navarra. 1992 (tomo II pags. 9 y 10)
[2] El Concejo de Pravia en el Siglo XVIII. Datos que aporta el Catastro del Marqués de la Ensenada. Celsa Carmen García Valdés. Boletin del Instituto de Estudios Asturianos. Nº 102 (pag 208)
[3] Pobreza y beneficencia en Asturias en la segunda mitad del siglo XVIII. Lidia Anes Fernández. Real Instituto de Estudios Asturianos. 2000. La cita trascrita corresponde al Archivo Histórico Nacional. Sección de Consejos Suprimidos. Legajo 661, nº 9, folio 56 vto. (pag. 226)
[4] Ibídem (pags. 79 a 90)
[5] Campesinos y artesanos en la Asturias preindustrial. Joaquín Ocampo Suárez Valdés. Silverio Cañada, Editor. 1990 (pag. 265). Hace referencia a la siguiente cita del libro de Alejandro Laborde, escrito en 1816 y traducido en España en 1826 "Itinerario Descriptivo de las Provincias de España" : "Este camino ó ruta costea todas las Asturias del O al E en una extensión de 40 leguas y en parte por la misma orilla del océano Hay que atravesar en él 31 ríos mas o menos caudalosos y por lo regular en sus desagües en el mar de los cuales solo 10 se pasan por puentes 5 en barcas y los demás á vado No es fácil dar una idea de los peligros de semejante camino que no se puede anclar mas que á pie ó á caballo Pero á pesar de sus alturas peligrosas y profundos barrancos se halla á cada paso la riqueza de la vegetación mas fresca y vigorosa Las cimas de las montañas están cubiertas de nieve mientras que sus bases llenas de bosques de rosas y de todas las flores dé la primavera adornan aun durante el invierno aquellos deliciosos valles. Encuéntranse á cada paso aguas limpias y sanos manantiales, cascadas y fuentes y la reunión de tantos objetos agradables encanta al viagero fatigado de la estéril vista de las rocas y de la uniformidad del color que le presenta el océano"
[6] Ibídem nota 2. (Pag 208)
[7] Noticias históricas del Concejo de Pravia. Juan Antonio Bances y Valdés. Boletín de la Real Academia de la Historia. Julio-agosto 1911, tomo LIX, cuadernos I-II (pag. 73)
[8] El antiguo Camino Real de Oviedo a Pravia Pedro Pisa Menéndez. Revista de Obras Públicas. Nº 3364 Abril de 1997 (pag. 80). Este camino estuvo en servicio hasta mediados del siglo XIX. Se identifica con una parte de la vía romana que unía Lucus Asturum (Lugo de Llanera) con Lucus Augusti (Lugo). También es posible que formara parte de un ramal del Camino de Santiago que desde Oviedo se dirigía a Galicia por Pravia.
[9]Ibídem nota 6 (pag. 80)
[10] Ibídem (pag 73)
[11] Gaspar Melchor de Jovellanos. Obras Completas. Tomo VI. Diario 1º. Instituto Feijoo de Estudios del siglo XVIII. 1994 (pag. 407)