lunes, 26 de marzo de 2012

"Algunas anotaciones sobre la enseñanza en Riberas


El autor del artículo en la escuela de Riberas
Artículo escrito por Faustino Secades Granda y publicado en la revista  “Riberas  y sus Gentes” editada en el año 2003 con motivo del bicentenario de la Iglesia  
    
Cuando yo asistí a la escuela de Riberas, en la década de los 50, la manera de impartir la enseñanza y las condiciones en las que se  encontraban las aulas, así como el mobiliario, eran muy distintas a como son en la actualidad.
En aquellos tiempos las deficiencias en los edificios escolares estaban a la orden del día. El mobiliario era anticuado y solía estar carcomido. Cuando llovía era normal que apareciesen goteras. Teníamos dos bombillas de escasa potencia para toda el aula, y como el lateral de la clase que estaba orientado al este recibía poca luz del exterior, en los días oscuros de invierno apenas podíamos leer o escribir. Recuerdo además que había una pequeña estufa alimentada por leña y carbón, con una chimenea lateral que conducía el humo al exterior (aunque no siempre). Estaba colocada en la parte delantera derecha de la clase, y los que teníamos que sentarnos en los bancos que quedaban un poco alejados de ella, pasábamos frío en cantidad.
Como el presupuesto que se destinaba a la limpieza y reparaciones era insuficiente, el propio maestro, los alumnos y algún padre que se prestaba voluntario, tenían que hacerse cargo de las mismas.
En el aspecto pedagógico, un solo maestro tenía que atender a la vez a 40 ó 50 alumnos desde los 6 hasta los 13 ó 14 años. Además, como es lógico, tenía que impartir él mismo todas las asignaturas que componían el temario a desarrollar.
Para poder atender a todos estos alumnos con edades tan heterogéneas, D. Daniel nos dividía en tres grupos: el primero hasta los 70u 8 años. Eran aquellos niños que estaban aprendiendo a leer y escribir. La segunda sección estaba formada por los que tenían entre 8 y 11 años. Y la tercera la componían los mayores de la clase. Luego ponía en práctica lo que llamaba “enseñanza simultánea”. Primero, el maestro atendía a los mayores mientras que los demás estudiaban o copiaban algo. Cuando terminaba con ellos cogía al grupo de  los medianos y mientras tanto, alguno de los alumnos más aventajados del último curso, se encargaba de impartir enseñanzas elementales  a los más chiquitines. Cuando el maestro terminaba con los medianos, se ponía con los pequeños y de esa manera todos avanzaban en mayor o menor medida.
El alumnado estaba separado por sexos. Los niños iban a clase con el maestro y las niñas con la maestra. El absentismo escolar solía ser importante, ya que en bastantes ocasiones algunos niños faltaban a la escuela porque tenían que quedar ayudando en las labores agrícolas o ganaderas.

Josefina la Uz
           Teníamos clase todos los días de la semana, de lunes a sábado, excepto las tardes de los jueves que disfrutábamos de un merecido descanso.
La escuela de ese tiempo se basaba en la autoridad del maestro y en una fuerte disciplina que, en ocasiones, tenía que conseguir con métodos más o menos violentos.
Antidio de la Barrera
El docente y la materia que se impartía eran el centro fundamental de la enseñanza de entonces. El maestro, por lo general, transmitía unos conocimientos sin apenas hacer razonar a los niños. Aquello que ponía la enciclopedia había que aprenderlo tal y como estaba porque sí. A pesar de ello, algunos maestros, esquivaban lo que podían las normas establecidas y explicaban de la mejor manera posible ciertos temas que resultaban comprometidos en aquellos tiempos.
Suso el de Lourdes de Ucedo
Era una enseñanza de tipo memorístico, transmisora de los valores tradicionales, tanto patrióticos como religiosos. El maestro y la maestra iban los  domingos a misa de doce con los niños y con las niñas. Ellos se sentaban en los bancos de la izquierda y ellas en lo de la derecha, pero sin mezclarse.
En la escuela se rezaba al entra y al salir de aula y se entonaban canciones de exaltación patriótica (Cara al Sol, Montañas nevadas, Prietas las filas …)
No todos los niños podían acceder al sistema educativo medio y mucho menos superior, debido a las limitaciones de tipo económico, puesto que las becas existentes en aquellos tiempos, además de ser de escasa cuantía, estaban difíciles de conseguir.
Todo lo que teníamos que aprender se encontraba en el Rayas, las cartillas y los libros de lectura (Glorias Imperiales, etc.), así como en las enciclopedias de Álvarez de 1º,2º y 3º grado. Además a las niñas, la maestra les ponía clases de costura, bordado, etc.
Recuerdo que D. Daniel daba mucha importancia  a la caligrafía y a la buena presentación de los trabajos. Además nos aconsejaba que adornásemos con algún dibujo las tareas de cada día.
Tomás
Durante el recreo jugábamos a la peonza, a las canicas, al pañuelo, al juego denominado “cuchillo, tijera, ojo de buey”, al corta-hilos, a la pesca, al escondite, etc. Al fútbol, pocas veces, porque éramos muchos y había muy poco espacio. Además, el sitio donde se podía jugar a la pelota, siempre lo ocupaban los mayores de la clase. En aquel tiempo, en la escuela, nunca teníamos clase de Educación Física.
Debido a las dificultades económicas  que atravesaban muchos hogares, el Ministerio de Educación enviaba a las escuelas paquetes de leche en polvo, así como barras de queso y de mantequilla que se repartían durante el recreo con la finalidad de paliar la deficiencia de calcio entre los escolares.
Ahora voy a añadir una anécdota que me ocurrió a los tres o cuatro día de empezar con 6 años a la escuela:
Era un desapacible día de viento y lluvia, faltaría unos diez o quince minutos  para empezar la sesión de la tarde y, como en el patio cubierto no cabíamos todos, el maestro nos abrió  la puerta del cuarto que hacía de ropero y nos dejó pasar allí a los de primero y segundo. En medio de aquella estancia había un pequeño charco formado por una gotera que filtraba por el tejado. Tres o cuatro niños  de los más pequeños empezamos a pisarlo y a corretear por allí. Cuando Llegó D. Daniel a las dos y media y vio aquello, entró en el aula sin decir nada, nos mandó pasar a todos y nos pusimos a rezar. Luego mandó subir a la tarima a los causantes de tal fechoría. Yo me acerqué el segundo y, como vi que el primero había llevado un azote con la vara en el trasero, me puse en lo peor. Cuando me coloqué a su alcance, nada más hacer contacto la vara con mis nalgas, me oriné todo por las piernas hasta el suelo. Al ver el maestro lo sucedido me dijo: ¡Vaya hombre, primero me encharcas el suelo del ropero y ahora me mojas todo esto! Me marché llorando para el sitio. Pero como D. Daniel veía que no me tranquilizaba, me llamó, me acercó la cabeza a su pecho y me dijo: No sigas llorando que no fue nada. En seguida mando a dos mayores que lo sequen. En realidad, yo no lloraba sólo por el daño que me había hecho la vara en el trasero. Lloraba sobre todo porque tenía miedo que mi padre se enterase y luego…
"Todo lo que teníamos que aprender se encontraba en el Rayas, las cartillas y los libros de lectura (Glorias Imperiales, etc.), así como en las enciclopedias de Álvarez de 1º,2º y 3º grado"
          El dicho popular que había  en aquellos tiempos de “pasar más hambre que un maestro de escuela” era totalmente cierto y como el Ministerio les pagaba tan poco, después de terminar la jornada escolar tenían que pasar horas poniendo clases particulares en las que preparaban a los chavales y a personas mayores por un precio irrisorio. Los pueblos deben de agradecerles siempre a estos maestros la gran labor que desarrollaron a favor de la cultura. Gracias a ellos, muchas personas consiguieron acceder a puestos de trabajo en los que se exigía una determinada preparación y, de ese modo, pudieron abrirse camino en la vida.

"En la escuela se rezaba al entra y al salir de aula
 y se entonaban canciones de exaltación patriótica
Cara al Sol, Montañas nevadas, Prietas las filas …"
            (Pag 482 Enciclopedia Alvarez)
Cuando dejé la escuela de D. Daniel asistí durante casi dos años a clase particular a Soto con D. Joaquín. Luego, él enfermó y entonces fue cuando me incorporé a la Academia que hacía más de una año había empezado a funcionar en Riberas, regida por el cura D. Valeriano. Aquí la enseñanza no estaba tan masificada como en la escuela y era más especializada: cada profesor daba dos o como máximo tres asignaturas. En cuanto al horario, por las mañanas teníamos clases de nueve a una y por las tardes entrábamos a las dos y media y salíamos a las siete y media. A partir de las seis ya no había más clases y el tiempo que nos quedaba lo dedicábamos a estudiar y a hacer los deberes.
Nos daban las notas todos lo meses, pero estas calificaciones sólo tenía carácter informativo para los padres. Académicamente carecían de todo valor, puesto que era una enseñanza libre. Por consiguiente, todos los años, a mediados del mes de junio teníamos que ir a examinarnos al instituto Carreño Miranda de Avilés. En un solo día nos evaluaban de todas las asignaturas que componían el curso y podían caernos preguntas de cualquier tema de cada materia. Para cada examen disponíamos de una hora, durante la cual desarrollábamos las preguntas que nos habían puesto. Cuando llegaba el final de la jornada estábamos agotados, puesto que cada curso se componía de ocho o nueve asignaturas.
Aunque sabía lo poco remunerada que estaba en aquellos tiempos la profesión docente, empezaba a gustarme la enseñanza. Supongo que ello también influiría la admiración que yo sentía por alguna de aquellas personas, debido a la entrega y al buen hacer en su labor. Fue entonces cuando decidí que quería estudiar para maestro.
Debido a problemas económicos, a la falta de alumnos  de fuera de la localidad y a la dificultad para contratar profesorado adecuado, en junio de 1966 cerró sus puertas la Academia. Un año después se inauguraba en Pravia un instituto para toda la comarca.
Alumnos de la Academia de excursión en Tapia de Casariego con D. Valeriano
En septiembre de 1970 los alumnos y  las alumnas de las escuelas de Riberas se incorporaban al Colegio Público Comarcal de Soto del Barco, pues se había puesto de moda la concentración de alumnos en grandes colegios.
Nuevamente en 1979 volvió a funcionar la escuela de la localidad, pero en esta ocasión, solo para acoger a los niños y niñas de ciclo inicial (hasta los ocho años) En estos momentos forma parte del Colegio Rural Agrupado “Bajo Nalón”
En el mes de junio de 1989 se inauguró en el palacio de la Bouza una granja escuela que continúa funcionando en la actualidad.
Al hablar de la enseñanza en Riberas no podemos dejar de mencionar a Julio Lisa, Aurora la de la Llamera y Dorita la de Alfredo el barbero que ponían clases particulares allá por los años 50 y 60. Ellas sólo las daban en sus domicilios, pero Julio, acudía además a las casas que se lo solicitaban.
Ya en la segunda mitad de los años 80, Beatriz la de Arco, también impartía clases particulares en un local situado al lado del bar Paraíso. Los cuatro contribuyeron de manera muy importante a elevar el nivel de conocimientos de las personas que acudían a ellos para recibir sus enseñanzas.
Ya para finalizar decir que, en estos momentos, siento enorme admiración gratitud y respeto hacia algunos de los maestros y profesores que tuve en aquellos tiempos. Por orden cronológico debo citar primero a D. Daniel, en la escuela pública de Riberas y luego a D. Joaquín que daba clases particulares en Soto. Más tarde, de la academia, guardo muy gratos recuerdos de Dª Rosita, D. Luis el de Susana, D. Juan y D. Manolo Canal. Todos ellos demostraron ser excelentes profesionales que jamás escatimaban esfuerzos en su labor educadora, sabiendo siempre compaginar la comprensión y el cariño hacia sus alumnos con la rigidez a la hora de exigir esfuerzo y comportamiento.
Por último, tengo que agradecer a D. Antonio, su perfecto domino de las Matemáticas. El fue que me preparó durante un verano para hacer el ingreso en la Escuela Normal de Magisterio de Oviedo.
Vaya desde aquí para todos ellos, algunos ya fallecidos, mi cariño y recuerdo.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Procesiones y eventos religiosos (II)

Cortejos fúnebres por la carretera


Carames, Josefa el Chulo, Pepe el Caseiro, Avelino Pedro, Julio Elisa ...
Foto: Lola Pesana
Preside D.Sergio, sujetan el palio, Julio Naval, Pepe Sama....
Foto: Julio Naval
Foto: Hijo de Siso
Foto: Brígida de la LLamera
Foto: María José de los Campones


Foto: Juanín de la Llamera

Pili del campón, Pepin de Marina, Pepe La Roza ...
Foto: Hijos de Pepe Marina


Milio la Calea, Coté, Eliseo ...
Foto: Esperanza Tamargo

Foto: Manolita de la Uz

Foto: Juanin de la Llamera

Foto: Luisin del Caseiro
Frente a la capilla de la Bouza, Zoila Teovaldo, Pilarina de Josefa Valiente ...
Foto:Hijos de Pepe Marina

Cumpliendo una promesa tras la Guerra Civil
Foto: Hijos de Pepe Marina
Angelinos la de Mero,  Bernardina de Oliva Margayo  ...
Foto: Ramón de Pesana
Portan el "bollu" Pepin de Vitoria y Campin. El niño del centro, Pepin de Marina
a la dcha. Eliseo, a la izda. Pepin de Oliva (niño), Lolo de esperanza el Burro,
el nene de Pesana, Pin de Oliva  y Marcelo el Manco
Foto: Hijos de Pepe Marina

Margarita ,  Lidia ...
Foto: Ramón de Pesana
Foto: Hija de Amor

Foto: Cancho
Foto: Cancho
Foto: Tomás de la Bernadal

viernes, 16 de marzo de 2012

Fuentes y lavaderos

Fuente de la Barrera

            Vamos hacer en este artículo un recorrido por las muchas fuentes que hay en nuestro pueblo[1] y,  para ello, procederemos a clasificarlas  en función de su fábrica y en base a este criterio distinguiremos tres grupos:

A) Manantiales que no tienen obra alguna, son simples pozos donde se acumula el agua que brota.
B) Las fuentes de caño, que constan de una obra de mejor o peor factura,  dependiendo de cada  caso,  donde se sujeta  un tubo por el que sale el agua directamente del manantial o de un depósito previo y la estructura suficiente para colocar los recipientes y  la canalización de desagüe.
 C) Las fuentes asociadas a lavaderos.

            A.-Manantiales

1.- La fuente “Xerapan”, manantial situado en los prados de Arco, pasadas las casas, en dirección a las Llindias.  La Confederación Hidrográfica del Norte tiene concedido el aprovechamiento de agua de este manantial, con destino al abastecimiento, a vecinos de Arco.
Fuente de Xerapán
 2.- La fuenteLas Llindias, manantial situado al fondo de los prados del lugar que le dan  nombre. Se accede a ella  desde Tras la Cuesta, subiendo por un senderillo que cruza  las Cuadriellas o por el camino de carro que sube desde El Molín, hasta los Vegones  Está bastante bien conservada.
Fuente de la Llindias
 
Pozo del Covayu

3.- La fuente del “Covayu”. Manantial situado al fondo de  los prados de la Garita, en el lugar de Cuñeiro. Se accede a el por un estrecho y descuidado sendero al que se llega, bien bajando desde la Garita o, por abajo, desde el camino que iba desde la Bernadal al  Pinalón, pasando por Cuñeiro. Al decir de “el Doctor”, apodo que se le daba a un señor que vivió en la casa de la Calea Manrrín, hoy propiedad de Campín,  y que ejercía de curandero, era de las mejores aguas de Riberas.
           
            En estos dos manantiales, el de las Llindias y el del Covayu  se aprecia como el agua brota del fondo.

4.-ElPozín”. Hoy desaparecido, estaba situado a la orilla del río Fuentes, debajo de la plazoleta del cementerio. Relataba Mon de Gerarda que de ese manantial se traía el agua para las escuelas. Todavía hoy se pueden ver los restos del depósito que, unos metros más abajo almacenaba el agua. Cuando la fuente del Campón se secaba, cosa que ocurría muy a menudo,  “el Pozín” era  una de las alternativas para abastecer de agua potable a los vecinos del entorno. Como daba poca agua, Manolo Mingón, que era uno de los “curiosos” de la época y muy aficionado a la dinamita, quiso aumentar el cauce mediante una explosión. El experimento no salió según lo esperado y la fuente se perdió para siempre.

Localización de la fuente de la Carbayera

5.- La fuente de “la Carbayera”, manantial situado en el prado que hay en la parte de arriba de la casa que fue de Sofía “Caraxo”, en Ucedo. Actualmente se encuentra perdido entre la maleza.

6.- La fuente “el Roxu”, manantial situado entre  la Cebedal   y Carroceiro a la altura del Canal. De este manantial se cogió, en los años cincuenta, siendo alcalde de Soto D. Sergio González, el agua  para “la traida” que abastecía los barrios de ese lado de Riberas. La obra fue hecha por un tal José María, contratista de San Esteban. Los vecinos de la parte de acá  todavía tendrían que esperar unos años para disponer de agua corriente en sus casas, aproximadamente hacia el año 1957, aprovechado “la traida” que se hizo para llevar  el agua desde el manantial de las Rabias  a Soto y la Arena.

            B.-Fuentes de caño

Fuente la Xana
 1.- La fuente “la Xana”, en  Tras la Cuesta, al lado del camino público. En su fábrica se puede leer la siguiente inscripción:

“LA XANA
FUENTE PUBLICA
DONACION DE
RAFAEL MANSO Y LEONCIO SUAREZ
AÑO 1934”



Fuente de la Bernadal

 2.- La  fuente  de  “la  Bernadal”.  Para  llegar  a ella  tenemos  que  coger  el  camino  que  sube  a las Canteras desde enfrente de casa Alsina, pasando  al  lado  de  casa  Marta  y  Francisco   y cuando  este  zigzaguea  a  la derecha  para suavizar  la  pendiente,  desviarnos   a  la  izquierda, unos veinticinco metros  por  un  camino  de servidumbre  que  nos  lleva  hasta  ella.   De fábrica  sencilla  y  sin  inscripciones,  ocupa  una pequeña  hendidura  en  el  prado.  En  un  lateral tiene  una  piedra,  situada  horizontalmente  que se  usaba  para  lavar  la  ropa.




 3.-  La fuente “Pumeda”. Está en el fondo del virón de la finca de Oscar. Tiene  inscrito el año de 1895. Se llega a ella por un camino de prado que entra, pasado el túnel del ferrocarril, a la izquierda,   desde la “cuesta Pumeda”. Este camino  que deja la fuente a la derecha sube luego, por medio de unas escaleras de piedras hasta la Bernadal. Recordaba Ángeles “la del ciego” que antiguamente había que subir unos escalones de barro para pasar de la “cuesta Pumeda” al camino de la fuente. Hasta los años 60 no tenía grifo, era a caño abierto, el agua corría continuamente. En el reguerillo que se formaba se lavaba la ropa, sobre unas losas de piedra que todavía se pueden ver medio enterradas.
Fuente de Pumeda

 4.-  La fuente del “Campón”. Según nos relataba Mon de Gerarda  fue construida en 1903, (así consta en la inscripción),  y costeada por D. José Arango, propietario de la Bouza. A la entrada de la fuente, la tubería que traía el agua desde la fuente de la Barrera, se bifurcaba en dos, por medio de una T; la mitad del agua quedaba para la fuente y la otra mitad seguía hasta la casa de la Bouza. En los años 40 se levantó toda la tubería para repararla. La obra se ajustó en mil pesetas. Los tubos, que eran de hierro, se oxidaban y acababan obstruyéndose de forma que la fuente se quedaba sin agua cada dos por tres. Se acordaba José Ramón de las hogueras que hacían para calentar los tubos y así despojarlos del óxido.  Cuando se  hicieron las obras  de acondicionamiento de el Campón se cambió la ubicación de la fuente que, antiguamente estaba donde ahora están las escaleras, orientada de espaldas a la Iglesia, y se puso donde esta actualmente, empotrada  lateralmente en el muro de la plaza.  En la actualidad su agua ya no viene de la fuente de la Barrera sino que esta enganchada a la red de agua municipal.

Fuente del Campón
 5.-  La fuente de “ la Barrera”, Situada  a unos quince metros a la izquierda del camino asfaltado que sube hasta la Uz, es, junto  con la de la Espidiella, la fuente más concurrida del pueblo. A ella se acercan,  en busca de su afamada  agua, no sólo los vecinos de Riberas sino también muchos otros de los alrededores. Es de caño abierto. Tiene un depósito del que también sale la tubería que, hasta fechas bién recientes,  llevaba el agua para la fuente de el Campón. Hace pocos años que el ayuntamiento realizó unas pequeñas obras de mejora en su acceso. Es una pena que su entorno esté tan descuidado; por una lado por las basuras que se acumulan junto al cauce del río Fuentes y por otro, por  el monte que lo rodea que, aún siendo parte de él de titularidad municipal (“la Comuña) está plantado de eucaliptos,  con el sabido peligro que estos árboles suponen para la  continuidad del manantial.  Quizás ahora, que el monte está recién tirado, sería el momento de sustituir el eucalipto por otro tipo de plantación.


Fuente de la Barrera



Fuente de Ucedo
6.-  La fuente de” Ucedo”. Situada en el inicio del camino que baja de Ucedo a la Peña, frente  a casa Dª Clotilde. Su caño esta empotrado en el muro de piedra que cierra la finca de Mino Pancho. Ésta fuente no tenía manantial propio sino que traía el agua canalizada desde la fuente la Carbayera. Ahora esta enganchada a la red de agua municipal.

 7.-  La fuente de “la Espidiella”. Está situada a la orilla izquierda del angosto camino que sube desde la Riestra hasta Monterrey. En 1806, Juan Bances y Valdes hacía esta descripción: “En Monte de Rey, en una alteza no inmediato a la fuente copiosa de Espriella, o Espidiella, sobre el derrumbadero que cae a la vistosa peña de los Novales está la huerta de la Torre […]”. Del año y promotor de su fábrica actual da buena cuenta su inscripción:
“EN
1865
La mandó hacer
a su consto
D. José F. Corugedo y dedicada
a sus vecinos”

Fuente La Espidiella

8.-  La fuente de “la Quintanona”  situada bajo la finca de la Belilla, está actualmente enganchada a la red general y se trata de una sencilla  fuente de fundición, colocada sobre una pequeña base, forrada en piedra, en la que se encaja el desagüe.

Fuente de la Quintanona

9.- La fuente de “Doñaila”o “Doñáguila”. Situada en el lugar que le da nombre, al lado de la casa y del hórreo  que fueron de Saturno y que ahora están en ruinas  y cubiertos de bardallos, la fuente, que tiene depósito y caño continuo está relativamente cuidada, encargándose de su mantenimiento Raúl de la Barrera, ya que desde ella trae el agua para un depósito desde el que abastece su casa.

Fuente de Doñaila
           
            C.1-Fuentes asociadas a lavaderos cubiertos
           
 1.-  La fuente y lavadero de “la Plana”. De fábrica sencilla, en forma de media luna, con los sucesivos rellenos del camino, su caño ha  ido  quedando prácticamente a ras de suelo. Tiene inscrita la fecha de 1895. A su lado está el único lavadero que se conserva integro de los  que había techados.  Tiene inscrita en su interior la fecha de 1980, año en que se reparó.   Su estructura es de ladrillo, de planta rectangular, la techumbre es de uralita, sobre pontones de madera apoyados en cuatro columnas. 

Fuente y lavadero de la Plana
Interior del lavadero
Fuente de la Plana
 2.-  La fuente y lavadero “del Cura” Está situada junto al río Fuentes, en la falda del Trichorio, a la orilla del antiguo camino real de Pravia a Avilés,  que venía de Ucedo y desde aquí ascendía hasta la iglesia. Seguramente debe su nombre al hecho de estar colindante con terrenos propiedad de la antigua casa rectoral.  Desde esta fuente se canalizó el agua para abastecer  las casas de Belisario y de Marina Candida.  El lugar también se usaba como abrevadero para el ganado. Esta fuente siguió la misma suerte que relatamos cuando hablamos de  “el Pozin”,   y tampoco sobrevivió a la dinamita de Manolo Mingón. En la actualidad está abandonada, cubierta de maleza.  El lavadero tiene el techo, de teja,  prácticamente derrumbado,  si bien conserva el resto de la estructura.

Lavadero del Cura

Fuente del Cura
 3.-  La fuente y lavadero de “Cotollano”. Situado debajo de las casas de este lugar, en un recodo del camino que se pierde en los prados de  la Llosa de Villapende,  sobre el riachuelo de Figueredo. Está arruinado, con la techumbre que fue de teja árabe  caída. La fuente propiamente dicha estába más arriba, al margen del camino que sube a la Cebedal.

Restos del lavadero de Cotollano
4.-  La  Fontanina”. Era fuente y lavadero. Este tenía un pequeño tejadillo. Estaba en  el lugar del Naval.   Desde ella, por un regato bajaba el agua hasta un abrevadero cuyos restos se pueden ver  todavía al lado del camino que sube a Cotollano,  que se llamaba “la Xatera”

La Xatera
Saliendo de Riberas, en el resto de la parroquia , también existen fuentes asociadas a lavadero en La Llamera, Los Veneros y el Truebano
Lavadero de los Veneros
(foto: Libro del Concejo de Soto del Barco
Editorial Azucel)

Fuente y lavadero del Truebano
(foto: Libro del Concejo de Soto del Barco
Editorial Azucel)
           
            C.2-Fuentes asociadas a lavaderos  sin cubrir y abrevaderos

1.-  La fuente  y lavadero de  “la  Campa”. Situada en la finca que le da nombre, se llega a ella por un sendero que entra por detrás de la casa. Está  en desuso, abandonada y cubierta de maleza.

Fuente y lavadero de la Campa
 2.- Lavadero de  “la Uz” (de abajo). Situado a la entrada de este lugar, fue construido para uso particular de casa de Chilo. Hace unos años que quedó sin agua. Traía el agua desde la fuente el Güeyu. Esta fuente es la que abastece el depósito que da servicio actualmente a las casas del lugar.
Lavadero de la Uz
 3. - La fuente de “la Uz” (de arriba). Se encuentra pasadas las casas de  la Uz,  a la orilla del camino que bajaba en dirección al puente de el Trave”, camino de la Llamera. Tenía un caño abierto que vertía el agua a un receptáculo  que servía de abrevadero y adosado a este un lavadero. En la actualidad está seca. Un poco más allá, en un pequeño  riachuelo llamado “la Tabla”,  las mujeres iban a lavar sobre unas piedras.         

Fuente y abrevadero de la Uz (de arriba)

Detalle de inscripción


4.-  La fuente  y lavadero de “Carroceiro”. Está situado entre el arroyo del Tiñoso o de la Ferreirona y el camino que desde Carroceiro va a salir a la Isla, enfrente de la gasolinera. Según nos cuenta  Ángel, vecino de este lugar,  el lavadero estaba techado hasta que hace unos años, un tractor, en una mala maniobra, derrumbó la techumbre. Aún se pueden ver los restos de las vigas  tiradas junto al riachuelo.      

Fuente y lavadero de Carrocero
Para acabar, señalar que a la entrada de la veiga por el Parador,  al lado izquierdo del puente que cruza la Güelga,  había unas piedras que se usaban como lavadero. El lugar servía además de abrevadero para el ganado.              


                   

[1]   Muchos de los datos  de este artículo son fruto de las conversaciones mantenidas en el año 2003, con  Segundo de Arco, Pepin "el Campin" de la Bernadal,  Angelín de la Belía, Franco de Cotollano, Hermosinda de Ucedo, Ángel de Carrocero, Raúl de la Barrera, Josefina de la Uz  y,  los ya fallecidos,  Mon de Gerarda del Campón,  Esperancina  y Angeles la del ciego de Pumeda